El mirón del metro de Nueva York

Natan Dvir

Esta es la mirada desde el otro lado del andén. Como un espía fronterizo, el fotógrafo israelí Natan Dvir ha congelado el devenir de los cinco millones de viajeros diarios de las líneas del metro de Nueva York a lo largo de sus más de 450 estaciones. Escenas que esbozan un retrato subterráneo de la ciudad donde todo es posible, cuyos habitantes llevan de un lado a otro sus sueños, miedos y obsesiones. Desde un Batman solitario que parece haber olvidado dónde aparcó su coche fantástico hasta los viandantes somnolientos que, cual formación de h...

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Esta es la mirada desde el otro lado del andén. Como un espía fronterizo, el fotógrafo israelí Natan Dvir ha congelado el devenir de los cinco millones de viajeros diarios de las líneas del metro de Nueva York a lo largo de sus más de 450 estaciones. Escenas que esbozan un retrato subterráneo de la ciudad donde todo es posible, cuyos habitantes llevan de un lado a otro sus sueños, miedos y obsesiones. Desde un Batman solitario que parece haber olvidado dónde aparcó su coche fantástico hasta los viandantes somnolientos que, cual formación de hormigas, avanzan en fila rumbo a las escaleras que los conducirán de nuevo a la jungla de la superficie. Estas imágenes en formato panorámico conforman un catálogo de voyeurismo callejero, invocando al deseo irrefrenable de saber algo más del que está al otro lado de la vía. Quién no ha tenido la tentación de perseguir con la mirada a quienes aparecen frente al espejo de nuestros ojos, en el lado opuesto de la misma estación. Están ahí, envueltos en sus pensamientos, sus glorias y sus miserias. Y nos sentimos cómodos observando su espera de los trenes que recorren más de 1.000 kilómetros de vías, con la seguridad de que aunque nos descubran espiándolos hay un foso insalvable y unas vigas de acero que separan ambas orillas. Territorio idóneo para situaciones extraordinarias que brinda la cotidiana realidad. Estas y muchas otras sensaciones provocan el punto de vista de Natan Dvir. Orden en el caos de la gran ciudad. Espontáneos fogonazos de vida a muchos metros bajo tierra.

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