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Empieza el duro verano en el corredor seco

La temporada de lluvias ha sido desastrosa en Guatemala. Los agricultores más humildes, que viven de lo poco que cosechan, prevén meses de privaciones

Andrés Gutiérrez, de 36 años, vive en el caserío (diseminado) El Boro, en la aldea La Libertad. Esa pequeña población está en Chiquimula, uno de los departamentos de Guatemala enclavados en el corredor seco, que desde hace años sufre la escasez de lluvias.
Los vecinos de esta región se alimentan fundamentalmente de tortillas de maíz y frijol. Con las sequías, muchas veces ni eso tienen, lo que se traduce en una enorme desnutrición, especialmente infantil, que alcanza casi a la mitad de los niños, el 80% entre los indígenas.
Las casas son de adobe o madera, lo que representa un criadero de vectores que transmiten enfermedades como dengue, malaria o chagas.
Los hogares no suelen contar con agua potable, por lo que las mujeres suelen ser las encargadas de ir a recogerla y a lavar la ropa. La distancia de las fuentes suele ser mayor cuanto más avanza el estío.
Desde hace tres meses en las viviendas lucen dos enormes tanques de plástico negro con capacidad para 6.000 litros cada uno que recolectan las precipitaciones mediante un tejado de cinc que canaliza el agua. Es parte de un programa que echó a andar hace una década y que se ha materializado ahora con una financiación de 100 millones de dólares (88 millones de euros): la mitad donados por la Cooperación Española y la otra, procedente de un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En total, los sistemas de agua potable y saneamiento beneficiarán a más de 180.000 personas.
Fernanda García prepara el maíz para cocinar tortillas delante de su casa en en Chispán Jaral, una aldea de San Juan de Ermita, en Chiquimula (Guatemala).
Estos hogares no contaban con ningún tipo de sanitario. La defecación al aire libre atrae moscas a los alrededores y fomenta el contagio de enfermedades y la perpetuación de diarreas y vómitos, que agravan aún más los problemas de desnutrición que sufren estas poblaciones.
El proyecto incluye la instalación de letrinas en cada hogar, como la que se ve al fondo en la aldea de Mojón, en San Juan de Ermita.