El triple salto mortal de la ciudad de Londres

La capital afronta a la vez la covid-19, el Brexit y el llamado 'levelling-up', que puede hacer caer la inversión pública en beneficio del norte y centro de Inglaterra

Los restaurantes londinenses, emblema de su cosmopolitismo, han sacado sus mesas a las calles por el coronavirus.Simon Dawson (Bloomberg)

Todas las grandes urbes del planeta se enfrentan al desafío del coronavirus, porque una pandemia es global por definición. Pero Londres ha de digerir, además, un Brexit de incierto desenlace y el llamado levelling-up, el compromiso electoralista del primer ministro conservador, Boris Johnson, de priorizar la inversión pública en el declinante norte y centro ...

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Todas las grandes urbes del planeta se enfrentan al desafío del coronavirus, porque una pandemia es global por definición. Pero Londres ha de digerir, además, un Brexit de incierto desenlace y el llamado levelling-up, el compromiso electoralista del primer ministro conservador, Boris Johnson, de priorizar la inversión pública en el declinante norte y centro de Inglaterra. Un triple salto mortal que pone en jaque la capitalidad mundial que Londres se atribuye a sí misma tras 30 años a la vanguardia del cosmopolitismo. Frente a esos malos augurios, los londinenses enarbolan la bandera de la resiliencia, esa palabra tan de moda que la Real Academia Española define como “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador”.

Londres ha sufrido altibajos a lo largo de su historia. Por ejemplo, su población cayó de 8,5 millones en 1939 a poco más de 6 en 1991. Pero en 1986 llegó el big bang financiero y se convirtió en lo que es hoy. ¿Afronta ahora un nuevo declive? “En general, Londres ha salido mejorada de anteriores recesiones”, se revuelve Simon Jeffrey, del Centre for Cities, un centro de estudios dedicado a mejorar la economía de las urbes del Reino Unido. “Tiene una fuerza de trabajo muy dinámica, no es solo un centro financiero, sino de tecnología, cultura, Gobierno, y esa diversidad hace que sea muy resistente a las crisis y con más capacidad de recuperarse”, agrega.

Ben Rogers, director de Centre for London, un think tank que desarrolla soluciones para los problemas de Londres, admite que la capital británica se siente vulnerable por primera vez en muchos años. “Londres ha tenido 20 años de gran éxito y se ha acostumbrado a él, de forma incluso un poco autocomplaciente. Hace solo cinco años yo mismo decía que todos los problemas de Londres eran consecuencia de su éxito. Ahora ya no es así”, concede. Pero enfatiza: “Ha sido una ciudad líder en el ámbito mundial desde el siglo XVII y es difícil pensar que deje de serlo, aunque vienen tiempos difíciles”.

¿Centro financiero?

Una de las dificultades que llegan es el Brexit, que ha desaparecido de la actualidad pero no de la vida. El Gobierno cree haber encontrado en la covid-19 la mejor tinta de calamar para ocultar sus consecuencias y apuesta por una ruptura total con la UE o por un acuerdo raquítico. Pero ya en enero pasado, una encuesta de la consultora Duff & Phelps revelaba que los ejecutivos mundiales ya no consideran a Londres la capital financiera global, sino a Nueva York.

Aunque la ciudad ha crecido demográficamente gracias en gran parte a la inmigración, entre 2008 y 2018 ha perdido a 550.000 británicos. Y mientras la inmigración está amenazada por el Brexit (un problema exacerbado por el coronavirus, aunque aún no hay datos), desde el referéndum de 2016 ha aumentado un 30% la emigración de británicos al continente (ahora se van unos 75.000 al año), según la OCDE y Eurostat.

El Brexit, con sus trabas a la mano de obra continental y el encarecimiento de las importaciones por la caída de la libra, ya había alarmado al sector de la restauración, desde hace años uno de los mejores estandartes del cosmopolitismo londinense. La covid amenaza ahora con darle la puntilla a muchos restaurantes. Pero algunas calles se han convertido en zona peatonal y donde antes había coches ahora hay sillas y mesas con parroquianos dispuestos a comer y beber al aire libre, sin el miedo al virus que producen los locales cerrados.

No pasa lo mismo en la City, que es hoy una ciudad fantasma. Las calles están casi desiertas, las tiendas cerradas, los pocos supermercados y tiendas de bocadillos abiertos están casi vacíos. La gente tiene miedo a utilizar el transporte público y prefiere seguir trabajando desde casa. “Si alguien me hubiera preguntado hace seis meses cuál es la zona más resistente del Reino Unido, hubiera contestado que el centro de Londres”, asegura Rogers. “Pero debido a las restricciones por el distanciamiento social, la reticencia de la gente a mezclarse, las limitaciones en el transporte público y la facilidad con la que muchos trabajadores han sido capaces de adaptarse al teletrabajo, todo eso ha acabado haciendo que la pandemia haya afectado al centro de Londres de forma particularmente fuerte”, admite.

Pero algunos creen que eso es algo pasajero y descartan la idea de que el centro se vaya a convertir en un cementerio de oficinas y casas vacías. “Hay una enorme cantidad de dinero global que quiere comprar propiedades en Londres. Ese es el mejor ejemplo de por qué la ciudad va a mantener su fortaleza y su condición de capital global”, sostiene Aidan Meynell, corresponsable de Mercados Inmobiliarios del centro de Londres de BNP Paribas.

Meynell pone énfasis en el nerviosismo del mercado, que se refleja en la apuesta por las emisiones del Tesoro (seguras, pero apenas rentables), la caída del dólar (dudas sobre la evolución de la pandemia en EE UU) y la subida del oro (refugio). “Los inversores van a lo seguro. Quieren oportunidades defensivas de inversión en tiempos de incertidumbre. Y creo que el sector inmobiliario londinense representa exactamente eso. Es una ciudad global; es la capital financiera de Europa, sigue siéndolo; es probablemente la ciudad líder del mundo en tecnología e innovación; y tiene un sistema legal muy transparente, al igual que el sistema fiscal y el político. Es decir, es un lugar muy estable”.

Pero los expertos vaticinan una caída del 4% en el precio de los alquileres de oficinas en los próximos meses en la ciudad. “Yo probablemente estoy de acuerdo con eso, pero no hay ninguna evidencia que lo apoye”, señala Meynell. “Londres sigue teniendo una oferta muy restringida, de tan solo el 6% incluyendo todo tipo de ­stocks, tanto espacios nuevos como de segunda mano. El suministro está parado de momento por la covid, y eso lo que hace es mantener los niveles de las rentas”, sostiene.

Contradicción

“En definitiva, hay una contradicción en el mercado: existe la creencia de que va a haber un cambio en el alquiler, pero no hay datos que lo respalden”, dice Meynell. Peor le puede ir a las oficinas anticuadas, aunque eso puede atraer a inversores dispuestos a comprarlas para modernizarlas. “El mundo de la propiedad se basa precisamente en reciclar las existencias”, recalca.

¿Y cómo se recicla el norte de Inglaterra? Esa zona, el muro rojo tradicionalmente laborista, contribuyó de forma decisiva a la victoria electoral de los conservadores en diciembre pasado y Boris Johnson quiere mantener esos votos con sus promesas de levelling-up, de igualarse con Londres por arriba. “No es un problema que se vaya a solucionar porque el Gobierno diga que va a poner más dinero en transporte en el norte. Solo se va a resolver si hay buenos empleos para la gente en Mánchester, en Rochdale, a media hora de casa, con buenos servicios públicos en la zona. Es un proceso lento”, advierte Simon Jeffrey. “Me preocupa mucho el levelling-up y no entiendo por qué Johnson, que disfrutó mucho siendo alcalde de Londres, ha adoptado esa posición”, se lamenta Ben Rogers.

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