La OCDE sitúa a España como el motor de una eurozona lastrada por un crecimiento raquítico
Los países de la moneda única solo avanzarán un 0,7% en 2024 lastrados por la debilidad germana y la inestabilidad política
En un escenario europeo marcado por crecimientos económicos raquíticos, España se posiciona como el motor de la región. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha mejorado significativamente ―un punto, en concreto― sus previsiones para el país, pronosticando un crecimiento del ...
En un escenario europeo marcado por crecimientos económicos raquíticos, España se posiciona como el motor de la región. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha mejorado significativamente ―un punto, en concreto― sus previsiones para el país, pronosticando un crecimiento del 2,8% en 2024, un dato muy superior a la media de la zona euro, que apenas alcanzará un 0,7% a causa de la debilidad germana y la inestabilidad política dentro y fuera del continente. Desde el Ministerio de Economía señalan que, de esta forma, “la OCDE se une a la mayoría de los organismos nacionales e internacionales que han mejorado en las últimas semanas las perspectivas de crecimiento de la economía española”. Además, “se trata de la mayor revisión al alza para una de las principales economías desarrolladas realizada por este organismo multilateral”.
El contraste que arroja el informe presentado este miércoles respecto a las tradicionales potencias es evidente. Alemania, la histórica locomotora económica de Europa, apenas crecerá un anémico 0,1% en 2024 a causa de una crisis industrial prolongada. Según las previsiones, Francia cerrará el año con un modesto 1,1% que, en cualquier caso, no elimina la preocupación de los analistas por el alto déficit público que maneja (en 2023 alcanzó el 5,5% del PIB y corre el riesgo de agravarse hasta el 6,2% el próximo año). E Italia se mantendrá a flote con un crecimiento del 0,8%, pero con el reto de retirar el superbonus ―un programa de incentivos fiscales para modernizar viviendas que ha dejado un agujero en las cuentas públicas italianas―. Frente a este panorama, España sobresale por un dinamismo impulsado en las exportaciones, el sector turístico y una fortaleza del mercado laboral.
La revisión del organismo al producto interior bruto (PIB) de las economías supone para España una mejora de un punto porcentual respecto al 1,8% que contemplaba en mayo, en cambio, las de sus vecinos han variado escasas décimas y la de Alemania, en concreto, se ha contraído. El desgaste de la eurozona no responde a un hecho puntual, si se mira la evolución de los últimos seis años se observa que ya en 2019, el último año antes de la pandemia, el bloque daba síntomas de desaceleración. En ese entonces registró una tasa del 1,2%, la menor desde 2014. En cambio, la de España fue del 2%. A partir de ahí, las cifras apuntan a que la economía nacional se ha mantenido más sólida que la de sus vecinos.
La inflación es, en cambio, el punto flaco de la economía nacional. Aunque los precios se han moderado gracias alas medidas adoptadas por el gobierno y la política monetaria dictada por Bruselas, el hecho es que el país acabará 2024 con un índice de precios al consumo (IPC) seis décimas superior al del conjunto de la zona euro: un 3% frente a un 2,4%, según las proyecciones del organismo con sede en París. La brecha se debe a alimentos y energía, los dos elementos más volátiles. Si se eliminan ambos componentes del índice y se analiza solo la subyacente, la situación se invierte. España terminaría con una tasa del 2,6% y el área del euro con un 2,8%.
Mayor repunte en el G-20
El estancamiento de la eurozona se da en un contexto en el que otras grandes economías globales, como Estados Unidos y algunas de las principales naciones emergentes del G-20, están mostrando una resiliencia mayor de lo esperado. Según la OCDE, el crecimiento mundial se estabilizará en torno al 3,2% en 2024 y 2025 y la inflación se moderará progresivamente hasta alcanzar en el conjunto de los países desarrollados el 3,3% el próximo año. Esta cifra se ve lastrada por la hiperinflación de Argentina y Turquía, cuyas tasas alcanzan el doble e incluso el triple dígito. Sin estas economías en la ecuación, los precios disminuirían hasta alcanzar una tasa del 2,2%. De acuerdo con el organismo, “a medida que la inflación se modere y las presiones del mercado laboral se alivien aún más, los recortes de tipos en la política montería deberían continuar”.
En una visión global, los últimos indicadores de actividad sugieren que el dinamismo en la economía se mantiene, especialmente en el sector servicios. El crecimiento de los salarios reales está respaldando el gasto de los hogares, aunque en muchos países el poder adquisitivo aún no ha recuperado por completo los niveles previos a la pandemia. Y el comercio mundial se está recuperando más rápido de lo esperado, aunque los costes de envío siguen siendo elevados y los pedidos de exportación se han moderado en los últimos meses.
Por otra parte, el documento precisa que “se necesitan acciones fiscales decisivas para asegurar la sostenibilidad de la deuda, preservar el margen para que los gobiernos reaccionen a futuros shocks y generar recursos para ayudar a enfrentar futuras presiones de gasto”. Además, pide intensificar los esfuerzos para controlar el gasto y mejorar los ingresos, siguiendo planes de ajuste confiables a mediano plazo, con el fin de asegurar que la deuda no siga creciendo y se mantenga bajo control en el conjunto de los países miembros.