Editorial:

La libertad de Ingrid

El presidente colombiano, Álvaro Uribe, obtuvo ayer el mayor éxito de su carrera política, que le abre el camino, si ése es su objetivo, a un tercer mandato. La ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, secuestrada en 2002, ha sido liberada por el Ejército en una operación minuciosamente preparada en la que un infiltrado en el comando de las FARC que retenía a la ciudadana franco-colombiana y a otros 14 rehenes -entre ellos tres civiles estadounidenses- engañó a los guerrilleros y logró que los cautivos subieran a un helicóptero militar camuflado, que les condujo hasta la libertad....

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El presidente colombiano, Álvaro Uribe, obtuvo ayer el mayor éxito de su carrera política, que le abre el camino, si ése es su objetivo, a un tercer mandato. La ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, secuestrada en 2002, ha sido liberada por el Ejército en una operación minuciosamente preparada en la que un infiltrado en el comando de las FARC que retenía a la ciudadana franco-colombiana y a otros 14 rehenes -entre ellos tres civiles estadounidenses- engañó a los guerrilleros y logró que los cautivos subieran a un helicóptero militar camuflado, que les condujo hasta la libertad.

Aunque las cifras oficiales sobre la deserción de guerrilleros pueden pecar de optimistas, la guerrilla vive sus horas más bajas. Si hace unos años tenía más de 20.000 miembros, hoy son apenas la mitad. Están rindiendo fruto el esfuerzo de infiltración e información del Ejército, la vigilancia de alta tecnología sobre los refugios selváticos de la guerrilla terrorista, la movilidad aérea de tropas especiales y un programa de recompensas económicas a los que abandonen y faciliten información contra sus jefes.

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El presidente ha ganado un importantísimo asalto en su pugna con la Corte Constitucional; el alto tribunal se opone a que opte a un nuevo mandato, por considerar que va contra la tradición jurídica latinoamericana, y Uribe parece obrar con el convencimiento de que debe extender su periodo de gobierno de 2010 a 2014 para acabar hasta con el último guerrillero. Y es de esperar que no sienta ya la necesidad de repetir las elecciones de 2006, como estaba dispuesto a hacer, en respuesta a acusaciones de la Corte sobre prácticas corruptas en relación con aquellos comicios.

Y una última buena noticia para Bogotá; el presidente venezolano, Hugo Chávez, que se medio ufanaba de ser quien mejor podía convencer a las FARC de que liberaran a Betancourt, se ha quedado con un palmo de narices.

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