Cómo lograr que su camiseta favorita dure para siempre

Un aclarado perfecto y un jabón neutro sumarán años a su ropa. Trucos de conservación para objetos cotidianos

Nada es eterno. Todo nace, cambia y muere. Pero no se asuste, esto no es un discurso en pro del pesimismo. Todo lo contrario, porque sabemos que cualquier objeto puede alargar un poco más su belleza y su utilidad si usted es capaz de entenderlo y de ofrecerle cuidados especiales y frecuentes.

Por ejemplo, la florista María Ángeles Álvarez, profesora universitaria de protocolo floral y au...

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Nada es eterno. Todo nace, cambia y muere. Pero no se asuste, esto no es un discurso en pro del pesimismo. Todo lo contrario, porque sabemos que cualquier objeto puede alargar un poco más su belleza y su utilidad si usted es capaz de entenderlo y de ofrecerle cuidados especiales y frecuentes.

Por ejemplo, la florista María Ángeles Álvarez, profesora universitaria de protocolo floral y autora de los libros 31 meditaciones con flores y Un castillo lleno de flores, descubre de qué manera podemos revitalizar hasta la aparente fragilidad de algo tan efímero como una flor.

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“Hay que partir de un concepto que es básico, pero que olvidamos: las flores solo toman agua del corte, por lo tanto, no nos empeñemos en llenar los jarrones hasta arriba y, sobre todo, dentro solo tienen que estar los tallos muy limpios, sin hojitas que puedan descomponerse y pudrir el agua”, explica. Un consejo general acompañado de truquillos específicos: “Las gerberas precisan unas gotas de alcohol en el agua; las rosas un poco de sal para cicatrizar los cortes, y los tulipanes, controlar la temperatura para evitar que se abran en lugares donde hay calefacción”, revela la experta, quien aconseja, por otra parte, que si observamos detenidamente cada flor, iremos descubriendo qué es lo que le conviene, qué hora y qué condiciones son las adecuadas para cortarla de la mata o qué lugar es idóneo para ella. “Es un ser vivo que nos acompaña. Si la despojamos de la mera consideración decorativa y miramos su naturaleza, sabremos lo que necesita y durará mucho más”, afirma.

Así que si usted puede hacer durar la existencia de algo delicado, podría hacer milagros con el resto de los objetos que usamos a diario.

1. El automóvil (y sus neumáticos): lento, muy lento

La máxima conduzca con suavidad ayuda a preservar la mecánica del motor en buen estado. Además, evita la emisión masiva de gases tóxicos y ahorra combustible, según asegura la Fundación RACC desde su web: “Las aceleraciones o desaceleraciones innecesarias conllevan un aumento del consumo de combustible del 2% y el 6% en áreas urbanas y suburbanas, respectivamente”. Un dato a tener en cuenta es la presión de los neumáticos, que también incide directamente en la vida útil de los mismos. “Las presiones incorrectas, además de poner en peligro nuestra seguridad, afectan en el desgaste prematuro e irregular de los neumáticos. Si el neumático tiene demasiada presión se producirá un excesivo deterioro por el medio. Si tiene poca, se desgasta por los laterales, es más inestable y se produce un aumento del consumo”, afirman los portavoces de comunicación de la fundación. Un truco: el dibujo de las ruedas tiene que tener como mínimo 1,6 milímetros de profundidad, pero es recomendable que sea de 3.

Siga estas otras pautas que ofrece la Fundación RACC:

Otras pautas que alargarán la vida útil de su coche más allá de los 10 años (o 250.000 kilómetros), según la Fundación RACC son:

  • Mire regularmente si después de aparcar deja manchas de grasa en el suelo. En ese caso, acuda al taller.
  • Controle que no hay un incremento extraño del consumo de combustible. Podría ser síntoma de una avería.
  • Los bornes de contacto de la batería tienen que estar limpios, protegidos con vaselina o grasa, y bien apretados.
  • Vigile los niveles de aceite y de agua para no tener disgustos inesperados.
  • Y muy importante: haga siempre las revisiones mecánicas cuando el ordenador de a bordo se lo comunique. Si su coche no lo incorpora, piense que lo ideal es una revisión cada 15.000 kilómetros.

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2. La bolsa de maquillaje: lavado suave y un correcto almacenaje

Los cosméticos también tienen un límite de tiempo, que empieza a contabilizar desde el momento en el que se abren (verá en el envase el símbolo de un bote con un número y la letra M de los meses durante los que debe usarlo). De sobrepasar esta fecha, el producto podría causar reacciones alérgicas en la piel. “Los organismos de las personas reaccionan de diferentes formas. Algunos podrían padecer infecciones, erupciones, resequedad, reacciones alérgicas, etc. Por eso, debemos hacer caso de la caducidad, y vigilar el aspecto y su olor. Es muy característico el aroma de un cosmético caducado: en los grasos, por ejemplo, es a rancio. La disminución de untuosidad también es otra señal de caducidad o de que se ha echado a perder por dejarlo abierto”, afirman Teresa Casol y Estela Fernández, maquilladoras profesionales y profesoras de la Academia de Maquillaje Artístico Stick Art Studio.

Para evitar el estropicio antes de la caducidad, siga estas pautas que nos dan las expertas:

  • No deje abiertos los envases ni en temperaturas extremas.
  • No toque el producto con los dedos sucios y procure mantener las herramientas limpias. Lávelas una vez a la semana con jabón neutro y agua caliente para eliminar el exceso de producto graso.
  • No frote el pelo de los pinceles y las brochas de forma brusca (estos, obviamente, no caducan, pero pueden vivir hasta 5 años, si los trata bien). Retire el exceso de agua presionando con los dedos, y después con una toalla limpia. Déjelos secar al aire libre en posición horizontal para que la humedad no se estanque en el manquillo. Y no use el secador: despeina el pelo y puede quemarlo.
  • Lave las esponjas y las borlas en agua jabonosa y tibia, sin frotarlas fuertemente para no deformarlas.

3. Vestidos, pantalones y camisetas: jabón neutro y obediencia

Es obvio que con el número de lavados, más el uso, las fibras de los tejidos de la ropa acaban desgastándose, pero unas buenas prácticas ayudan a no acortar su vida. Lo fundamental, como indica Isabel Soriano, jefa del Área de Innovación del Instituto Tecnológico Textil (AITEX), es seguir las instrucciones de lavado a rajatabla. "Hay que pensar que la simbología de conservación que está marcada en la etiqueta es la correcta. Si pone que la temperatura de lavado ha de ser de 30 ºC, no hay que sobrepasarla”, puntualiza la experta de este centro nacional en el que, entre otras actividades, se realizan ensayos de laboratorio para analizar los tejidos y evaluar sus reacciones ante ciertos agentes externos.

Por otro lado, como asegura Soriano, también influyen otros factores: “Cuanto más jabón neutro se utilice, sin blanqueadores ni agentes oxidantes, menos se dañará la ropa. Y hay que cerciorarse de que se ha aclarado del todo”, afirma.

El tercer mandamiento es organizar la colada con orden y concierto: “Hay que procurar catalogar las prendas por sus colores y por su composición, intentando que las fibras sintéticas se laven por un lado y las naturales por otro, pues el tratamiento es diferente”, explica. ¡Ojo! La lana y el algodón, aunque sean naturales ambas, no han de mezclarse. La primera, siempre en agua fría para que no se fieltre, a mano o por separado en un programa especial de la lavadora y sin centrifugados agresivos. No está probado científicamente que las secadoras estropeen la ropa, pero la especialista sospecha que un uso continuado de este aparato podría estropear nuestras prendas. En cuanto al proceso de tendido, añade: "Es imposible estirar antes muy bien la ropa para evitar posteriores planchados que afectan a los tejidos". Y continúa: "Una camiseta de algodón de calidad, bien cuidada, puede durar para siempre".

4. El teléfono móvil: tan sencillo como usarlo menos

Es un drama contemporáneo: la batería del smartphone dura lo que un estornudo. Por desgracia, poco se puede hacer, porque, tal y como apunta el ingeniero técnico informático José Andrés Vicente Lober, profesor asociado del Área de Ingeniería de Sistemas y Automática de la facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca, en las baterías existe una degradación química natural. "Van reduciendo su capacidad en función del tiempo, aún sin uso. Según cada fabricante y calidad de la batería tienen un número de cargas limitado. Por ejemplo, las baterías que podríamos llamar normales admiten entre 300 y 400 ciclos de carga (un año en condiciones óptimas) y alrededor de 1.000 en las de más calidad”, detalla. De todas formas, existen algunos consejos que nos permitirán optimizar sus horas de uso:

  • No exponga el terminal a fuentes de calor (como radiadores o una mesa a pleno sol).
  • Elimine las aplicaciones que no use. “Lo normal es activar el Bluetooth, Wi-Fi o GPS solo en los momentos en los que los necesitemos”, dice el experto.
  • La pantalla es uno de los elementos que más consume de forma instantánea, junto con la CPU. “Debemos usarla lo menos posible. ¿De qué modo? Bajando el brillo y acortando el tiempo de apagado de la pantalla, por ejemplo”, sugiere el profesor Vicente.
  • Limite en general el uso de su smartphone. Según una encuesta realizada por la OCU, el 25% de los españoles es adicto al móvil y pasa una media de 33 horas semanales enganchado al aparato. Cuanto menos lo use, más carga tendrá. Además, la interacción con otras personas cara a cara le resultará emocionalmente muy saludable.
  • La misma encuesta especifica que el 65% de los usuarios confiesa mantener el móvil cerca y siempre encendido. Esto implica llevarlo encima a todas horas, incluso en lugares tan sucios como la cocina, o tan íntimos como el cuarto de baño. Evite riesgos innecesarios si no quiere ver cómo acaba mojado, manchado o, peor aún, hundido.

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