Hollywood quiere pintar en el arte

United Talent Artist (UTA), la compañía que representa a Angelina Jolie o Johnny Depp, ha lanzado una división que ofrece a los creadores los mismos servicios que a las estrellas

'Phantom' (Fantasma) de Peter Lik.

Ningún gran museo del mundo colecciona su obra. Ningún crítico solvente ha redactado una sola línea sobre su trabajo. Ningún galerista con prestigio admite sus imágenes. Sin embargo, es el fotógrafo más caro del planeta.

Un manojo de luz se filtra a través de una caverna subterránea en el Antelope Canyon de Arizona. Peter Lik atrapa ese instante y lo revela en una fotografía en blanco y negro de gran formato. La imagen apenas difiere de las que muchos aficionados suben a Instagram. Incluso hay quien, como el marchante ingl...

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Ningún gran museo del mundo colecciona su obra. Ningún crítico solvente ha redactado una sola línea sobre su trabajo. Ningún galerista con prestigio admite sus imágenes. Sin embargo, es el fotógrafo más caro del planeta.

Un manojo de luz se filtra a través de una caverna subterránea en el Antelope Canyon de Arizona. Peter Lik atrapa ese instante y lo revela en una fotografía en blanco y negro de gran formato. La imagen apenas difiere de las que muchos aficionados suben a Instagram. Incluso hay quien, como el marchante inglés Michael Hoppen, la califica de “abominación”. Sin embargo, un coleccionista ha pagado por ella 6,5 millones de dólares (5,2 millones de euros). Con esa cifra, Phantom (Fantasma) se convirtió en 2014 en la foto más cara de la historia. Muchos dudaron de la noticia porque Lik es un espectro en el arte: pocos atienden cuando asegura que ha vendido 100.000 fotografías por 440 millones de dólares. Algo que le convertiría en el fotógrafo de mayor éxito económico de todos los tiempos.

Meses después, Forbes arranca un reportaje con otra noticia: “Es oficial, los artistas son las nuevas celebrities”. United Talent Artist (UTA), la compañía que representa en Los Ángeles a Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow y Johnny Depp, ha lanzado una división (UTA Fine Arts) que ofrece a los creadores plásticos los mismos servicios que a las estrellas de Hollywood. Presencia en cine y televisión, acuerdos con marcas de lujo. Más dinero. Eso sí, por un 10%. Al frente de esta empresa está Josh Roth, el abogado que intermedió en la compra del Fantasma de Peter Lik.

Tal vez Hollywood haya tardado mucho en comprender la enorme fuente de ingresos que son los artistas, pero no está dispuesto a malgastar un segundo más. ¿Por qué ignorar un mercado global de 51.000 millones de euros? Este sector, señala el galerista neoyorquino Sean Kelly, manejó el año pasado 20 veces más dinero en Estados Unidos que las 10 películas más importantes de la industria cinematográfica. “El arte ha sido subsumido por la economía y canibalizado por la moda”, lamenta Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. “Esta agencia es el típico disparate que llega de Hollywood”, critica el director de una de las principales galerías estadounidenses, que pide no ser citado.

Da igual. El ecosistema del arte solo escucha sus propios himnos y los acordes que suenan en las colinas de Hollywood son únicamente económicos. Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Jack Nicholson, Steven Spielberg coleccionan con avidez, Jim Carrey pinta y James Franco se ha reconvertido en artista conceptual y expone en la galería Pace, una de las más poderosas del planeta. Parece que el cine quisiera controlar el statu quo artístico. “Firmas de representación como UTA Fine Arts pueden funcionar para creadores con un volumen de negocio significativo y precios altos”, concede Vicente Todolí, exdirector de la Tate Modern. Ahí encajarían Jeff Koons, Murakami, Damien Hirst.

Porque todo empezó con Hirst. Un artista que ahogó un tiburón en formaldehido y lo vendió por 12 millones de dólares. Pero su fortuna sería impensable sin su agente, Frank Dunphy. Irlandés, brillante con los números, aprendió el oficio en el circo. Comenzó en los años cincuenta haciendo la renta a enanos, malabaristas y payasos que reclutaba en las carpas londinenses. Aunque su gran cliente fue Peaches Page. La primera bailarina exótica que emprendió una gira por Reino Unido. “Hacía la estatua. Aquellos días no te permitían ni mover un músculo”, recuerda Dunphy. En estos días, Hollywood busca que ningún artista con potencial se mueva: se ha propuesto tenerlos a todos bajo control.

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