Un experimento en España muestra que las tutorías suben un 30% los aprobados en matemáticas
Cerca de 400 alumnos de la ESO de centros públicos y concertados en barrios desfavorecidos participan en un programa de extraescolares con sesiones online y reducen un 75% las probabilidades de repetir curso
En España todavía no se ha medido el impacto en el aprendizaje causado por la pandemia en los escolares. En otros países, como Bélgica, sí se ha hecho. Allí dos investigadores han concluido que, aunque los centros estuvieron cerrados tres meses (...
En España todavía no se ha medido el impacto en el aprendizaje causado por la pandemia en los escolares. En otros países, como Bélgica, sí se ha hecho. Allí dos investigadores han concluido que, aunque los centros estuvieron cerrados tres meses (en España fueron casi dos), la pérdida de nuevos conocimientos en matemáticas supuso más de la mitad de lo que se aprende en un año académico. Son los estudiantes con menos recursos económicos los más perjudicados: dejaron de aprender un 40% más que el alumno promedio, según un estudio con 350.000 chavales en Holanda. Otra de las certezas de la literatura científica es que las tutorías individualizadas son una de las herramientas más efectivas. Un experimento con casi 400 estudiantes vulnerables de la ESO en España ha demostrado esa tendencia; después de ocho semanas de tutorías online en horario extraescolar, aumentaron un 30% los aprobados en matemáticas, mejoraron un 17% las notas en esa asignatura y las probabilidades de repetir curso descendieron un 75%.
La crisis educativa provocada por la Covid-19 es “silenciosa”, su impacto es mucho menos visible que el de la crisis sanitaria o económica, señalan los impulsores de Menttores, un programa diseñado por el think-tank EsadeEcPol y la ONG educativa Empieza por Educar (ExE), que durante ocho semanas en el último trimestre del curso pasado ofreció tutorías online en grupos de dos alumnos en 18 centros públicos y concertados ubicados en barrios desfavorecidos de Madrid capital, Barcelona y Lleida. Las clases se centraron en reforzar los contenidos de la asignatura de matemáticas y en proporcionar herramientas socioemocionales (relacionadas con la motivación o las rutinas de trabajo) a alumnos de primero y segundo de la ESO (de 12 a 15 años).
Entre los estudiantes que participaron, el 46% eran de origen migrante, el 42% vivían en hogares con ingresos de menos de 1.000 euros al mes, el 52% de los progenitores no tenían estudios más allá de secundaria y el 28% pertenecían a familias monoparentales. El refuerzo académico mediante sesiones extraescolares privadas está en alza como una forma de distinguirse del resto y poder posicionarse mejor en el mercado laboral en el futuro. Según las estimaciones de la consultora estadounidense Global Industry Analysts, el pago por parte de las familias de esos servicios crecerá un 8,4% al año en el próximo lustro a nivel global.
Para ejecutar el programa, que fue evaluado con una metodología experimental, se crearon dos grupos: uno de tratamiento (que recibió la intervención mediante las tutorías) y otro de control (que no las recibió). Para realizar las sesiones, un total de tres a la semana de 50 minutos de duración cada una, se contrató a 52 graduados universitarios con el Máster en Formación del Profesorado en la especialidad de ciencias. “Es muy importante que para que estos apoyos extracurriculares den buenos resultados se ponga al frente a profesionales formados”, explica Miriam Arriola, directora de formación de la ONG ExE. Al proceso de selección se apuntaron 500 candidatos. “Buscamos que tuvieran competencias pedagógicas y digitales y les formamos en el aspecto socioemocional, para que supiesen cómo generar altas expectativas en los estudiantes, autonomía y regulación emocional... Este tipo de alumnos suelen tener carencias en este ámbito, muchos llevan una mochila de fracaso escolar a cuestas y necesitan que alguien les ayude a recuperar la confianza”, añade.
Adelis Galindo, arquitecta de 27 años con el máster del profesorado, fue una de las mentoras. “Establecer una relación de confianza con los alumnos hace que surjan las condiciones idóneas para el aprendizaje, ellos se sienten cómodos haciendo preguntas sobre conceptos que no entienden, pierden esa vergüenza o miedo a ser juzgados, les enseñamos a que expresen sus emociones”, cuenta. “Cuando la prioridad de una familia es llegar a fin de mes y cubrir las necesidades básicas, las expectativas sobre los hijos se relajan y eso afecta a las rutinas... nosotras les enseñamos cómo organizar la tarea y cuando ven que son capaces de progresar dan un salto”, indica.
El 78% de los participantes había suspendido al menos una asignatura en la primera evaluación (primer semestre del curso 2020/21), casi uno de cada tres había repetido curso al menos una vez y el 16% no asistió a clases online durante el cierre de escuelas entre marzo y junio de 2020 ―al final de secundaria, en España ha repetido casi un 30% de los alumnos, cuando la media de los países de la UE es del 11%―.
Tras participar en el programa ―financiado por entidades privadas como la Fundación COTEC―, los alumnos mejoraron sus notas finales en matemáticas un 17% respecto al grupo de control, el equivalente a recuperar seis meses de aprendizaje. Además, aprobaron la asignatura un 30% más, redujeron la repetición 8,9 puntos (un 75%) y el 31% se mostró más proclive a querer estudiar bachillerato.
Ana Tejedor, otra de las mentoras, de 37 años, explica que la clave para la mejora en matemáticas fue en la realización de una gran cantidad de ejercicios de forma conjunta. “Acumulan errores de base que arrastran desde primaria, tienen dificultades con los números enteros, las potencias, las fracciones... Lo que más cuesta es deshacer la barrera emocional, que sientan que pueden hacerlo y que no necesitan un don especial”.
Erick, uno de los alumnos que participó, de 14 años, estaba “muy bajo en matemáticas” y desmotivado por los meses sin clases presenciales y sin contacto con sus compañeros, cuenta su madre Geidi Gudiel, de 37 años. “No podíamos pagarle una academia, yo trabajo de limpiadora y mi marido de jardinero, me planteé hacer horas los sábados para cubrirlo, pero el alquiler y los gastos ya son un esfuerzo”. Erick ahora se expresa mejor, ya no es tan introvertid. “Ha cambiado”, dice su madre.
Las tutorías individualizadas o en pequeños grupos son las intervenciones más eficaces para conseguir que el alumnado vulnerable recupere la pérdida de aprendizaje y también son útiles para abordar el desenganche educativo generado por la pandemia, han señalado recientemente instituciones internacionales como la británica Education Endowment Foundation.
Inversiones europeas millonarias
El coste de la pérdida de aprendizaje a largo plazo en los países desarrollados podría suponer una caída del PIB futuro de aproximadamente 1,5% anual a largo plazo. Para contrarrestarlo, varios países europeos han anunciado inversiones millonarias en el ámbito del refuerzo escolar y extraescolar. El ejemplo más ambicioso es el de Holanda, que ha presupuestado 8.500 millones de euros para tres años (unos 1.000 euros por alumno al año). Reino Unido ha desplegado una inversión de 3.000 millones de euros destinada, fundamentalmente, a tutorías personalizadas para atender al alumnado más castigado por los efectos de la pandemia.
En España, el Gobierno respondió con eficacia para mantener las escuelas abiertas durante 2020-2021, pero las inversiones destinadas a recuperar la pérdida de aprendizaje tras la pandemia “están siendo muy bajas”, considera Lucas Gortázar, uno de los impulsores del programa Menttores. La iniciativa del Gobierno ha sido el Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo (PROA+), que se desarrollará entre 2021 y 2023 para escuelas que atienden al alumnado más vulnerable. “Lamentablemente, su inversión es de 120 millones al año (unos 15 euros por alumno en total por año)”, apunta el investigador de EsadeEcPol, que estima necesario multiplicar por 10 esa cantidad, hasta llegar a los 3.600 millones (1.200 por curso) para alcanzar a los tres millones de alumnos con menos recursos. Eso supondría aumentar la inversión anual a unos 450 euros por alumno.
Los impulsores de Menttores apuestan por escalar su programa de tutorías online a todas las comunidades autónomas y van a presentar los resultados tanto al Ministerio de Educación como a las consejerías regionales. La idea que proponen es que la duración sea, como máximo, de cuatro meses. “Cuanto más intensivo y de menor duración, mayores son los resultados, según muestra la literatura científica”, explica Claudia Hupkau, economista de la educación e impulsora del proyecto. La idea sería que arrancasen en septiembre, que es cuando los alumnos están más motivados.
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