El Gobierno premia sus grandes éxitos con mejores sueldos

Muchas cosas le pueden faltar a este Gobierno, pero entre ellas no está la autoestima. Le sobra a raudales, a juzgar por las palabras de Rajoy y el premio de fin de curso que esconden los presupuestos: una subida de sueldo del 1,5% que ya hubieran querido los pensionistas, los precarios y demás españoles azotadillos por el listón tan bajo en que se han colocado sus sueños.

“Algunos piden cambios en el Gobierno”, dijo Rajoy recientemente, “porque les preocupa lo bien que lo hace”. “Cumple bien su cometido”.

Y tan bien cree él que lo ha cumplido que tal vez convenga recordarle algu...

Muchas cosas le pueden faltar a este Gobierno, pero entre ellas no está la autoestima. Le sobra a raudales, a juzgar por las palabras de Rajoy y el premio de fin de curso que esconden los presupuestos: una subida de sueldo del 1,5% que ya hubieran querido los pensionistas, los precarios y demás españoles azotadillos por el listón tan bajo en que se han colocado sus sueños.

“Algunos piden cambios en el Gobierno”, dijo Rajoy recientemente, “porque les preocupa lo bien que lo hace”. “Cumple bien su cometido”.

Y tan bien cree él que lo ha cumplido que tal vez convenga recordarle algunos de sus grandes éxitos, y no precisamente los de la coral de ministros al son del luctuoso himno de la Legión:

— Cinco meses después de aprobarse el artículo 155, Cataluña sigue sumida en el bloqueo político sin más horizonte que un calendario judicial que empieza a dar disgustos. Rajoy aplica su receta de esperar sin actuar, pero esta vez la meta no se alcanza porque es móvil. Si al principio se situó en las elecciones, luego en la formación de Govern y después en la fiscalía alemana, ahora recala en el tribunal de Schleswig-Holstein. Dejar pudrirse la situación sin iniciativas, esta vez, tiene consecuencias de alto voltaje.

— La financiación autonómica prometida también se atasca sine die y las comunidades se exasperan, con razón, por la ausencia de propuestas para atender sus necesidades. A excepción del País Vasco, que cobra un precio más alto que su valor. Felicidades.

— El Gobierno respalda a Cristina Cifuentes, que ahora, en una pirueta tan descarada como admirable, se presenta como víctima de un sistema universitario que se muestra irregular. Pobre mujer. Ella se alegra de que la fiscalía abra una investigación, y un portavoz del PP lamenta que la Rey Juan Carlos pueda estar concediendo títulos “sin las acreditaciones suficientes”. ¿Recuerdan cuando el PP defendió que Gürtel era una trama “contra el Partido Popular”, en lugar de ser una trama “del Partido Popular”? Pues ahí seguimos.

— La violencia de género, para la que el Gobierno había prometido este año 200 millones, se queda con 80. Mala suerte, chicas.

— El I+D, la gran asignatura pendiente que podría cambiar la historia productiva y económica de este país, tampoco encuentra su momento. En 2015 solo se gastó la mitad de lo presupuestado. En 2016, solo se gastó en un tercio. Y en 2017, de nuevo un tercio. Mala suerte, científicos.

— Sin querer hacer sangre con los tuits de Gregorio Serrano sobre la evacuación de paquidermos en la A-30, pk 22/23, conviene recordar el punto de inflexión que han vivido las carreteras españolas. Las muertes vuelven a crecer después de 13 años de descensos. Mala suerte, conductores.

Se agota el espacio sin hablar de pensiones, dependencia, educación, agua, energías, políticas sociales y corrupción. Falta decir que, tras varios años de congelación durante la primera legislatura, este 2018 traerá al Gobierno una subida del 1,5%. Será por su buen trabajo.