Hierbas y cenizas

En la actualidad, los vinos canarios no son, en su mayoría, aquellos vinos licorosos tan afamados, sino vinos blancos, tintos y rosados que, año tras año, van ganando en calidad y buena elaboración, eliminando viejas prácticas poco acordes con lo que se demanda de un vino actualmente. Y es que Canarias posee algunas características climáticas y edafológicas que permiten una viticultura personal de calidad. Aquí no llegó la filoxera, por lo que existe un acervo de variedades muy amplio. Bien es cierto que las dos listán, blanca y tinta, por su fortaleza y buena producción, se han enseñoreado de...

En la actualidad, los vinos canarios no son, en su mayoría, aquellos vinos licorosos tan afamados, sino vinos blancos, tintos y rosados que, año tras año, van ganando en calidad y buena elaboración, eliminando viejas prácticas poco acordes con lo que se demanda de un vino actualmente. Y es que Canarias posee algunas características climáticas y edafológicas que permiten una viticultura personal de calidad. Aquí no llegó la filoxera, por lo que existe un acervo de variedades muy amplio. Bien es cierto que las dos listán, blanca y tinta, por su fortaleza y buena producción, se han enseñoreado del viñedo canario, hasta hacerse omnipresentes. Pero existen otras variedades, algunas en proceso de recuperación, que pueden enriquecer el panorama enológico de las islas, compensando deficiencias. Por ejemplo, la tinta negramoll tiene buena acidez, que le falta a la listán negra.

Con estas dos variedades, la enóloga Loles Pérez, educada en la escuela del Peter Siseck, ha logrado un tinto sobresaliente: aroma impactante, con una gama compleja de perfumes a fruta roja, tostados, especias, elegantes notas de hierbas y ceniza. En la boca se manifiesta con frescura y plenitud sápida, acabando un regusto goloso, ácido y telúricamente frutal.