La brecha de género sale muy cara
EL PAÍS y Farmaindustria organizan un encuentro para debatir los retos, avances y obstáculos de la desigualdad de género en las empresas españolas
Si mañana desapareciera la brecha entre hombre y mujeres en España, el país sería mucho más rico. Detrás de esta frase no hay ninguna metáfora. La desigualdad de género cuesta unos 213.299 millones de euros a la economía española, lo que equivale al 19% del PIB de 2020, de acuerdo con la segunda edición del Índice ClosinGap. Con una plena igualdad se podrían crear unos 2,8 millones de puestos de trabajo a tiempo completo entre las mujeres, que representan el 51,4% de la población en edad de trabajar, pero solo contribuy...
Si mañana desapareciera la brecha entre hombre y mujeres en España, el país sería mucho más rico. Detrás de esta frase no hay ninguna metáfora. La desigualdad de género cuesta unos 213.299 millones de euros a la economía española, lo que equivale al 19% del PIB de 2020, de acuerdo con la segunda edición del Índice ClosinGap. Con una plena igualdad se podrían crear unos 2,8 millones de puestos de trabajo a tiempo completo entre las mujeres, que representan el 51,4% de la población en edad de trabajar, pero solo contribuyen a un 41,4% de la riqueza.
“Hay mucho margen de mejora”, según Teresa Riesgo, secretaria general de Innovación del Gobierno de España. Durante su participación en el encuentro Talento femenino: liderazgo para la transformación social, organizado por EL PAÍS y Farmaindustria, la representante del Gobierno advirtió de que esa brecha está impidiendo que las mujeres alcancen posiciones de liderazgo en las organizaciones públicas y privadas. Riesgo mencionó, basándose en los últimos datos del Índice ClosinGap, que durante la pandemia la igualdad entre hombres y mujeres sufrió un duro retroceso: la paridad en España pasó del 64,1% en 2020 al 63,3% en 2021. Es decir, que aún queda un 36,7% de brecha por cerrar y que al ritmo actual llevaría 36 años en dinamitar la distancia entre hombre y mujeres. Pero se puede acelerar el paso. Sobre todo en un momento de cambio en donde las profesiones del futuro se definen día a día.
“Hay que darle normalidad a que las niñas y las jóvenes se involucren en los ámbitos tecnológicos que van a ser en muchos casos puestos de trabajo muy interesantes y de muy alto nivel en el futuro… No podemos descartar, de primeras, al 50% de la población en un ámbito como la tecnología, la ingeniería, la informática, los datos”, resaltó la secretaria general en la cita celebrada en Madrid el pasado 12 de julio. Es justo en las profesiones denominadas STEAM —Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, según sus siglas en inglés— donde se nota todavía con mayor gravedad las diferencias de género. “Eso es un problema enorme”, dijo Paloma Domingo, directora adjunta de la Fundación General del CSIC.
El agujero de las ingenierías
Según la experta, las mujeres que deciden estudiar algún tipo de ingeniería van disminuyendo conforme avanza la formación. “Creen que no son suficientemente buenas para estudiar matemáticas, que es la base de todo”, explicó. Actualmente, solo el 35% del alumnado matriculado en las carreras vinculadas a estas disciplinas en la educación superior en todo el mundo son mujeres, según la Unesco. En España, el dato desciende hasta el 13%, a pesar de que más del 55% de los universitarios son mujeres, destaca un estudio de la Organización de Estados Iberoamericanos (IOE).
Para Pilar Toboso, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid y directora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (IUEM), desde el punto de vista legal se ha avanzado mucho en la igualdad de género. “Podemos hablar de una igualdad legal”, aseguró. “Pero todavía tenemos que dar una serie de pasos importantes y esa fundamentalmente está relacionada con la educación. Cambiar una ley se hace en un día, pero cambiar una mentalidad de una educación muy machista lleva muchísimo tiempo”. Es allí donde el salto aún no se ha logrado. Porque hablar de educación no es solo aquella que se da en las aulas, sino también en el ámbito familiar. “Vivimos en una sociedad en la que es muy difícil para una mujer encontrar el equilibrio entre su trabajo y su vida personal, porque todavía percibimos que el papel más importante de ella está en casa”, subrayó Rafif Srour, vicedecana de Programas en IE University.
A escala europea, España tiene una posición destacada. El país ocupa la sexta posición entre las naciones de la zona euro, según el Índice Europeo de Igualdad de Género. Además, este año, el 36% de los puestos directivos en el país están ocupados por mujeres, de acuerdo con el informe de Grant Thornton sobre Women in Business 2022. Es el porcentaje más alto de su historia, después de dos años de estancamiento en el 34%. De esta manera, España se sitúa a la cabeza de Europa y escala desde el puesto 14 hasta el 10 en cuanto a presencia femenina en la alta dirección a escala global. A pesar de ello, no es momento de lanzar las campanas al vuelo. “Para que ganemos solo una posición más necesitamos que pase una generación”, aseguró Fina Lladós, directora general de Amgen para España y Portugal y vocal de la Junta Directiva de Farmaindustria. La representante del sector afirmó, con datos de un estudio de la consultora McKinsey, que cerrar la brecha entre hombres y mujeres en las compañías mejora los resultados financieros: por cada aumento del 10% en la diversidad de género, el beneficio antes de intereses e impuestos (ebit) crece un 3,5%.
Deportes
La igualdad no solo mejora la economía, sino también acarrea beneficios en la salud. Ello es evidente cuando, por ejemplo, el mundo de algunos deportes se abre a la población femenina. “Sigo viendo que los patios de los colegios están llenos de niños jugando al fútbol y las niñas no”, comentó Mercedes Coghen, vicepresidenta de la Real Federación Española de Hockey. ¿La razón? Una falta de referentes, dijo Coghen. Las tornas, sin embargo, comienzan a cambiar. “Los jóvenes comienzan a tener ídolas, las deportistas ya están en las portadas de los periódicos”, añadió.
Las participantes al evento coincidieron en que uno de los grandes obstáculos a batir son los clichés que se están generando en las redes sociales, donde la aceptación social y el éxito profesional está ligado al número de likes que se tienen. “El problema es que están fomentando estereotipos que ya habíamos conseguido acabarlos, pero vuelven: la delgadez, la belleza…”, recalca Toboso. “Sin espíritu crítico, estamos en un callejón sin salida”, concluyó Lladós.