Urnas misteriosas

¿Cómo se explica que aparecieran en los colegios por ensalmo, como setas del bosque el 1-O?

Urnas y papeletas del 1-O incautadas por la Policía. En vídeo, declaración de un votante.Vídeo: Foto y EFE

Otro misterio afloró en el Supremo: de dónde venían las urnas, quién las encargó y pagó, quién las distribuyó.

Y sigue siendo un misterio. Todos los entusiastas referendistas explicaron el 1-O de 2017 como un modelo de “autoorganización”, “espontáneo”, de “la gente”.

Un modelo ácrata donde el Govern era el Gran Ausente. Y sus consellers procesados, beneficiarios indirectos, pues nadie estructuró la cosa, según los testigos proconsulta.

Vale, pero entonces, ¿cómo se ex...

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Otro misterio afloró en el Supremo: de dónde venían las urnas, quién las encargó y pagó, quién las distribuyó.

Y sigue siendo un misterio. Todos los entusiastas referendistas explicaron el 1-O de 2017 como un modelo de “autoorganización”, “espontáneo”, de “la gente”.

Un modelo ácrata donde el Govern era el Gran Ausente. Y sus consellers procesados, beneficiarios indirectos, pues nadie estructuró la cosa, según los testigos proconsulta.

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Vale, pero entonces, ¿cómo se explica que las urnas surgieran en los colegios por ensalmo, como setas del bosque?

—Una persona apareció con una urna en la mano, la aplaudieron y se votó —dijo el bioquímico Josep Lluís Torres, activo desde las 6.00 en el colegio barcelonés Cor de Maria.

—No vi [a quien metía las urnas], había dos entradas en el colegio —se excusó Joan Torres, jubilado de Anglesola (Lleida).

—Debieron entrar por la puerta de atrás —ironizó el administrativo jubilado (condenado en 1971 por el TOP) Joaquim Palau, involucrado en el Folch i Camarasa de Barcelona.

—Las urnas habían aparecido, no sabíamos cómo. Yo y Santi y Aleix las cogimos, las entramos en el colegio. No sé quién las entregó, no recuerdo, unos, en un coche, no recuerdo ni su modelo —decía Carles Valls, el electricista de Hostalets de Balenyà, cerca de Vic.

—Ni idea de que llegarían. Fue una sorpresa —se alborozaba como en un día de Reyes la locuaz abogada de La Sènia, Isabel Castell.

El caso es que la distribución de las urnas a los colegios funcionó al milímetro gracias a una secreta estructura piramidal.

Participarían en ella parroquias, maestros, jubilados —este miércoles han proliferado en las Salesas— de vieja militancia en el PSUC que encontraron en el alzamiento patriótico un consuelo a la aplazada revolución internacionalista.

Miles de gentes que no preguntaban, alguna docena que no se dejaba preguntar.

Surge así la gran pregunta: ¿Qué hacían los espías del CNI? ¿Dónde estaban, que ni olieron una sola urna? Para pasividad, la suya. Los mossos, al menos, pugnaron sin éxito por cerrar colegios, como volvió a escucharse: lo intentaron, no es que fueran “pasivos”.

Esa ausencia, la de los espías de lujo, que sin embargo habían sabido infiltrar el movimiento abertzale, es la gran asignatura pendiente de la presencia fallida del Estado en Cataluña. Y no el estúpido lamento por no controlar a los maestros o a los becarios.

Pues si el CNI llega a encontrar una urna, una, ni referéndum, ni violencia, ni rebelión.

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