Bruselas promueve un título universitario con sello europeo para facilitar la movilidad

La Comisión busca atraer a estudiantes de terceros países, y “reforzar el sentido de identidad y pertenencia” del continente

Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, el pasado febrero en Bruselas.delmi álvarez

Bruselas quiere ir más allá en la promoción de la educación europea y propone trabajar para la creación, en un futuro, eso sí, aún impreciso, de un diploma universitario “europeo”, emitido de forma conjunta y voluntaria por universidades de diversos países de la UE que colaboren en programas comunes bajo una serie de criterios validados a nivel de los Veintisiete. La ambición de este proyecto, que tendría una fase preliminar de conceder una “e...

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Bruselas quiere ir más allá en la promoción de la educación europea y propone trabajar para la creación, en un futuro, eso sí, aún impreciso, de un diploma universitario “europeo”, emitido de forma conjunta y voluntaria por universidades de diversos países de la UE que colaboren en programas comunes bajo una serie de criterios validados a nivel de los Veintisiete. La ambición de este proyecto, que tendría una fase preliminar de conceder una “etiqueta europea” adicional para algunas universidades que ya emiten titulaciones conjuntas mediante programas propios, es reducir la burocracia actual para convalidar títulos, ensalzar la marca de calidad educacional europea y, también, aumentar el atractivo de las instituciones educativas de la UE para estudiantes de terceros países, además de “reforzar el sentido de identidad y pertenencia europea”.

“Nuestra visión es hacer la educación superior europea más competitiva e interconectada, así como asegurar un lugar para Europa en la carrera global de talentos”, ha explicado la comisaria europea de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud, Iliana Ivanova. “Queremos que Europa se convierta en un destino educacional para terceros países, y tener un grado europeo sería una ventaja”, ha acotado en rueda de prensa el vicepresidente de la Comisión responsable del Estilo de Vida Europeo, Margaritis Schinas.

Para Bruselas, la educación transnacional está pasando a ser una “necesidad” y “condición para equipar a las generaciones futuras con las competencias y habilidades que la sociedad europea requerirá para prosperar en un mundo cada vez más interconectado”.

El “grado europeo”, desde licenciatura a máster o doctorado, será un programa voluntario, subraya la Comisión Europea, que este miércoles ha presentado la hoja de ruta para llegar a esta nueva titulación que, asegura, sería “automáticamente reconocida en toda la UE”. Para poder emitir esta titulación final, que será solo “una opción más” que no afectará a la legislación nacional, puesto que la educación es una competencia de los Estados miembros, Bruselas propone un proceso gradual: lo primero, aplicable más rápidamente, es crear una “etiqueta europea” que se otorgará junto a las titulaciones propias de las universidades para los licenciados en instituciones superiores que ya tengan programas conjuntos con universidades de otros países. Actualmente, existen ya al menos 2.000 programas conjuntos de instituciones de educación superior, aunque según fuentes comunitarias, no todos cumplirán los criterios requeridos para recibir ese sello europeo.

El paso definitivo —aunque la Comisión subraya que no se trata de una vía u otra, sino que ambas son compatibles— sería el llamado “grado europeo”, una “nueva cualificación” bien emitida de manera conjunta por varias universidades o, posiblemente, agrega, por una “entidad legal europea” establecida por las universidades.

Para poder emitir esta titulación, se requerirá, entre otros, que en el programa conjunto participen al menos dos instituciones de educación superior de al menos dos países distintos. El programa deberá ser diseñado e impartido conjuntamente por todas las instituciones participantes. Además, los estudiantes que cursen dichos estudios deberán realizar al menos varios créditos en una universidad de otro país participante en el proyecto, aunque también se deberán ofrecer “alternativas para los estudiantes que no puedan viajar”, señala la propuesta, sin proporcionar más detalles.

Según el vicepresidente de la Comisión responsable del Estilo de Vida Europeo, Margaritis Schinas, el grado europeo es el “último gran paso” para lograr un ambicioso proyecto europeo de educación que tiene en el programa Erasmus uno de sus mayores éxitos. Esta nueva titulación proporcionará “claridad y perspectiva” a una demanda, asegura, que parte de las propias universidades, los estudiantes y hasta las empresas que quieren una mayor claridad en las titulaciones y convalidaciones de estudios.

“Nuestra idea es que al poner sobre la mesa esta vía opcional de un grado europeo, esta acabará siendo tan atractiva que la gente la pedirá y las universidades lo ofrecerán”, ha confiado Schinas, para quien esta titulación, completamente compatible con las propias de cada país —”solo es una vía opcional”, ha insistido—permitirá acabar con los “obstáculos y demasiada burocracia y hasta desigualdades” que sigue habiendo en la educación superior europea.

Bruselas está convencida de que la posibilidad de una titulación europea impulsará la cooperación transnacional entre las instituciones de educación superior en los 27 Estados miembros, facilitará la “movilidad educativa” y el desarrollo de programas conjuntos y aumentará la capacidad de responder de forma rápida a las necesidades “rápidamente cambiantes” de la sociedad y el mercado.

En cualquier caso, desarrollar esta propuesta, si es aceptada por los Veintisiete, quedará en manos de la próxima Comisión Europea que surja tras las elecciones europeas de junio.

El actual Ejecutivo europeo propone ante todo crear, en algún momento de 2025, un “laboratorio europeo” para desarrollar, junto con los Estados miembros y la comunidad de educación superior, “directrices generales para un grado europeo”. Al mismo tiempo, se lanzarán “proyectos de vías para un grado europeo” dentro del programa Erasmus+ para proporcionar “incentivos financieros” a los Estados, universidades, estudiantes y socios económicos y sociales que les animen a unirse a este proyecto de titulación común.

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