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Espejos de África

Hoy se celebra el Día de África. Y este es un homenaje gráfico a un continente, amenazado por la pandemia, que sufre con el confinamiento y la falta de recursos. Pero es inmenso, capaz de albergar todos los mitos que proyectamos sobre él. Y si hay algo que define bien esta parte del mundo, son sus gentes y su capacidad de resiliencia

“África no tiene que alcanzar a nadie. Debe dejar de apresurarse por los senderos que le indican y caminar con paso firme por la senda que ella misma elegirá. Su posición de primogénita de la humanidad le exige abstenerse de la competencia, de la competición, de ese infantilismo con el que las naciones se miden para ver quien ha acumulado más riquezas, aparatos tecnológicos, sensaciones fuertes, capacidad de disfrute de bienes y placeres de este mundo, sin plantearse que esta frenética e irresponsable carrera pone en peligro las condiciones sociales y naturales de la vida humana”. Extracto de 'Afrotopía', de Felwine Sarr.

En la imagen, representación simbólica en el que los africanos recuperan los recursos del continente y toman las riendas de su futuro.

Muchos niños y adolescentes se ven obligados a trabajar para contribuir a la economía familiar. En consecuencia, abandonan la educación primaria y no se incorporan a la secundaria. En la imagen, Omar, de 12 años, en Brikama Ba (Gambia), trabaja jornadas interminables como aprendiz de mecánico de motos. En su cabeza, el firme compromiso de ayudar a su madre y a sus hermanos pequeños. En sus manos de adulto, guarda con mimo y cuidado un tesoro muy preciado, su caja de herramientas.
Mujeres líderes toman la palabra, crean asociaciones, dirigen proyectos y aprenden a escribir sus nombres en mayúsculas. En la imagen, Dajdja, en Siisaao Kunnda (Guinea Bissaou), tras ocuparse de sus hijos, limpiar la casa y cocinar, recorre largas distancias hasta los campos de cultivo cargando agua, leña, mijo, sorgo... A su regreso, le espera una clase de alfabetización y presidir una reunión. Djadja no se detiene: “En esta comunidad, soy presidenta de la asociación y asumo un papel importante”.
En el contexto urbano, la presión económica endurece los corazones y deshumaniza las relaciones. Ciudades donde el coste de la vida golpea a los más vulnerables procedentes de zonas rurales o de otros países donde no hay paz o estabilidad. Son familias que siempre lo tendrán más difícil para salir adelante porque parten de una situación de desigualdad. En consecuencia, muchas niñas se encuentran sometidas a una especie de explotación infantil cotidiana, encargándose de los trabajos domésticos y ejerciendo el comercio ambulante. En la imagen, Coumba, de nueve años, recorre a diario el centro de la ciudad de Dakar (Senegal), vendiendo plátanos y cacahuetes. Hay un mundo entero en la mirada de Coumba y en su epopeya diaria de supervivencia.
La desforestación, el aumento de las temperaturas y la falta de lluvias condicionan el modo de vida de muchas poblaciones y hace prácticamente inviable cultivar la tierra. En la imagen, Seydou, en la región de Kolda (Senegal), rodeado de sus tierras áridas, añora tiempos pasados cuando un brazo de río traía piraguas repletas de pescado: “El agua se marchó, aquí mismo había un vergel con árboles frutales, mango, papaya, plátanos y un lago donde los niños nos bañábamos y pescábamos”. Seydou dejó de cultivar la tierra, ahora se dedica a producir leche y yogur, pero únicamente en los meses posteriores a la estación de lluvias, cuando sus vacas logran alimentarse de pastos.
Las escuelas públicas de educación primaria se colman con una media de 58 alumnos por aula, los profesores hacen lo que pueden para solverntar la falta de espacio y de materiales. En la imagen, Julienne, profesora de una escuela en la comunidad de Lam Lam, en Thies (Senegal): “Procuro entregarme al máximo en el proceso de aprendizaje de mis alumnos, la escuela supone una gran oportunidad de futuro, especialmente para las niñas, que son las que estudian mejor, demuestran más voluntad y ganas de superación. Desde muy pequeñas, ellas asumen tareas de responsabilidad en la casa y de forma intuitiva se esfuerzan para alcanzar una vida mejor que la de sus madres y abuelas”.
Aissatou, de 24 años, vive en una pequeña comunidad sin acceso a la electricidad en la región de Thiès (Senegal): “Observo la vida de las mujeres casadas y con hijos, y no quiero verme en la misma situación, tengo planes de emprender mi propio negocio elaborando bebidas tradicionales para venderlas en el mercado y en las tiendas de la ciudad. Necesitaría un crédito inicial para comprar una placa solar y un pequeño frigorífico…”. Aissatou posa su mirada sobre el horizonte y reflexiona en voz alta: “¿A quién pido un crédito?”.

“Eh, pequeños talibés, ya me habéis oído. Escupid sobre sus monedas de uno o dos francos, escupid sobre los tres terrones de azúcar, escupid sobre su puñado de arroz. ¿Habéis entendido? Demostrémosles que nosotros también somos seres humanos”. Extracto de 'La Grève des Bàttu', de Aminata Sow Fall.

En la imagen, los denominados niños talibés (estudiantes del Corán) interpelan al presidente de Senegal, Macky Sall, en su última campaña electoral cuyo lema rezaba: 'Un Senegal para todos'.

Compañías multinacionales y sus antenas de telefonía móvil han llegado a muchas comunidades antes que el acceso a los servicios básicos como el agua potable, la electricidad o la asistencia médica. Abrir un grifo del que salga agua, para millones de personas, sigue siendo un milagro lejos de hacerse realidad. En la imagen, Mariam, de 22 años, en Bani, región del Sahel (Burkina Faso), recorre largas distancias para abastecerse de servicios esenciales: “En mi comunidad, no tenemos agua, ni electricidad”, lamenta, mientras ojea su cuenta de Facebook en la pantalla del móvil.

Las películas de Ousmane Sembène, considerado el padre del cine africano, representan un espejo inmenso donde se refleja el universo híbrido del continente; su cine constituye un homenaje a la mujer africana y al heroísmo cotidiano.

En la imagen, fotograma de 'La Noire de…', imagen icónica en la filmografía de Sembène, representa el instante en el que Diouana, la protagonista interpretada por M’Bissine Thérèse Diop, se dirige a la máscara, fetiche central a lo largo de toda la narración de la película, que escenifica la relación entre Senegal y Francia. En el dibujo, añadí un elemento que nos traslada al presente, condicionado por la covid-19; y a una de las reflexiones que nos dejó Sembène: “Si los africanos no cuentan sus propias historias, África desaparecerá”.

"Y para ser la fuerza motriz, positiva, que desvíe el curso de las cosas en el sentido de una ascensión en humanidad, necesita de una profunda revolución cultural. Esta comienza por una modificación de la mirada que posa sobre sí misma, por restaurar su imagen en el espejo, respetarse, volver a estimarse, sanar sus traumatismos recurriendo a su gran capacidad de resiliencia. Esto requiere de ella mantenerse en pie, por sí misma, sobre sus dos piernas. Y para ello debe responder a las exigencias de su demografía, nutriendo a sus poblaciones, educándolas, asegurándoles las condiciones de una vida digna, de paz de seguridad y libertad, tanto individual como colectiva". Extracto de 'Afrotopía', de Felwine Sarr.

En la imagen, una mujer africana se observa a sí mismo en un espejo, ahí están su autoestima y sus múltiples identidades.