13 fotos

Siria: mi casa es un colegio

En el norte de Siria las escuelas ya no reciben alumnos que van a estudiar, sino familias enteras de desplazados que buscan un techo bajo el que cobijarse. Mientras, la escolarización de los niños ha descendido drásticamente

Manal, líder de la comunidad, y su hijo, en una antigua escuela para desplazados donde vive con su familia, en un pueblo de la gobernación de Hasake. La familia abandonó su ciudad de origen tras los intensos bombardeos de Turquía en el ataque de octubre de 2019.Alessio Mamo
Moyad, dentro de un aula en una antigua escuela convertida en centro colectivo de acogida, donde vive con su familia en un pequeño pueblo de la gobernación de Hasake. Los niños desplazados, a pesar de vivir en un colegio, no pueden asistir a ninguno de ellos en el pueblo o fuera de él debido a los costes de transporte. La familia de Moyad, como tantas otras, tiene dificultades para llevar comida y no puede cubrir ningún otro gasto.Alessio Mamo
Riham es la primera hija de Mahmoud y Mariam. Viven en una antigua escuela después de que su pueblo, cerca de Ras al-Ayn, fuera bombardeado por Turquía y posteriormente ocupado por los soldados rebeldes sirios apoyados por Turquía en octubre de 2019. Toda la familia escapó y encuentra refugio en Tel Arfan, un pequeño pueblo de la gobernación de Hasake.Alessio Mamo
Mahmoud, Mariam y sus hijos, en el aula donde viven, y que ahora ya no tiene pupitres y libros, sino colchones y utensilios de cocina. Los niños no tienen acceso a los estudios y su madre, embarazada de seis meses, nunca ha visto a un médico. Prefiere ahorrar dinero para comer que pagar un transporte a la ciudad para visitar una clínica.Alessio Mamo
Una abuela con sus nietos en el pasillo de una antigua escuela donde viven los desplazados en un pueblo de la gobernación de Hasake. Los niños sufren las peores consecuencias de los 10 años de conflicto en Siria. De los siete millones de desplazados internos del país, 3,1 millones son menores de edad.Alessio Mamo
Esta familia también vive en la escuela de Hasake. Sus miembros se encargan de limpiar los paneles solares del edificio. En muchas partes de Siria, los edificios donde antes había centros educativos han sido destruidos, ocupados, dañados, o se han convertido en refugio para familias desplazadas, como en este caso.Alessio Mamo
Khader (izquierda) y Amina (derecha) con sus hijos Louay y Salem, en otra de las aulas. Actualmente, hay 1,75 millones de alumnos sin escolarizar y 1,35 millones en riesgo de abandonar los estudios.Alessio Mamo
Una mujer con su hijo y su madre, en un campo para desplazados internos cerca de la ciudad de Raqqa, en Siria. La mujer ha sufrido violencia doméstica en el campamento y su antiguo marido también maltrató a su hija mayor. Aquí los niños tampoco tienen acceso a ningún tipo de educación.Alessio Mamo
Unos niños caminan por el centro de la ciudad kurda de Kobane, en la frontera sirio-turca. Esta urbe resultó devastada durante la batalla contra el terrorismo del Estado Islámico entre septiembre de 2014 y enero de 2015. Desde entonces ha sido gobernada por la Administración Autónoma del Nordeste de Siria (AANES).Alessio Mamo
Un grupo de niños mira a cámara en un campo de desplazados, en la provincia de Alepo, en el norte de Siria, el 30 de septiembre de 2021. La Administración Autónoma del Este y Norte de Siria (AANES) quería que los desplazados abandonaran las escuelas para permitir que otros niños siguieran con su educación, pero los campamentos cercanos que albergan a miles de refugiados internos no pueden acoger a más.Alessio Mamo
Desde la derecha, Rukane, de 30 años, Afa, de 22, y Ferman, de 26, originarios de la campiña de Alepo, viven con sus hijos en Kobane, como muchos desplazados sirios en el país.Alessio Mamo
Los niños que viven en el campo de desplazados llamado 'New Camp' (Campo nuevo), en la provincia de Alepo, en el norte de Siria. Carecen de servicios para cubrir sus necesidades básicas de educación y viven en situación de pobreza.Alessio Mamo
Una familia de Homs desplazada en un campo cerca de la ciudad de Raqqa. Algunos de ellos consiguen trabajar en los campos cercanos, mientras que los niños permanecen en el campamento y no tienen posibilidades de ir a la escuela. Las familias que viven en la pobreza temen que sus hijos sean discriminados en los colegios del pueblo cercano y por eso prefieren no invertir en su educación.Alessio Mamo