CORRIENTES Y DESAHOGOS

La confusión ilumina, la claridad mata

¿Es el dinero una cosa y el amor otra? ¿Es la intimidad sagrada y su publicidad una profanación? Quedan aún en nuestro tiempo rémoras mentales que reproducen los fundamentos de hace más de un siglo. La oposición entre la economía y el amor, por ejemplo. Pero también la división entre la vida pública y la vida privada, entre el espíritu y la materia, entre la buena literatura y el best-seller, entre el hombre y la mujer, entre Dios y el diablo. Todas ellas son partes distintas, pero no partidas.

Cuando un coche actual se para de golpe es imposible atribuir la avería a una pieza co...

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¿Es el dinero una cosa y el amor otra? ¿Es la intimidad sagrada y su publicidad una profanación? Quedan aún en nuestro tiempo rémoras mentales que reproducen los fundamentos de hace más de un siglo. La oposición entre la economía y el amor, por ejemplo. Pero también la división entre la vida pública y la vida privada, entre el espíritu y la materia, entre la buena literatura y el best-seller, entre el hombre y la mujer, entre Dios y el diablo. Todas ellas son partes distintas, pero no partidas.

Cuando un coche actual se para de golpe es imposible atribuir la avería a una pieza concreta. La complejidad de la electrónica y de nuestro mundo en general, la superior importancia de la interconexión sobre las partes, de la sinapsis sobre las neuronas, de la interrelación sobre el censo de genes, ha enseñado -o debía haberlo hecho ya- que ni la crisis económica debe atribuirse sólo a la economía ni que una amistad como la de Kapuscinski y cercano discípulo, Artur Domoslawski, se movía tan sólo a golpes de corazón.

Domoslawski denuncia al gran Kapuscinski, pero no se trata simplemente de una vulgar traición

La editorial Fondo de Cultura Económica ha publicado en estos días un libro de Viviana A. Zelizer, La negociación de la intimidad, donde por si fuera todavía necesario expone (y no es la primera vez: The Social Meaning of Money, 1994) las "íntimas" relaciones que unen dinero y afecto, afán material y religión, cariño maternal y un millón de euros.

Se trata de mostrar, en suma, la complejidad de la condición humana y la burda simplificación, propia del mecanicismo decimonónico, que separa una pieza de otra pieza, un sujeto de un objeto o un amor propio de un sincero amor por los demás.

Del ensamblaje entre el querer y el requerir, entre la admiración y el odio, el agradecimiento y la venganza, está oportunamente compuesto el libro del reportero Artur Domoslawski (Kapuscinski non fiction, 2010) que, tras nueve años de aprendizaje, cercanía y lealtad respecto al genio, pone ahora en duda la moralidad de su maestro y la autenticidad de algunos textos que le hicieron ser reconocido nada menos que como "el reportero del siglo XX".

¿Traición? ¿Delirios de grandeza? Poco se entiende de la condición humana si se juzga en los términos de bien y mal. El peso del mal, el peso del bien, el peso de la justicia. Todo acercamiento de este estilo termina, como sería fácil de esperar, cayéndose por su propio peso.

Dos décadas lleva Viviana A. Zelizer, tras figuras como Pierre Bourdieu y Robert Merton, explorando los entresijos humanos donde se mezclan el vicio y la virtud, siendo entonces el pecado una ensalada mixta. La fidelidad fracasa y no es tan sólo problema del amor, el coche se para y no tiene toda la culpa el delco o las bujías, la economía fracasa y no debe atribuirse únicamente a la codicia.

El joven Domoslawski denuncia al gran Kapuscinski y no se trata simplemente de una vulgar traición. Sólo la confusión nos dice la verdad. Toda fórmula de claridad nos mata.

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