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Richard Ford, fotógrafo antes de la fotografía

La Real Academia de San Fernando recupera las ilustraciones de sus viajes por España de 1830 a 1833, hasta el 1 de febrero

Ford nos ha legado un conjunto de dibujos a lápiz y tinta, así como acuarelas, que permiten reconstruir la imagen de España, tal como era en los años posteriores a la guerra contra Napoleón. La mayoría de los 203 dibujos seleccionados en la exposición son obras inéditas hasta ahora, y nos descubren la imagen de la España que embriagó a los viajeros románticos. En la imagen, vista desde el campo de batalla de Talavera. Acuarela sobre papel.richard ford
Cuando Ford se acercaba al ámbito de lo urbano, prefería las vistas generales, e incluso disfrutaba retratando el entorno de las ciudades y su periferia. Frente a los edificios singulares, optaba por representar las calles y plazas con su actividad cotidiana. Sus dibujos y acuarelas sirven por tanto como memoria fiel de un tiempo y de un país que amaba. En la imagen, vista desde la Cartuja, en Sevilla, una de las obsesiones del autor. Acuarela sobre papel.richard ford
“Los (viajeros) que aspiran a lo romántico, lo poético, lo sentimental, lo artístico, lo antiguo, lo clásico, en una palabra a cualquier tema sublime y bello, encontrarán en el actual y el antiguo estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno en ristre por este curioso país, que oscila entre Europa y África, entre la civilización y la barbarie”. Para Ford la cristalización de estas obsesiones del viajero se daba en Granada, "musa" del autor a la que dedica buena parte de la exposición. En la imagen, nicho en la entrada del Salón de los Embajadores, en la Alhambra. Acuarela sobre papel.richard ford
Los itinerarios de Ford le llevan a lo largo de tres años a recorrer todo el arco del Levante, desde tierras almerienses hasta Barcelona; a tomar la Ruta de la Plata y llegar hasta Santiago de Compostela a través de Extremadura y Castilla. A visitar Madrid y moverse por Toledo, Salamanca, Segovia o Guadalajara. A rastrear las huellas de la mezcla de oriente y occidente en Andalucía, estableciendo su residencia en Sevilla y Granada. En la imagen, la iglesia del monasterio de Santa Paula, en Sevilla. Acuarela sobre papel.richard ford
Cuando el libro se edita, la fotografía acaba de nacer, y quedaba mucho tiempo por delante para que se convirtiera en una herramienta útil y accesible para fijar la realidad. En la imagen, la peña de los Enamorados de Antequera (Málaga). Aguada sobre papel.richard ford
Viajero impenitente, la atracción que siente por los monumentos heredados del pasado es indispensable en la obra de Ford, lo que convierte sus dibujos en una fuente iconográfica extraordinaria, antes de que apareciera el fenómeno de la restauración. En la imagen, el acueducto de los Milagros, en Mérida (Badajoz). Acuarela sobre papel.Richard Ford
Ford realizó numerosos dibujos esos años que pasó recorriendo españa (unos 500), pero no fueron publicados, y se los llevó consigo a Inglaterra tras su marcha definitiva en 1833. Las imágenes han permanecido hasta hoy en poder de la familia Ford, que ha conservado ese legado en su integridad. En la imagen, Paisaje con el Puente del Diablo, en Martorell (Barcelona). Aguada sobre papel.richard ford
Por último, el protagonista de la exposición. El viajero incansable, el hombre cuyas manos fotografiaron, antes de la fotografía, la españa de 1830. En la imagen podemos ver un triple retrato de Richard Ford vestido como como “majo serio” en la Feria de Mairena (Sevilla), en 1832, hecho por el pintor costumbriosta José Domínguez Bécquer. Acuarela sobre papel.José Domínguez Bécquer