España reduce la media de estudiantes por profesor a 10,6 tras incorporar a 114.000 docentes en una década

Las comunidades autónomas con menos alumnos por enseñante tienden a lograr mejores resultados en el Informe PISA

Entrada al instituto público Pablo Neruda, en Leganés, Madrid, antes del inicio del examen para ingresar en el cuerpo de profesores de secundaria, en 2023.Diego Radames (Europa Press)

Nunca ha habido tantos profesores en España. 784.425, lo que supone 114.638 más que hace una década, en pleno impacto de los recortes que siguieron a la gran crisis financiera, según las estadísticas publicadas al término del último curso por el Ministerio de Educación. Y nunca, desde que hay registros, ha sido tan bajo el número de estudiantes por docente: 10,6, por debajo de las medias de la UE y la OCDE. El nivel alcanzado es producto de una...

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Nunca ha habido tantos profesores en España. 784.425, lo que supone 114.638 más que hace una década, en pleno impacto de los recortes que siguieron a la gran crisis financiera, según las estadísticas publicadas al término del último curso por el Ministerio de Educación. Y nunca, desde que hay registros, ha sido tan bajo el número de estudiantes por docente: 10,6, por debajo de las medias de la UE y la OCDE. El nivel alcanzado es producto de una conjunción de factores, y su análisis requiere un buen número de matices. El principal, que la situación es muy desigual en función de las etapas educativas y el territorio donde se mire, advierte Héctor Adsuar, responsable de educación pública de Comisiones Obreras. A grandes rasgos, las comunidades autónomas con menor número de alumnos por profesor tienden a situarse entre las que mejor resultados obtienen en el Informe PISA, y a la inversa.

La mejora del número medio de estudiantes por docente ―que se obtiene dividiendo el total de alumnado por el total de profesorado en la enseñanza de régimen general, y no hay que confundir con las ratios de estudiantes por grupo, que es el número máximo que legalmente puede haber en las clases de cada etapa educativa― se ha producido en paralelo al hundimiento de los nacimientos. Pero la relación entre ambos factores es compleja. La natalidad lleva cayendo en España desde 2008, salvo el levísimo repunte de 2014, y, pese a ello, el número total de alumnado matriculado en enseñanzas de régimen general no universitarias sigue aumentando: el curso pasado se alcanzaron los 8.337.537 estudiantes, la mayor cifra desde 1991.

La caída sostenida de los nacimientos y el aumento del alumnado conviven porque la debacle del segundo ciclo de infantil (3-6 años) y la primaria (6-12), que en una década han perdido 441.404 niños, se ha visto compensada por el crecimiento en otras etapas. La expansión ha sido verdaderamente extraordinaria en el primer ciclo de infantil (0-3 años), que pese al derrumbe de la natalidad ha ganado 40.188 alumnos en una década, y en Formación Profesional, con una subida de 400.112 estudiantes en el mismo periodo. La creación de nuevas plazas en ambas etapas ha sido una de las prioridades del actual Gobierno, que ha utilizado para ello los fondos europeos de recuperación. Por su naturaleza, las dos etapas suelen tener menos alumnos por profesor que otras, el primer ciclo de infantil por la corta edad de los niños, y la FP por la gran diversidad de la oferta.

La Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sigue, en cambio, ganando alumnado como consecuencia de una onda demográfica anterior, aunque cada vez con menos energía. El curso pasado el aumento fue de 17.465 chavales, lo que supone una tasa de variación del 0,8, tres veces menos que hace seis años. La matrícula en Bachillerato permanece estable desde hace una década.

La caída de la natalidad, especialmente donde ha sido más fuerte, como en el norte de España, está cambiando la configuración de los colegios. La escuela pública Alto Ebro, en Reinosa, Cantabria, una comunidad donde las clases de 3 a 6 años han perdido en un lustro un 30% de niños, tendrá el curso que viene varias clases con 14 alumnos, cuando no hace mucho tiempo estaban a más de 20. “Cae por su propio peso que así las condiciones para que los niños reciban una enseñanza mejor, más personalizada, aumentan”, comenta su director, Óscar Ruiz.

La enseñanza pública ha sido el motor del incremento del profesorado. En toda España y para el conjunto de las etapas ―la estadística oficial no permite hilar más fino―, ha ganado 93.442 profesores en una década, 60.482 solo en el último lustro, hasta sumar 596.705. La educación privada, incluyendo la pura y la concertada, ha incorporado 21.196 y 6.729 docentes en los últimos 10 y 5 años respectivamente, hasta llegar a los 214.720. El número medio de alumnos por profesor se sitúa en la pública en 9,8, después de haber mejorado un 15,5% en 10 años, y en 12,9 estudiantes en la privada, tras haber mejorado un 3% en el mismo periodo.

El director del colegio público Alto Ebro de Reinosa hace un apunte que ayuda a enmarcar esos datos. “No sé si es que antes no se detectaban, pero cada vez nos llegan más alumnos con necesidades educativas que requieren más recursos: maestros de pedagogía terapéutica, audición y lenguaje, fisioterapeutas, técnicos sociosanitarios… Y en nuestra zona hay colegios concertados que, a las familias con alumnos con necesidades especiales, lo que hacen es invitarles a que se vayan a la pública, con el argumento de que aquí van a contar con los recursos que les hacen falta”.

Las tres comunidades españolas con mejor resultado en el Informe PISA —una evaluación internacional que realiza la OCDE— son Castilla y León, Asturias y Cantabria, y figuran entre las cinco autonomías que menos estudiantes por profesor tienen. Y las tres con peor resultado, Canarias, Andalucía y Castilla-La Mancha, se sitúan en el grupo de las siete con más estudiantes por profesor. La correlación entre ambos factores existe, pero es moderada, porque el rendimiento educativo es un plato compuesto por diversos ingredientes, el principal: la extracción socioeconómica del alumnado.

Llama la atención, con todo, que Cataluña, la cuarta comunidad con mayor PIB per cápita, y al mismo tiempo la penúltima en número de estudiantes por profesor, saliera mal parada en PISA, quedando cuarta por la cola. Entre las comunidades que la superaron se encuentra Extremadura, el segundo territorio con menos riqueza por habitante, pero la que menos estudiantes tiene por docente 8,9 (igual que Cantabria). Madrid constituye la principal excepción a la tendencia: es la que tiene más estudiantes por profesor, 12,2, y la cuarta comunidad con mejor resultado en PISA, aunque también es la comunidad más rica.

La OCDE ofrece una comparación internacional con datos de 2021, basado en profesorado a tiempo completo. España aparece en ellos con una media de 12 estudiantes por docente en primaria, 11 en secundaria, y 11 en bachillerato, por debajo de los promedios de la OCDE (15, 13 y 14) y la UE (15, 12 y 14).

Abel Macías, presidente de la asociación extremeña de directores de colegios públicos, tiene en su escuela de Badajoz unos 18 niños por clase. “Es una delicia. Como debería ser la educación. Porque puedes trabajar mejor con ellos, aplicar metodologías más activas, atenderles de forma más individualizada”, afirma.

Recortar o no

El vacío generado en los colegios está llevando a algunas comunidades, como la Comunidad Valenciana o Andalucía, a eliminar grupos en la pública, lo que hace presagiar recortes de personal. Otros territorios, como Asturias, lo están aprovechando, en cambio, para bajar las ratios máximas de forma estable, y para crear una estructura permanente, pública y gratuita de escuelas de 0-3, buscando aunar, dice su consejera de Educación, Lydia Espina, además de una mejora educativa, “la cohesión territorial, el asentamiento de población en la zona rural, la igualdad de oportunidades y la conciliación familiar”.

El instituto público que Xisca Bonet dirige en Porto Cristo, en la costa oriental de Mallorca ―como la mayoría de centros de secundaria españoles― no ha notado, entre tanto, una reducción significativa de alumnos. “En ESO tenemos entre 26 y 28 estudiantes. En teoría podrían ser 30, pero en la práctica sería inviable, porque tenemos mucho alumnado recién llegado y con necesidades educativas. En nuestra caso, la dificultad no disminuye cada curso, sino que aumenta”.

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