Hay un hombre que lo come todo en España

La comida debe de ocupar una parte muy notable del cerebro de don Miguel Arias Cañete, yo calculo que el mismo que los donuts y la cerveza en el de Homer Simpson

Antes de que alguien me reproche que me repito cual gazpacho con 20% de ajo, reconozco que ya hablé de Miguel Arias Cañete en un pasado no muy lejano, cuando el lío del yogurgate. Sin embargo, no me queda más remedio que insistir, por actualidad —...

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Antes de que alguien me reproche que me repito cual gazpacho con 20% de ajo, reconozco que ya hablé de Miguel Arias Cañete en un pasado no muy lejano, cuando el lío del yogurgate. Sin embargo, no me queda más remedio que insistir, por actualidad —ese señor azul que sale en los carteles del PP no es el Padre Abraham que vuelve con los pitufos, sino el candidato de dicho partido a las europeas— y porque su pintoresca personalidad no da para una, sino para mil columnillas.

Además de su figura de osito recién salido del Bears Bar y su incontestable habilidad para mostrarse como un político cercano, a Cañete le ha hecho famoso su afición al ñampa-zampa, como diría el también osuno David de Jorge. Hace unos meses pude comprobarlo en persona, cuando le conocí en un acto de la Indicación Geográfica Protegida Carne de Ávila que presentamos el cocinero Sergio Fernández y yo. En el cóctel, a mí no me hizo mucho caso, cosa bastante sensata por su parte, pero extrajo de Sergio toda la información que pudo sobre dónde comprar buena carne y cómo cocinarla correctamente. No me pareció pose o cháchara, sino verdadera necesidad de tragón.

La comida debe de ocupar una parte muy notable del cerebro de don Miguel, yo calculo que el mismo que los donuts y la cerveza en el de Homer Simpson. Son ya míticas sus declaraciones sobre los camareros “de antes”, que según él destacaban sobre los ineficaces camareros inmigrantes de ahora por suministrarle las “tostadas con manteca colorá” con diligencia. Seis años después de aquello, acaba de decir que Vox, el partido de Ortega Lara y Vidal-Quadras, es una “sardina pequeñita”, cuando si los quería llamar parásitos habría sido mejor compararlos con el anisakis, que da más yuyu.

La prueba definitiva de su ansiedad por el yantar ha llegado, cómo no, de Internet. Alguien ha creado el blog Arias Cañete comiendo, que recopila fotos suyas engullendo canapés, pinchos, tapas, jamón, anchoas, melocotones, aceites, vinos y cualquier clase de producto de la fértil España. Desde la derecha dirán que ha comido tanto en público por haber sido ministro de Alimentación; desde la izquierda más conspiranoica y aburrida, que todo es un montaje para humanizarle y de paso distraer la atención sobre los recortes. Por alguna extraña razón, a mí con este blog me pasa como con su posible inspirador, Kim Jong Il mirando cosas: como metáfora, me cuenta más sobre el personaje y su espíritu depredador que cien artículos sesudos.

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