Análisis:

Inconsistencia crónica

Oímos la comparecencia del consejero Bengoa para presentar sus líneas estratégicas, pasaron los cien días de gracia, se afrontó la gripe A y hace poco hemos conocido el contrato social del lehendakari López. Meses y meses con "más de lo mismo", en una espiral de ideas repetitivas que nunca llegan a tomar forma, ni en planes concretos ni en presupuestos: nuevo modelo de atención a crónicos, integración de la atención primaria y hospitalaria, educación al paciente, telemedicina, servicios a domicilio,... ¿Cuántas veces van a contarnos lo mismo? Desconocemos en qué va a consistir esa "refo...

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Oímos la comparecencia del consejero Bengoa para presentar sus líneas estratégicas, pasaron los cien días de gracia, se afrontó la gripe A y hace poco hemos conocido el contrato social del lehendakari López. Meses y meses con "más de lo mismo", en una espiral de ideas repetitivas que nunca llegan a tomar forma, ni en planes concretos ni en presupuestos: nuevo modelo de atención a crónicos, integración de la atención primaria y hospitalaria, educación al paciente, telemedicina, servicios a domicilio,... ¿Cuántas veces van a contarnos lo mismo? Desconocemos en qué va a consistir esa "reforma gradual, pero profunda" del sistema sanitario y se han limitado a plantear medidas de gestión que cualquier gobernante debe ir tomando: lugares comunes y nada nuevo.

Venden como propios resultados de gobiernos anteriores y propagan logros todavía inexistentes

Dicen que van a fortalecer las estructuras sanitarias de Euskadi pero, excepto el tercer hospital de Vitoria-Gasteiz pactado entre PP y PSE, no hay ninguna novedad. Uno y otro partido, adversarios naturales, lanzan guiños a los apetecidos votantes vitorianos, y el partido gobernante olvida su obligación de analizar con rigor la necesidad de acometer cualquier nueva infraestructura.

Alaban la gestión económica de estos meses, pero es evidente que los resultados obtenidos son fruto de la gestión de otros. Asumen la dirección de Osakidetza cuando es el Servicio de Salud del Estado con la gestión económica más eficiente y sin déficit acumulado. Anuncian a bombo y platillo medidas como la compra centralizada, que lleva lustros haciéndose, y presumen de pagar a los proveedores a 87 días... cuando antes Osakidetza pagaba a 60.

En materia de personal, deseamos a los actuales responsables de nuestra sanidad los mejores aciertos porque, sin duda, la actitud y el trabajo de los 35.000 trabajadores de Osakidetza es el factor que más influencia va a tener en los resultados y la valoración del servicio, que cuenta hoy con la plantilla más estable y con menor temporalidad e interinidad del Estado español, y que es en la actualidad -pese a quien pese- uno de los servicios públicos mejor valorados por la ciudadanía. Modestamente, algo habrá tenido que ver la labor de EAJ-PNV durante 22 años.

Un ciclo que ha supuesto el desarrollo de unos servicios asistenciales de calidad en sus distintas redes, que garantizan a los usuarios una excelente accesibilidad y una cartera de servicios amplia y completa, sin olvidar programas preventivos, muchos de los cuales son pioneros, como el PADI o el de detección precoz del cáncer de mama. Se han desarrollado políticas de calidad e innovación, la investigación clínica y la aplicación al sector sanitario de las TIC.

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Todo ello constituye un importante patrimonio que garantiza al Ejecutivo de López la posibilidad de acometer con desahogo todas sus propuestas e iniciativas. Sin embargo, en estos meses, desde el cambio de Gobierno, hemos asistido a una inexplicable sucesión de apropiaciones, ataques y desaciertos por parte del actual consejero de Sanidad y de su equipo. Muestran una gran inconsistencia como gestores pues, no contentos con hacer una propaganda incesante sobre logros todavía inexistentes, han intentado vender como propios resultados de los gobiernos anteriores y han arremetido duramente contra quienes no pueden defenderse con sus mismos medios. Pero, tal y como evidencian los resultados del Euskobarómetro, una pobre trayectoria cuajada de sonoros fiascos se ha sumado a la escasa legitimidad de un Ejecutivo fruto de un Parlamento mutilado y de una alianza antinatural construida contra la mayoría social de este país.

El 71% de las vascas y vascos desconfían de su Gobierno, y no es para menos: la gestión de la nueva gripe A ha sido un buen ejemplo de lo que nos espera con el actual Departamento de Sanidad. La campaña de vacunación empezó tarde, una vez que el virus estaba en circulación, para garantizar que todas las comunidades autónomas fueran al unísono. Café para todos, uniformar, diluir es la marca de la casa. A pesar del boom mediático y de la cuantiosa inversión en publicidad, la campaña de vacunación ha tenido peores resultados que cualquier otra: menos del 25% de la población y menos del 10% de los profesionales sanitarios de Osakidetza vacunados. Aún más: un fin de semana de octubre se reforzó el servicio en (sólo) dos centros de salud de Vitoria, y 120 profesionales fueron movilizados de forma excepcional para atender a... 156 pacientes. El experimento costó 35.000 euros.

En fín, si algo pide la ciudadanía a sus gobernantes es acción, claridad, solidez, coherencia, rigor, valentía... y no esta inconsistencia que está marcando tendencia y que, si no ponen remedio, puede convertirse en crónica en el Ejecutivo de Lakua y, muy especialmente, en el Departamento de Sanidad y Consumo. Sería un tanto curioso, ¿no?

Nerea Antia Vinós es parlamentaria de EAJ-PNV.

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