“La autocrítica sobre la Transición es una asignatura pendiente”

En sus cartas a la directora, los lectores de EL PAÍS opinan de la decisión del Gobierno de sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos

Tumba del dictador en el Valle de los Caídos.Inma Flores (EL PAÍS)

He oído decir a la ministra Carmen Calvo que si la familia de Franco no se hiciera cargo de los restos del dictador, el Gobierno le aseguraría una sepultura “digna y respetuosa”. ¿Por qué digna? ¿De verdad merece Franco que se le trate con dignidad? ¿Cuarenta de años de dictadura sostenida a base de represión política es algo digno? ¿No se sacan sus restos del Valle de los Caídos porque no merecen ocupar ningún lugar honorífico? Que le den una sepultura, los calificativos, sobran.— Enrique Chicote (Madrid).

Mi abuelo Eliseo, diputado de...

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He oído decir a la ministra Carmen Calvo que si la familia de Franco no se hiciera cargo de los restos del dictador, el Gobierno le aseguraría una sepultura “digna y respetuosa”. ¿Por qué digna? ¿De verdad merece Franco que se le trate con dignidad? ¿Cuarenta de años de dictadura sostenida a base de represión política es algo digno? ¿No se sacan sus restos del Valle de los Caídos porque no merecen ocupar ningún lugar honorífico? Que le den una sepultura, los calificativos, sobran.— Enrique Chicote (Madrid).

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Mi abuelo Eliseo, diputado de la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, fue fusilado la madrugada del 5 de mayo de 1939 en la primera ronda de fusilamientos que se dio en Alicante. Toda mi vida he sabido que fue así y solo con el tiempo pude informarme y entender qué pasó y porqué. Fue juzgado y condenado —había apoyado la república contra el llamado alzamiento nacional— como sé que consideró que debía; esencialmente era un enemigo a batir, como tantos otros. No quiero que anulen esa sentencia. Es pública y se sabe quiénes la firmaron y cuáles fueron sus razones. Carezco de rencor, simplemente creo que fue condenado a muerte por los vencedores y, en aquellas circunstancias, fue fusilado y eso no se puede ni se debe modificar, y honrarlo —a él y a tantos otros— es que nos sirva de memoria y lección. Y que nuestras diferencias y discusiones en relación con aquella guerra horrible finalmente acaben para paz y tranquilidad de todos, porque nuestro futuro es común. Por lo que sé, él hubiera estado de acuerdo.— Eliseo Pascual Gómez (Alicante).

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En julio de 1936 mi abuelo Jaime todavía no había cumplido 20 años. El estallido de la Guerra Civil lo vivió siendo apenas un chaval. De su rosario personal de detenciones y deserciones, la más dramática fue la que le obligó a desertar para evitar la posibilidad de fusilar a su propio padre. Me gustaría preguntarle a mi abuelo qué opina de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Imagino su respuesta: “Han pasado demasiados años, pero hay muertos que todavía no han descansado”. No se trata de revivir odios ni ejecutar venganzas. No. Pero en España no ha habido justicia para ningún muerto de la Guerra Civil, si bien es cierto que años después, los “vencedores” pudieron enterrar con honores a su caudillo en el gran mausoleo. Franco puede seguir en el Valle, pero entonces —para nuestra vergüenza— ese lugar seguirá siendo un símbolo del régimen franquista, y en ningún caso un monumento que simbolice la reconciliación y la reparación para todas las víctimas.— Arantxa Ferrández Vidal. La Nucía (Alicante).

¿Sirve de algo remover el pasado en vez de preocuparse por los temas que de verdad preocupan e importan a los ciudadanos españoles? Pediría al Gobierno de Pedro Sánchez que deje descansar a los muertos, hayan sido de derechas o de izquierdas, hayan sido malas o buenas personas, y se dedique a gobernar para los vivos. A los vivos nos interesa más la falta de recursos en la educación pública, la complicada gestión de las pensiones, el mantenimiento de los espacios públicos de las ciudades, el bienestar social y económico de la población, y un largo etcétera de asuntos de máxima urgencia.— José A. Ávila (Terrassa).

Llevamos toda nuestra vida democrática oyendo alabar la Transición, que sin duda fue muy positiva. Pero lo que la exhumación de los restos del dictador Franco pone de manifiesto, más allá del hecho en sí, es que dicha Transición no fue ni mucho menos modélica. Este no es más que uno de los asuntos que se dejaron pendientes, por miedo o prudencia, y que hay que acometer hoy por no haberlo hecho en aquel ayer, convirtiendo el grano natural de entonces en un quiste cancerígeno de hoy. Y es que la autocrítica sobre aquel período es una asignatura pendiente.— Dionisio Rodríguez (Madrid).

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