Los cuatro muros del independentismo

El artículo 155, la falta de apoyo internacional, la huida de empresas y la barrera electoral bloquean el paso al independentismo

Ernest Maragall, presidente de la mesa de edad, felicita a Roger Torrent, nuevo presidente del Parlament.Vídeo: MASSIMILIANO MINOCRI / QUALITY

El independentismo se encuentra rodeado por cuatro muros.

El primero es el legal. Formado por el Estado de derecho, la Constitución y los tribunales de justicia y con su máxima expresión en el artículo 155, se ha demostrado infranqueable. Ninguna de las estrategias seguidas por el independentismo para superarlo (saltarlo, derribarlo, horadarlo o rodearlo) ha logrado hacer mella en él.

El segundo muro contra el que han chocado los secesionistas ...

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El primero es el legal. Formado por el Estado de derecho, la Constitución y los tribunales de justicia y con su máxima expresión en el artículo 155, se ha demostrado infranqueable. Ninguna de las estrategias seguidas por el independentismo para superarlo (saltarlo, derribarlo, horadarlo o rodearlo) ha logrado hacer mella en él.

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El segundo muro contra el que han chocado los secesionistas es el internacional. Más allá de las simpatías logradas por su carácter no violento y las imágenes de las cargas policiales del 1-O, el empeño en lograr la llamada “internacionalización” del conflicto y, con ello, el apoyo de la comunidad internacional, ha cosechado un estrepitoso fracaso. Ni el retorcimiento interesado del derecho a la autodeterminación ni la actividad de diplomacia pública desplegada en estos años han logrado, no ya el reconocimiento de la legitimidad de la causa independentista, sino siquiera que la comunidad internacional presionara o mediara ante el Gobierno para lograr un referéndum de independencia pactado.

El tercer muro es el económico: pese a los esfuerzos desplegados por convencer a operadores económicos del brillante futuro que espera a una Cataluña independiente, la incertidumbre generada por la certidumbre de que el proceso de secesión seria unilateral y, por tanto, costosísimo, no ha hecho sino aumentar.

El cuarto muro, también infranqueable, es el de la división social. Durante años, Diada tras Diada, los independentistas se acostumbraron a ser cada vez más y acariciaron alcanzar la mayoría electoral que legitimaría la secesión. Pero en las elecciones (supuestamente plebiscitarias) de 2015 fracasaron. Su empeño en ignorar ese hecho y seguir adelante pese a todo despertó a la otra mitad de la sociedad catalana, que en las manifestaciones de octubre y las elecciones del 21-D alzó el cuarto muro de contención.

Entre esas cuatro paredes, físicas en el caso de Junqueras y los encarcelados, mentales para los que están fuera, vive hoy el independentismo. Algunos siguen maquinando cómo sortearlas, pero otros comienzan a preguntarse cómo las elevaron y por qué se quedaron dentro. Pronto, esperemos, algunos empezarán a dibujar una puerta en la que llamar para poder salir.@jitorreblanca

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