La colección de moda más deseada se queda en España

El empresario y coleccionista Felipe Salgado.Daniel Riera

La colección del visionario Felipe Salgado que acaba de adquirir el Museo del Traje de Madrid es una de las más importantes de Europa y ahora se convierte en bien de interés cultural público. Entre sus piezas, creaciones emblemáticas de diseñadores como Martin Margiela, Rei Kawakubo y Courrèges.

Lo excepcional de la transacción —realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, gestora del museo— tiene que ver con el valor artístico y el significado cultural de las piezas: en total, 227, entre vestimenta, accesorios y joyería. “Esta compra debe ser contemplada con la mirada del historiador, casi del crítico, y emparejarse con las políticas de adquisición de arte contemporáneo”, explica Juan Gutiérrez, responsable de la colección de Moda Contemporánea del Museo del Traje. “En cierto sentido, estas prendas...

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Ni el Victoria & Albert de Londres ni el Palais Galliera de París. Ni siquiera el excelso ModeMuseum de Amberes. A la colección de moda atesorada durante tres décadas largas por el periodista Felipe Salgado le habían salido no pocos y atractivos pretendientes en los últimos años, pero, definitiva y afortunadamente, se queda en España. El Estado la adquirió para el Museo del Traje de Madrid a mediados del pasado diciembre, una operación sin ruido mediático no solo porque la institución se lo haya callado públicamente (de momento), sino también porque, al fin y al cabo, solo se trata de ropa. Y, sin embargo, el movimiento no puede resultar más trascendente. El precio de la venta da cuenta de su alcance: alrededor de medio millón de euros se calcula, aunque la cifra tampoco se ha revelado de manera oficial. Ni la mitad de su valor estimado.

Chaqueta de Sybilla, perteneciente a la colección otoño-invierno 1989-1990.Daniel Riera

Lo excepcional de la transacción —realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, gestora del museo— tiene que ver con el valor artístico y el significado cultural de las piezas: en total, 227, entre vestimenta, accesorios y joyería. “Esta compra debe ser contemplada con la mirada del historiador, casi del crítico, y emparejarse con las políticas de adquisición de arte contemporáneo”, explica Juan Gutiérrez, responsable de la colección de Moda Contemporánea del Museo del Traje. “En cierto sentido, estas prendas comunican mucho más hoy que las obras del arte oficial, que parecen desligadas del devenir de la sociedad, mientras que el discurso de estos diseñadores nos hace reflexionar sobre cuestiones que nos conciernen directamente a todos, como los roles y políticas de género, la sostenibilidad y la pérdida de valor de los objetos, el conflicto entre el control social y la libertad…”.

Tocado asimétrico de Yohji Yamamoto.Daniel Riera

Centrado en el diseño de vanguardia del último medio siglo, el botín incluye desde etiquetas ya históricas del relumbrón de Courrèges hasta enseñas de culto actuales como Jacquemus o Steven Tai, pasando por Yohji Yamamoto y Marjan Pejoski. La sensibilidad de Sybilla y la bravura experimental de Elena Martín Lamothe y Lluís Corujo ponen la guinda española. Aunque es el genio de Rei Kawakubo (Comme des Garçons), Raf Simons, Bless, Bernhard Willhelm y Martin Margiela el que articu­la la colección. “Lo que nos movió a realizar la compra de manera más decidida es la extraordinaria circunstancia de que algo así se encontrara en España. Era una oportunidad irrepetible”, continúa Gutiérrez.

La única condición que puso Salgado para que su legado permaneciera en España es que no se quedara en Barcelona

Establecido como centro de investigación del patrimonio etnológico en 2004, el actual Museo del Traje parece decidido así a cambiar polvo por brillo. “Esta es una institución joven que todavía está definiéndose. Además, alberga unos contenidos muy diversos que complican precisar su carácter; sin ir más lejos, aquí también se custodia la colección del antiguo y fundacional Museo del Pueblo Español”, concede el historiador y comisario, aún consciente de que la alta costura sigue siendo uno de los pivotes del lugar. En la última década, el centro ha recibido donaciones de postín en esta categoría, como la del recientemente fallecido Hubert de ­Givenchy, que, en 2005, cedió un vestido de raso rojo con el cuerpo cubierto de plumas que perteneció a su musa, la actriz Audrey Hepburn. También se ha hecho con clásicos del siglo XX por cuenta propia. Por ejemplo, los que atesoraban los coleccionistas romanos Enrico Quinto y Paolo Tinarelli: cerca de 900 conjuntos entre Poiret, Balenciaga, Dior, Madame Grès, Valentino o Yves Saint Laurent, comprados en 2006.

Fotografía de Ouka Leele para la campaña Moda española, de 1986, con prendas de Sybilla.Daniel Riera

La de Salgado no será su mayor adquisición en términos cuantitativos, pero sí significa un salto cualitativo. “Creemos que es necesario prestarle especial atención a las manifestaciones de la moda de vanguardia, que pueden funcionar perfectamente en un museo, sobre todo en uno abierto a la sociedad como quiere ser el nuestro”, afirma Gutiérrez.

Pero ¿cómo puede ser un espacio por definición destinado a la conservación y exhibición del pasado el destinatario de unas prendas que todavía podrían tener vida funcional, esto es, que cualquiera podría llevar ahora mismo por la calle? “Hemos tenido en cuenta el criterio de futuro. Estoy seguro de que se revalorizarán con el tiempo”, expone el comisario.

Vestido Le Main, de la colección otoño-invierno 2015-2016, de Jacquemus.Daniel Riera

Hay piezas significativas como un conjunto de la revolucionaria tercera colección de Martin Margiela —la de la primavera-verano 1990—, codiciado por la directora del MoMu de Amberes, Kaat Debo, ya que al parecer ni la emblemática casa que fundara el belga lo conserva completo en sus archivos. También cuenta con el gorro-peluca de piel del tándem alemán Bless o el vestido de lienzos rectangulares de Sybilla, el mismo que luce la modelo Cristina Barrera en la célebre imagen de la campaña Moda española, fotografiada por Ouka Leele en 1986. Esta colección ayudará a completar la narración de un museo que, aun contando con uno de los fondos más importantes de Europa, no llena la ausencia de moda masculina y la escasa representación de firmas de vanguardia que han acercado el diseño al arte conceptual.

Showroom de Felipe Salgado en Barcelona.Daniel Riera

“No solo es un reflejo de mi vida profesional, sino además una expresión de quién soy y de mis emociones”, dice de su legado el propio Felipe Salgado, un profesional del sector de renombre internacional. “Cada vez que he comprado algo es porque sentía que me hablaba directamente, de una manera visceral, ya fuera por razones culturales o puramente sentimentales”, explica el coleccionista. “La única moda que me interesa es aquella que conecta con su tiempo, algo de lo que hoy la industria parece incapaz”. Lo cierto es que hay que conocer la figura de este zamorano de 55 años, radicado en Barcelona, para comprender el alcance de su aportación a la moda de este país. A él se le debe, en gran parte, la introducción del diseño de vanguardia a principios de los noventa, primero como periodista —de la mítica Ajoblanco a la moderna B-Guided, pasando por la edición francesa de Glamour— y después como empresario. Hasta su cierre en 2016, su showroom en la Ronda de la Universitat condal fue el faro que iluminó el trabajo de dos generaciones de informadores, editores y estilistas. Que sea una de las pocas personas de las que haya noticia con línea directa con el mismísimo Martin Margiela quiere decir mucho. A pesar de haber desarrollado prácticamente todo su trabajo en Barcelona, Salgado tenía muy clara una condición para que su legado permaneciera en España: que no se quedara en Cataluña. Los motivos, dice, no son políticos. La razón reside en su proverbial desencuentro con los poderes fácticos de la moda catalana. “Siempre me trataron como un cero a la izquierda, ignorando todo cuanto he hecho”, sentencia.

Minivestido de gomas elásticas de Martín Lamothe de la colección otoño-invierno 2011-2012.Daniel Riera

Lo curioso del caso es que su colección saliera de la comunidad rumbo a Madrid el 12 de diciembre, en pleno momento álgido del procés y pocos días después del traslado del tesoro de Sijena. “No hay la más mínima implicación política en esta compra”, tercia Juan Gutiérrez. “Para nosotros, esto es un patrimonio internacional, que no puede sujetarse a intereses politizados. La moda se mueve con el mercado global y las demás cuestiones son secundarias. La fecha de la compra tiene más que ver con el cierre del año económico que con otra cosa, y no creo que nadie haya pensado en relacionar esto con el procés catalán… O eso espero”.

Corpiño mariposa de la colección Insect, de alta costura, de Thierry Mugler, para la primavera de 2017.Daniel Riera

Aún en fase de catalogación, la colección de Felipe Salgado comenzará a verse en la muestra permanente del Museo del Traje tras la rotación que se hará este verano. “Hay mucha filosofía en estos creadores, de ahí que la carga de contenidos que pueden facilitar abre muchas posibilidades para establecer distintas líneas expositivas”, concluye Juan Gutiérrez, que aún tiene entre manos la controvertida exhibición temporal dedicada al guardarropa de Carmen Lomana, primer golpe de efecto de una nueva estrategia para ganarle audiencia a la institución, que el año pasado recibió poco más de 100.000 visitantes.

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