Reportaje:

Dan Jemmett pone su sello efectista al mito de Don Juan

El extravagante director británico monta 'El burlador de Sevilla', de Tirso

Cuando en el año 2002 se descubrió en España al director británico Dan Jemmett se abrió una ventana nueva por la que mirar al interior del teatro a través de unos ojos distintos, despiertos, vivos y, curiosamente, totalmente innovadores de tanto enfrentarse al pasado. Desde entonces se ha consolidado como uno de los creadores escénicos más interesantes de Europa y se han podido ver de él sus extravagantes versiones de obras de autores que van de Shakespeare a Michael Ondaatje, pasando por el más puro teatro jacobino.

Ahora se enfrenta por primera vez a una obra española, ...

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Cuando en el año 2002 se descubrió en España al director británico Dan Jemmett se abrió una ventana nueva por la que mirar al interior del teatro a través de unos ojos distintos, despiertos, vivos y, curiosamente, totalmente innovadores de tanto enfrentarse al pasado. Desde entonces se ha consolidado como uno de los creadores escénicos más interesantes de Europa y se han podido ver de él sus extravagantes versiones de obras de autores que van de Shakespeare a Michael Ondaatje, pasando por el más puro teatro jacobino.

Ahora se enfrenta por primera vez a una obra española, El burlador de Sevilla o El convidado de piedra, de Tirso de Molina, con actores españoles, entre ellos Antonio Gil en el papel de Don Juan. Esta producción del teatro de la Abadía que se estrena hoy en Madrid, donde permanecerá hasta el 30 de marzo, ha supuesto para Jemmett enfrentarse a algo muy similar a lo que se siente haciendo un enorme puzzle del mundo: "Lo que pasa es que éste no es un puzzle corriente; las piezas casi parecen encajar, pero aquí hay países, ciudades y mares que nunca hemos oído nombrar. Y todos nos inspiran viajes que, hasta ahora, ni siquiera hemos comenzado".

Sabe conducir a los espectadores de las lágrimas a la risa, de la carcajada al llanto

De momento, deja las cosas claras: "Cuando leí por primera vez el texto, pensé que era realmente malo". "Fue en una mala traducción al inglés, pero durante la relectura vi algo interesante", dice Jemmett, que finalmente se sumergió en varias traducciones, "algunas de ellas muy alejadas de la hermosura del verso en español".

En cualquier caso, su conclusión final es que, efectivamente, sí es una mala obra. "En realidad es una construcción caótica de escenas que con suerte se pueden unir de una manera interesante", observa.

El proyecto nace de una petición de José Luis Gómez que quería ver trabajando en y para su prestigiado teatro de la Abadía a Jemmett y a uno de sus actores fetiches, el español Antonio Gil, al que se le conoce poco en su propio país, pero que ha participado en numerosos éxitos del teatro francés, inglés y estadounidense, sin olvidar sus impecables trabajos con grupos como el británico Théâtre de Complicité.

Fue de Gil la idea de hacer un Don Juan, que lógicamente protagoniza. El director eligió El burlador. En el montaje participan también los actores Ester Bellver, Lino Ferreira, David Luque, Luis Moreno y Marta Poveda, y el escenógrafo y figurinista Dick Bird.

"Don Quijote, Don Juan..., son personajes que habitan un espacio que cada persona puede reinterpretar y analizar desde muy diversos ángulos, son verdaderos arquetipos, son todo y nada a la vez", afirma Jemmett. El director no ha renunciado en su espectáculo al sello de la casa: un aggiornamento para llevar la situación a los espacios que conoce; manejar a los actores con virtuosismo, y aprovechar al máximo sus recursos para cambiar de registro y conducir así a los espectadores a rotundos cambios de ánimo, llevándolos de las lágrimas a la risa y, sin que tengan tiempo de reponerse, obligarlos a hacer el viaje a la inversa, dejando de reír para volver corriendo al llanto. "En cualquier caso", dice el director británico, "quiero que todo sea puro, e intento controlar mis peores excesos".

El director británico Dan Jemmett, esta semana en Madrid.GORKA LEJARCEGI

Violencia y hermosura

Jemmett confiesa que lleva mucho tiempo interesado por el teatro isabelino y jacobino: "No por un afán académico, ni porque venga del país de Shakespeare, sino porque hay algo en esa época que pienso que se ha perdido en el teatro de hoy; la capacidad de unir algo muy violento, con algo francamente hermoso", señala el director que, en una primera lectura de El burlador, le interesaba mucho más ese sugerente contraste que la propia representación del mito de Don Juan.

En España se vio en 2005 su versión de una de las obras más representativas del teatro jacobino, The Changeling, de Middelton y Rowley. Llamó Dog Face a esa historia de lujuria, traición y asesinato. "Hay cosas en común con la obra de Tirso, ambas atraviesan la maldad para encontrar la vida, eso es algo que tiene Don Juan", dice este hijo de padres teatreros que ha confesado que creció "con nostalgia por un teatro que no había conocido", y que además es padre de dos nietos de Peter Brook.

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