Catástrofe en Haití

Las redes sociales se movilizan

Ya es habitual desde hace un tiempo que las redes sociales de Internet desempeñen un valioso papel informativo en grandes asuntos y tragedias internacionales. Las protestas en Irán son emblemáticas en ese sentido. El drama de Haití representa el estreno de otras posibles facetas de utilización de esos foros como grandes catalizadores de ayuda financiera e insustituibles herramientas para la localización de personas. Más de 100.000 usuarios se han adherido ya al foro abierto en Facebook para facilitar la circulación de información sobre el desastre; el músico Wyclef Jean ha recaudado ya cientos...

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Ya es habitual desde hace un tiempo que las redes sociales de Internet desempeñen un valioso papel informativo en grandes asuntos y tragedias internacionales. Las protestas en Irán son emblemáticas en ese sentido. El drama de Haití representa el estreno de otras posibles facetas de utilización de esos foros como grandes catalizadores de ayuda financiera e insustituibles herramientas para la localización de personas. Más de 100.000 usuarios se han adherido ya al foro abierto en Facebook para facilitar la circulación de información sobre el desastre; el músico Wyclef Jean ha recaudado ya cientos de miles de dólares gracias a sus llamamientos a la ayuda a través de Twitter, y hasta el Comité Internacional de la Cruz Roja ha habilitado una página web que facilita el contacto entre buscados y buscadores.

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Ello, naturalmente, no borrará de la faz de la tierra la tremenda imagen de personas que deambulan en búsqueda de sus seres queridos perdidos y atestan los centros públicos alrededor de grandes pizarras o paredes con fotos y nombres que a menudo acompaña las catástrofes naturales que azotan a los países en vías de desarrollo.

Sin embargo, el avance es extraordinario. Miles de personas, sobre todo residentes en el extranjero, están registrando en la web de la Cruz Roja el nombre de los familiares haitianos de los que no tienen noticia. A la vez, los supervivientes empiezan a publicar sus nombres en esa misma página, tranquilizando así a los suyos. Más de 50 de ellos ya se han inscrito en ese gran archivo internáutico, con acceso inmediato y global, que presumiblemente tomará mucho cuerpo en los próximos días.

Facebook y Skype, por otra parte, han puesto fin a largas horas de pánico sufridas por muchas personas con familiares en Haití de las que no lograban tener noticias. Las conexiones de telefonía móvil y fija estuvieron prácticamente colapsadas durante las primeras 48 horas desde el seísmo, y algunos residentes en Haití lograron dar señales de vida sólo a través de Internet.

Asimismo, mientras centenares de reporteros de medio mundo intentaban acceder al país devastado, algunos residentes utilizaron Twitter para componer un mosaico de relatos y observaciones que constituyen muy dignas crónicas de lo que está ocurriendo. Troy Livesay es quizá el bloguero que más repercusión ha tenido.

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Google Earth también ha querido hacer su parte, actualizando las imágenes vía satélite de las zonas afectadas, para que los usuarios puedan verificar el estado de los inmuebles en las áreas de su interés.

Las tecnologías más familiares, como los teléfonos móviles, también siguen ayudando: una mujer canadiense sepultada bajo los escombros logró enviar un ordinario SMS al Ministerio de Asuntos Exteriores de Ottawa con las coordinadas exactas de su ubicación. Los funcionarios canadienses rebotaron inmediatamente la información a los diplomáticos destacados en Haití. Éstos fueron a buscarla. El ministro de Asuntos Exteriores, Lawrence Cannon, declaró que le constaba que la mujer había sido puesta a salvo.

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