Los futuros maestros se formarán en habilidades sociales y en cómo prevenir la violencia de género
El Gobierno unifica la formación de magisterio, refuerza las especialidades docentes, y sienta las bases para seleccionar a buenos profesores en ejercicio para que sean mentores en los colegios
Los nuevos maestros de Primaria y de Infantil se formarán durante la carrera en “habilidades interpersonales”, prevención de la violencia de género y respeto a la diversidad afectivo-sexual, “personal, familiar, social y cultural” del alumnado. EL PAÍS ha tenido acceso a las nuevas órdenes del Ministerio de Universidades que establecen los requisitos mínimos que deberán cumplir todos los planes de estudio de Magi...
Los nuevos maestros de Primaria y de Infantil se formarán durante la carrera en “habilidades interpersonales”, prevención de la violencia de género y respeto a la diversidad afectivo-sexual, “personal, familiar, social y cultural” del alumnado. EL PAÍS ha tenido acceso a las nuevas órdenes del Ministerio de Universidades que establecen los requisitos mínimos que deberán cumplir todos los planes de estudio de Magisterio. Las normativas, una para Infantil y otra para primaria, unifican los contenidos que los futuros docentes deberán adquirir independientemente de donde estudien, refuerzan la enseñanza de las especialidades docentes, como Lengua extranjera, Educación física y Música, generalizan el aprendizaje digital y cambian la denominación oficial de las titulaciones, que pasarán a llamarse Maestra/o en Educación Primaria (ahora solo hace referencia a maestro) por tratarse de carreras muy feminizadas.
Las nuevas órdenes se publicarán en los próximos meses, pero entrarán en vigor en el curso 2025/2026. Las órdenes a las que sustituirán son muy escuetas. Cuando se publicaron en BOE, en el año 2007, apenas ocuparon ocho páginas. Los nuevos documentos suman, en cambio, 78 páginas. Recogen gran parte de los planteamientos realizados al Gobierno por la Conferencia de Decanos de Educación (aunque, como adelantó este periódico, no incluyen los exámenes especiales de ingreso que reclamaban las facultades). Y tratan de definir mucho más un perfil común de maestros para España.
Las universidades seguirán teniendo margen para concretar cómo serán sus títulos, pero los contenidos, el enfoque competencial, la estructura, y el peso mínimo de las distintas partes de la carrera quedan mucho más establecidos. Se limita la tendencia de ciertas universidades privadas a ofrecer una formación cada vez más virtual. Las órdenes establecen que las carreras de Magisterio podrán ser presenciales o híbridas. Y que en todo caso un 60% de las horas serán presenciales.
La normativa establece una nueva estructura de especialidades para Primaria (en Infantil no había y seguirá sin haber), que las órdenes llaman “menciones” y coinciden con las que después se ofertan en las oposiciones docentes. Cada mención tendrá 48 créditos (la carrera tiene en total 240 créditos), y serán: Mención en Educación Primaria; en Audición y Lenguaje; en Educación Física; en Educación Musical; en Lengua Extranjera, y en Pedagogía Inclusiva (que sustituye a la Pedagogía Terapéutica, una expresión considerada problemática). Cursar las menciones supondrá “una intensificación curricular o itinerario específico en torno a un aspecto formativo determinado del conjunto de conocimientos, competencias y habilidades que conforman el plan de estudios”.
Para hacer hueco a las especialidades, se han quitado horas de las disciplinas generalistas, lo que puede generar protestas de las disciplinas generalistas, como Teoría e historia de la educación o Psicología evolutiva. El alumnado podrá, sin embargo, elegir la mención de Educación Primaria (que profundiza en dichos conocimientos generales) o estudiar más de una.
Haber cursado una mención no implicará, de momento, cambios a la hora de presentarse a las oposiciones docentes. No hará falta, por ejemplo, tener la especialidad de Música para presentarse a dichas plazas. Fuentes universitarias consideran, sin embargo, que a medio plazo lo lógico sería que sí hubiera una relación, y que al menos contar con la mención dé más puntos en las oposiciones o en las bolsas de interinos. Eso queda, en todo caso, fuera del ámbito de competencia de las nuevas órdenes, y tendría que ser decidido por el Gobierno tras negociarlo con las comunidades autónomas y los sindicatos docentes.
El secretario general de Universidades, José Manuel Pingarrón, afirma que la normativa busca alinear la formación de los nuevos maestros con la reforma educativa general. Y que su ministerio está abierto a recibir propuestas e introducir cambios en los borradores, que acaban de sacar a exposición pública.
Colegios y mentores acreditados
Las órdenes sientan las bases para transformar el aprendizaje práctico de los estudiantes de Magisterio, y aproximarlo a un MIR docente o sistema de inducción en el que los nuevos maestros se incorporen al trabajo de la mano de profesores con experiencia que se caractericen por su buen hacer. La referencia en la orden es aún general y exigirá un desarrollo posterior, pero supone un avance. Las órdenes establecen, en concreto, que las prácticas externas “tendrán un marcado carácter profesionalizador y serán impartidas, en modalidad presencial, en centros escolares de educación primaria acreditados y por docentes universitarios y maestras/os de educación primaria acreditadas/os como tutoras/es de prácticas”. Dicha acreditación de centros y docentes encargados de hacer de mentores de los nuevos maestros será la que permitirá establecer criterios de calidad, aunque de momento no se concretan. Los borradores solo indican que se fijarán “mecanismos de coordinación entre las universidades y administraciones educativas para definir y desarrollar los procedimientos de acreditación en cada comunidad autónoma”.
Los estudiantes de Magisterio seguirán formándose en las materias y competencias que tienen ahora, en cómo enseñar Lengua y literatura, Matemáticas, Ciencias o Plástica. Pero las órdenes incorporan además módulos de seis créditos (que se traducirán en asignaturas en los planes de estudio) que abordan la vertiente socioemocional, considerada cada vez más importante en enseñanza. Tendrán un módulo destinado a adquirir “habilidades personales e interpersonales” que faciliten “la gestión de las relaciones sociales en la comunidad educativa”, la “comunicación eficaz con el equipo directivo, otros docentes, familias y alumnado”, el trabajo en equipo y “estrategias de gestión y resolución de conflictos para abordar problemas de disciplina”. Deberán estudiar también “los elementos sociales constructores de los géneros”, aprender a prevenir la violencia de género y a “adoptar un enfoque de igualdad de género a través de la coeducación”, así como aplicar “acciones” dirigidas a “la transformación de las condiciones socializadoras existentes desde una perspectiva crítica de género”.
“Rigor y valentía”
En las órdenes, llama la atención la forma en la que están redactadas algunas de las competencias que los alumnos de Magisterio tendrán que adquirir, como por ejemplo, en el terreno de las habilidades personales, las de “rigor, apertura, honestidad, valentía y sabiduría”. O la de promover “una atmósfera armoniosa y positiva en la institución, manejando los conflictos potenciales de forma efectiva”.
Las órdenes hacen hincapié en que los futuros docentes deben asumir una mentalidad investigadora y de reflexión sobre su práctica profesional encaminada a mejorar e innovar en su trabajo basándose en las evidencias científicas. Y también en que deben aprender a manejarse en “entornos digitales flexibles y redes colaborativas, software y hardware”, mantenerse actualizados, hacer un uso responsable de la tecnología y transmitir a los niños a utilizarla de forma “segura y crítica”. Un par de veces al año, el alumnado de Magisterio deberá realizar, además, proyectos interdisciplinares en los que colaboren diversos departamentos de su facultad, siguiendo el ejemplo de lo que viene haciendo la Universidad del País Vasco.
La Conferencia de Decanos de Educación planteó inicialmente al ministerio la posibilidad de que para acceder a la carrera los alumnos hubieran de tener un nivel B2 de inglés, pero la opción fue descartada por el Gobierno al considerar que podía perjudicar a estudiantes de entornos desfavorecidos que quisieran cursar Magisterio. El ministerio, por su parte, planteó que al terminar la carrera los graduados salieran acreditados de dicho nivel de inglés y de uno superior en lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial del territorio donde estuvieran, pero dicho punto, que no convencía a los decanos, que no consideran labor de sus facultades acreditar conocimientos de idiomas, también ha desaparecido de los borradores.
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