Columna

Que venga Trump a salvar los ODS

Si un día se convierten en la diana de sus ataques pondría la Agenda en el mapa y generaría un movimiento de interés y simpatía en todo el mundo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante un discurso en la Casa Blanca, Washington, el pasado 14 de noviembre. Andrew Harnik (AP)

Una encuesta totalmente informal y acientífica entre conocidos me ha llevado a la conclusión de que nadie conoce la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Nadie salvo los representantes de los 193 países de Naciones Unidas, cientos de empresas e instituciones, miles de ONG y decenas de miles de profesionales de la cooperación de todo el planeta que se han comprometido con hacer del mundo, realmente, un lugar mejor.

Pero fuera de ese pequeño gran círculo d...

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Una encuesta totalmente informal y acientífica entre conocidos me ha llevado a la conclusión de que nadie conoce la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Nadie salvo los representantes de los 193 países de Naciones Unidas, cientos de empresas e instituciones, miles de ONG y decenas de miles de profesionales de la cooperación de todo el planeta que se han comprometido con hacer del mundo, realmente, un lugar mejor.

Pero fuera de ese pequeño gran círculo de especialistas, la gente de la calle no sabe, o no tiene muy claro, qué es eso de los ODS. Una prueba más de lo difícil que es crear no ya una conciencia, siquiera una conversación global, en torno a los retos más acuciantes para la humanidad.

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En versión telegráfica, esta iniciativa de la ONU plantea 17 objetivos y 169 metas para, entre otras cosas, eliminar la pobreza y el hambre, reducir las desigualdades, garantizar un trabajo decente, defender los ecosistemas, conseguir la igualdad de género o luchar contra el cambio climático. Los ODS (2015-2030) continúan la batalla de los Objetivos del Milenio (2000-2015), pretenden ser una hoja de ruta universal e involucran a todos los países, pobres o ricos, y a sus sociedades.

Bajo el lema Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible se celebra estos días en la ciudad guatemalteca de La Antigua la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, dedicada precisamente a ese tema. Para muchos de los 22 mandatarios iberoamericanos es la primera ocasión de compartir mesa con sus homólogos tras un periodo de intensos cambios electorales. Es también una oportunidad para dar visibilidad a una Agenda 2030 que, según Rebeca Grynspan, secretaria General Iberoamericana, es “ambiciosa, optimista y realista”; un impulso necesario en una región que ha hecho grandes avances en la última década que podrían verse amenazados por la ralentización económica y el inestable contexto mundial. Es probable, sin embargo, que las declaraciones oficiales del encuentro tampoco acaben calando en la ciudadanía. Tal vez la solución pase por Trump, que se ha convertido en el gran movilizador global.

Seguro que Trump ni sabe qué son los ODS. De hecho, un reciente estudio sobre cómo estaban integrándolos los países en sus políticas situaba a Estados Unidos en el último lugar. Pero si un día se convierten en la diana de sus ataques —tiene declarada la guerra a la ONU— pondría la Agenda en el mapa y generaría un movimiento de interés y simpatía en todo el mundo.

Obviamente, esto es una boutade.

Ahora bien, Trump tiene la virtud de colocar todo lo que quiere en la discusión general. Al debate sobre los grandes desafíos globales —pese a que nos afectan a todos— le cuesta salir de la esfera de los expertos. Igual hay que cambiar la estrategia de comunicación.

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