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De mendigo a presidente

Encontrar un empleo digno cuando solo se dispone de estudios coránicos es una tarea complicada para miles de talibés en Saint Louis (Senegal). Centros como Maison de la Gare ofrecen educación y formación profesional a los jóvenes vulnerables de la ciudad

Ablaye Thiam ya no recuerda cuánto tiempo lleva en Saint Louis. "Mucho", resume sin levantar la vista de la máquina de coser con la que está fabricando un bolso. Salió de Touba (Senegal) para mudarse a esta ciudad en la frontera con Mauritania junto con su hermano. Su familia les confió a un marabú (líder espiritual) para que recibieran enseñanza coránica. Con 18 años y sin otro tipo de formación académica además de la religiosa, Thiam intenta aprender los secretos de la costura para ganarse el pan. Se estima que en toda la provincia de Saint Louis hay casi 15.000 talibés. Cada día, unos 300 niños y jóvenes vulnerables se acercan a la organización Maison de la Gare, cerca de la que antaño fue la estación de trenes de la ciudad, para asearse, lavar su ropa, estudiar, recibir atención médica o formación profesional.Marta Moreiras
Platón es el filósofo preferido de Arouna Kande. Este talibés de 18 años, originario de Kolda, también cree en la justicia y en el poder de las instituciones. Por eso sueña con convertirse en un líder político y luchar contra los malos tratos a la infancia. Es más, quiere llegar a ser presidente de Senegal. "Lo primero que haría sería encontrar el dinero para que todos los niños vivan en condiciones dignas y tengan acceso a la educación. Me duele cuando veo a otros chicos que no estudian", explica. Kande aún vive en una daraa (escuela coránica), junto con medio centenar de jóvenes, desde que llegó a Saint Louis en 2006 con su marabú. Se siente afortunado porque en su escuela las condiciones de vida no son tan mala en comparación con otras de la ciudad, donde los menores pueden ser víctimas de toda clase de abusos. "Empecé a estudiar en Maison de la Gare y les pedí ayuda para ir al instituto", recuerda. Los inicios en la escuela no fueron fáciles. "Los otros alumnos me miraban mal, me menospreciaban. Afortunadamente, los profesores me han ayudado mucho y finalmente me siento aceptado".Marta Moreiras
Kalidou Balde sigue estudiando el Corán, aunque ya no viva en una daraa. Nació en Kolda hace dos décadas y desde hace un par de años frecuenta el taller de costura de Maison de la Gare. Compagina esta actividad con el aprendizaje del inglés, un idioma que intenta practicar cada vez que puede con los voluntarios internacionales que llegan a la sede de la organización. Aún no tiene muy claro qué quiere ser en el futuro, pero sí sabe que no quiere vivir lejos de Senegal. "Quiero viajar y conocer el mundo para visitar a mis amigos que están en el extranjero, pero esta es mi casa", asegura.Marta Moreiras
Souleyman Ndiayo lleva dos tercios de su vida en Saint Louis tras llegar con apenas siete años desde Gambia. Conoció Maison de la Gare en 2016, cuando vino a buscar cuidados médicos por una herida. Empezó frecuentando las clases de inglés y francés, a las que después sumó el taller de costura. Si se le pregunta por el futuro, ríe. De repente se queda callado durante algunos minutos, serio. No sabe si revelar a qué quiere dedicarse. Tiene miedo de que las palabras en voz alta puedan perjudicar su sueño.Marta Moreiras
Alioun Dia no tiene mucho tiempo para charlar. Tiene que lavar su ropa antes de que caiga el sol. En la daraa en la que vive desde 2012, cuando llegó desde Podor, no puede hacerlo. No hay duchas ni esteras para dormir. Dia no tiene otros estudios más allá del Corán. Su proyecto de futuro consiste en ser marabú.Marta Moreiras
Lamarana Barry tiene 18 años y es de Casamance. "Hay muchos problemas en la daraa. Somos alrededor de medio centenar de personas, dormimos en el suelo y todo está muy sucio. Solo disponemos de un baño y de una ducha", asegura. Barry lleva tres años en Saint Louis y se gana la vida con pequeños trabajos en el mercado. Consigue entre 150 y 200 francos al día (entre 0,22 y 0,30 euros) y los entrega al marabú. "Quiero salir de la daraa, pero no tengo dinero", lamenta. Sueña con ir a trabajar a Europa.Marta Moreiras
Samba Diao vino a Saint Louis con ocho años para aprender a descifrar el Corán y acabó aprendiendo español. Estudió por su cuenta, a golpe de vídeos en YouTube y de traductor automático. "La vida en la daraa no fue fácil", cuenta con soltura en el nuevo idioma. "Tenía que pedir dinero en las calles y todo lo que recaudaba lo tenía que pasar al marabú". Diao, de 21 años y originario de Casamance, se gana la vida como peluquero. Su sueño, como el de muchos de sus coetáneos de cualquier latitud, es ir a Madrid para conocer a sus ídolos del Real.Marta Moreiras