Opinión

Destino desigual

Los datos estructurales de un país a la baja son muchos. No se disimulan con la coyuntura

Gotean todos los días las noticias y declaraciones sobre la recuperación económica en España. Pero hay otras realidades de un país a la baja de modo estructural que han de tener al menos idéntica jerarquía en el análisis del momento en el que estamos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) proporciona continuamente ejemplos de esa realidad a la baja.

Por ejemplo, el hecho de que el porcentaje de paro se reduzca se debe en buena parte a que disminuye la población activa y aumenta el número de desanimados, emigrantes y jubilados, y no a que haya muchos ciudadanos que encuentran un pue...

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Gotean todos los días las noticias y declaraciones sobre la recuperación económica en España. Pero hay otras realidades de un país a la baja de modo estructural que han de tener al menos idéntica jerarquía en el análisis del momento en el que estamos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) proporciona continuamente ejemplos de esa realidad a la baja.

Por ejemplo, el hecho de que el porcentaje de paro se reduzca se debe en buena parte a que disminuye la población activa y aumenta el número de desanimados, emigrantes y jubilados, y no a que haya muchos ciudadanos que encuentran un puesto de trabajo. Por ejemplo, que la población en riesgo de pobreza en España se reduce en un año del 20,8% del total al 20,4% no porque haya menos pobres sino porque todos somos más pobres y disminuyen los ingresos que miden esa tasa de riesgo de pobreza.

La encuesta de condiciones de vida (ECV) de 2013 corrobora esta tesis: el umbral de riesgo de pobreza se fija en el 60% de la mediana (la mitad de los individuos por debajo de dicho valor, y la mitad por encima) de los ingresos por unidad de consumo. Pues bien, al disminuir los ingresos de la población también disminuye el umbral de riesgo de la pobreza.

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Descontando el efecto de la variación de precios, se está produciendo una pérdida de poder adquisitivo desde 2008

La ECV incorpora un indicador más fino del riesgo de pobreza o exclusión social, que combina tres conceptos: el riesgo de pobreza, que ya hemos definido en el párrafo anterior; la carestía material (que comporta aspectos tales como no poder irse de vacaciones al menos una vez al año; no poder comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días; no poder mantener la vivienda con una temperatura adecuada; retrasarse en el pago de los gastos relacionados con la vivienda principal, no disponer de coche, televisión o lavadora...), y una baja intensidad en el empleo (hogares en los que sus miembros en edad de trabajar lo hicieron menos del 20% del total de su potencial de trabajo). Pues bien, este indicador subraya que la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social se situó en 2013 en el 27,3% de la población residente en España, siguiendo la tendencia ascendente de los últimos años.

No son las únicas señales descendentes. Según la empresa de recursos humanos Adecco, el salario bruto de los españoles (1.634 euros de media, al mes) era el año pasado un 17,1% menor que la media europea (y un 36,5% menor que el de su homólogo alemán, un 28,7% que el de Francia, o un 28,1% que el de Reino Unido). Descontando el efecto de la variación de precios, se está produciendo una pérdida de poder adquisitivo desde 2008. Pese a ello, llega la delegación del Fondo Monetario Internacional a nuestro país y aconseja una mayor devaluación interna. Christine Lagarde, su directora gerente, es la preferida de la señora Merkel y de buena parte de la City para sustituir a Durão Barroso y presidir la Comisión Europea, sin atender a los resultados de las recientes votaciones al Parlamento Europeo. ¡Díos mío!

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