Fotonoticia:LA IMAGEN

Billetes de banco y mortadela

No sé, da la impresión de que toda esa pasta está envasada al vacío. El vacío, que en tiempos fue una industria, ahora está al alcance de cualquiera, y no solo como problema existencial (me siento vacío), sino como cuestión técnica para la conservación de los alimentos y, según vemos en esta foto, del dinero negro listo para el blanqueo. La expresión "envasado al vacío" gozaba en nuestra infancia de un prestigio increíble. Se suponía que sacar el aire de un recipiente requería habilidades o herramientas excepcionales. Hoy te pueden envasar al vacío un cuarto de kilo de mortadela, y en p...

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No sé, da la impresión de que toda esa pasta está envasada al vacío. El vacío, que en tiempos fue una industria, ahora está al alcance de cualquiera, y no solo como problema existencial (me siento vacío), sino como cuestión técnica para la conservación de los alimentos y, según vemos en esta foto, del dinero negro listo para el blanqueo. La expresión "envasado al vacío" gozaba en nuestra infancia de un prestigio increíble. Se suponía que sacar el aire de un recipiente requería habilidades o herramientas excepcionales. Hoy te pueden envasar al vacío un cuarto de kilo de mortadela, y en plástico transparente, para que puedas admirar cada día el brillo intacto de las lonchas. Aquí se aprecia el brillo de los billetes sin fecha de caducidad. Ese es el problema, que no caducan. Si las autoridades decidieran mañana mismo suprimir los billetes de 50, 200 y 500 euros, por ejemplo, dando un plazo de 30 días para canjearlos por papel moneda legal, aflorarían miles de zulos como el de la foto, que se encontró en un chalé de lujo de La Moraleja, en Madrid. Dada la escasa circulación del dinero grande, debe de haber un zulo debajo de cada mansión. Y no¬¬sotros aquí, contando la calderilla para ver si pagamos la hipoteca, el plazo de la lavadora, la deuda soberana. Debe de dar una seguridad tremenda disponer de 25 millones en un agujero excavado en el suelo del garaje. En tiempos se decía que cada familia escondía un cadáver en el armario. Pero los cadáveres, desde el punto de vista narrativo, se han depreciado mucho. Lo que mola es la pasta plastificada, en plan mortadela.

FOTOGRAFÍA DE MONDELO (EFE)

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