Análisis:El bicentenario de América Latina

Más carreteras y menos discursos

Felipe González ejerció ayer de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario para la Conmemoración de las Independencias de las Repúblicas Iberoamericanas y dijo: "Una carretera une más que cien discursos ideológicos". El guiño irónico a los cargos rimbombantes había comenzado al indicar el apuro que le daba que no cupiera su nuevo cargo en una línea de la tarjeta de visita. Y continuó con su reflexión sobre el pragmatismo. "Llevemos las ideas a la práctica, como indica la etimología griega. Y hagamos cosas, no discursos".

La intervención del ex presidente del Gobierno español fue parte ...

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Felipe González ejerció ayer de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario para la Conmemoración de las Independencias de las Repúblicas Iberoamericanas y dijo: "Una carretera une más que cien discursos ideológicos". El guiño irónico a los cargos rimbombantes había comenzado al indicar el apuro que le daba que no cupiera su nuevo cargo en una línea de la tarjeta de visita. Y continuó con su reflexión sobre el pragmatismo. "Llevemos las ideas a la práctica, como indica la etimología griega. Y hagamos cosas, no discursos".

La intervención del ex presidente del Gobierno español fue parte de un torrente de palabras que las principales autoridades españolas -el Rey, el presidente del Gobierno, la vicepresidenta primera, el ministro de Asuntos Exteriores, la ministra de Cultura y el de Industria- pronunciaron ayer en la Casa América de Madrid.

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La llamada de González al pragmatismo, a evitar la retórica, luchaba con la obvia necesidad de concretar en los discursos el eje de las nuevas políticas. Todos los oradores tanto españoles como iberoamericanos remaron en la misma dirección: las únicas políticas válidas son las que incorporen al bienestar a la mayoría de la población a través de la educación y el trabajo. Todo ello lo condensó en apenas dos frases el escritor mexicano Héctor Aguilar Camín: "Estoy harto de que me digan que hay que luchar contra la pobreza. Digan cómo construimos la riqueza".

La diplomacia española, que en 1991 animó, con el apoyo de México, la primera cumbre iberoamericana, quiere acompañar, un verbo que ayer se repitió insistentemente, a las repúblicas iberoamericanas en la celebración de sus independencias. La ex metrópoli se siente unida a sus ex colonias no sólo por su pasado, cultura, idioma, inmigraciones; por su presente, comercio, inversiones, y por su futuro: la globalización ha acercado las dos orillas del Atlántico.

No todos los países latinoamericanos ven con buenos ojos esta participación española en el festejo del bicentenario. Venezuela, Ecuador y Bolivia forman parte del sector crítico, pues consideran que ésta es una celebración sólo para latinoamericanos, aunque Quito y La Paz estuvieron ayer presentes en Madrid con sus ministros de Cultura. Venezuela, que acaba de cambiar de embajador, envió a su encargado de negocios.

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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fijó el marco político de la sesión al recordar que hace 200 años los españoles también luchaban por la libertad, la justicia y la igualdad como se reflejaría brevemente en los años en los que rigió en España la Constitución de Cádiz de 1812 y en la larga lucha por tener un régimen constitucional.

Pese a los dos siglos que separan el proceso de emancipación de las repúblicas de esta celebración, existen valores que han prevalecido como el de la libertad garantizada por la ley y el derecho, dijo Zapatero. Pero la libertad hoy no es sólo democracia, sino derechos sociales. Y España defiende en sus relaciones con Latinoamérica el modelo de desarrollo social europeo.

Sólo hace falta encontrar los capitales que lo financien.

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