Cartas al director

Bochorno

No creo que haya país que acoja más cordialmente a los españoles que Argentina, tantos son los vínculos familiares y sentimentales entre nuestros pueblos. Pero esa misma empatía les impulsa a reprocharnos las conductas indecentes de nuestros políticos y funcionarios. Mis disculpas avergonzadas en 2003, con ocasión de la participación española en la desastrosa invasión de Irak, se han visto reeditadas ahora por las recientes deportaciones de argentinos en el aeropuerto de Barajas y por el encausamiento judicial del juez Garzón por abrir procesos a los crímenes del franquismo, cuando es visto co...

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No creo que haya país que acoja más cordialmente a los españoles que Argentina, tantos son los vínculos familiares y sentimentales entre nuestros pueblos. Pero esa misma empatía les impulsa a reprocharnos las conductas indecentes de nuestros políticos y funcionarios. Mis disculpas avergonzadas en 2003, con ocasión de la participación española en la desastrosa invasión de Irak, se han visto reeditadas ahora por las recientes deportaciones de argentinos en el aeropuerto de Barajas y por el encausamiento judicial del juez Garzón por abrir procesos a los crímenes del franquismo, cuando es visto como un héroe en el subcontinente austral por haber hecho lo propio con sus dictaduras. No es de recibo que profesores universitarios argentinos sean reembarcados por no exhibir un sello policial en su carta de invitación formal por alguna universidad española o por no portar 3.000 euros en efectivo (aun cuando la invitación incluya alojamiento y manutención), como tampoco lo es que una abuela argentina se quede sin conocer a su nieta española por no haber pagado anticipadamente un hotel (que no necesita, puesto que va a alojarse en casa de su hija).

Alguna explicación debería dar el ministro del Interior y flamante vicepresidente del Gobierno -al parecer, deseoso de mejorar la comunicación entre este y la ciudadanía- por estas injustas deportaciones, así como por las identificaciones policiales indiscriminadas de inmigrantes basadas en el aspecto exterior o en el color de la piel. Y, por lo que respecta a los próximos juicios al juez Garzón, mejor haría el Consejo del Poder Judicial en gastarse en Argentina y en Chile el dinero de nuestros impuestos, que tan alegremente dilapida en lavar la imagen de la justicia española en nuestro país, donde ya cuenta para ello con la inestimable ayuda de los medios de comunicación afines al PP.

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