Estado de ansiedad, este domingo, en ‘El País Semanal’

Carmen Secanella

El coronavirus nos trastocó la vida de golpe. Muchos meses después seguimos en una constante adaptación. Enfrentamos pérdidas económicas, personales y sociales, y la falta de certezas en una realidad mutante que, en plena segunda oleada de la pandemia, parece no tener fin. Cuesta desconectar, cuesta dormir, cuesta concentrarse. Un puñado de testimonios en primera persona retrata el estado de ánimo de una sociedad sometida a estrés.

Historias que hilan cómo la pandemia nos ha trastocado la vida, ha sido un shock para nuestra salud mental y ha dejado un reguero de miedo, estrés, angustia,...

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El coronavirus nos trastocó la vida de golpe. Muchos meses después seguimos en una constante adaptación. Enfrentamos pérdidas económicas, personales y sociales, y la falta de certezas en una realidad mutante que, en plena segunda oleada de la pandemia, parece no tener fin. Cuesta desconectar, cuesta dormir, cuesta concentrarse. Un puñado de testimonios en primera persona retrata el estado de ánimo de una sociedad sometida a estrés.

Historias que hilan cómo la pandemia nos ha trastocado la vida, ha sido un shock para nuestra salud mental y ha dejado un reguero de miedo, estrés, angustia, ansiedad, culpa, incertidumbre, depresión, tristeza, estigmatización y duelos que no son de nadie, porque son de todos. Y que se prolongan en una situación sostenida de la que no se ve el fin. Los especialistas en salud mental alertan sobre la importancia de no desdeñar los síntomas.

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