Test de Rorschach

paul zinken (AFP)

HAY FOTOGRAFÍAS QUE no parecen fotografías, sino el principio de un pensamiento: he aquí una espiral, la concha de un caracol, la manifestación física de la geometría fractal de Mandelbrot, el ojo de un huracán, un remolino, un sumidero, el váter tras activar la cisterna, el final del aparato excretor, las cloacas del Estado, los círculos del infierno, Vértigo, Hitchcock, el comisario Villarejo, el laberinto de la democracia, con la globalización y el auge de los nacionalismos al fondo. Hay imágenes que no parecen imágenes, sino un test de Rorschach. Esto no es más que una escalera, l...

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HAY FOTOGRAFÍAS QUE no parecen fotografías, sino el principio de un pensamiento: he aquí una espiral, la concha de un caracol, la manifestación física de la geometría fractal de Mandelbrot, el ojo de un huracán, un remolino, un sumidero, el váter tras activar la cisterna, el final del aparato excretor, las cloacas del Estado, los círculos del infierno, Vértigo, Hitchcock, el comisario Villarejo, el laberinto de la democracia, con la globalización y el auge de los nacionalismos al fondo. Hay imágenes que no parecen imágenes, sino un test de Rorschach. Esto no es más que una escalera, le respondería el doctor, la del hotel Bristol Kempinski, en Berlín, fotografiada el pasado 12 de noviembre. 

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