"Es un error asociar el 'botellón' al vino"
De las 400 referencias de la carta de vinos de East 47, Cristina Alcalá (Vigo, 1969) se agarra a una como los leones del cercano Congreso de los Diputados se aferran a su bola. Es el cava Gramona. Su cava fetiche. "Lo bebo desde que empecé a catar", dice. Y empezó hace 10 años. Venía de la Sociología, de los recursos humanos y de coquetear con la fotografía y el cine. Pero la socióloga terminó entre copas. Y de ellas, bebe e investiga vinos.
"Ha sido impresionante cómo en una década ha evolucionado en España el mundo del vino y su percepción social. También se está haciendo visible el t...
De las 400 referencias de la carta de vinos de East 47, Cristina Alcalá (Vigo, 1969) se agarra a una como los leones del cercano Congreso de los Diputados se aferran a su bola. Es el cava Gramona. Su cava fetiche. "Lo bebo desde que empecé a catar", dice. Y empezó hace 10 años. Venía de la Sociología, de los recursos humanos y de coquetear con la fotografía y el cine. Pero la socióloga terminó entre copas. Y de ellas, bebe e investiga vinos.
Enóloga y socióloga, apuesta por enseñar a beber con conocimiento
"Ha sido impresionante cómo en una década ha evolucionado en España el mundo del vino y su percepción social. También se está haciendo visible el trabajo de mujeres muy preparadas profesionalmente (bodegueras, sumilleres, enólogas...)", comenta Alcalá mientras repasa su trayectoria con hablar pausado. Fue sumiller en restaurantes, colabora en la Guía de vinos 'gourmets', asesora a bodegas, da conferencias y organiza catas, y desarrolla en Galicia un proyecto de enoturismo rural, Vinosobroso (donde las habitaciones se llaman como una denominación de origen: Rías Baixas, Ribeira Sacra...).
Su dualidad entre Madrid y Pontevedra la mantiene a salvo de los acelerones. El menú de este encuentro es como una metáfora de su vida. Las comensales emprenden viaje a Galicia en los 50 centímetros de una mesa. Tras bucear en un plato de algas coruñesas con atún y picar pan de maíz, vuelven a Madrid con un sofisticado minicocido y regresan al campo gallego con una ternera y unas patatas que hacen que a Cristina le brillen los ojos.
"Se habla mucho de vino, pero nada más. Nadie ha hecho una sociología del vino. Catamos, pero ¿qué más? ¿Qué sabemos de nuestras uvas, de nuestras zonas productoras? ¿Cómo se vendimia? ¿Cómo se elabora? Somos un gran país productor (el tercero del mundo), pero desconocemos lo que hay detrás. Hay una cultura del vino por explorar. Si se educa para comer bien, hay que educar para beber bien. Uno de los errores sociales que hay es asociar el botellón al consumo de vino", lamenta la enóloga.
Frente al consumo irresponsable de alcohol, apuesta por "enseñar a beber con conocimiento y educar los sentidos".
Con esa impronta divulgativa, acaba de publicar un libro, El mundo del vino contado con sencillez (Maeva). Va en la línea de su trabajo en RNE durante los últimos tres años, donde deshizo mitos ("lo caro no es lo mejor") y escuchó dudas de los oyentes (¿qué copa elijo?, ¿cuándo abro el vino?, ¿cómo lo sirvo?...).
"Nunca como ahora se ha bebido en España vino tan bueno al alcance de todo el mundo. Pero hay mucho rollo esnob. Saber de vinos es una estrategia para impresionar al ligue, al socio... Un amigo ejecutivo me decía hace poco: 'Antes los hombres de negocios hablaban en la mesa de coches; ahora se habla de vinos".
La socióloga / enóloga constata en sus cursos diferencias de actitud entre hombres y mujeres: "Ellas dudan, preguntan. Ellos son más fanfarrones. Levantan la copa y suelen comentar: está bueno, ¿cuánto cuesta?".
Ante este diagnóstico, se impone observar a los comensales que nos rodean: unas amigas preguntan al maître, luego deciden vehementes. Dos mesas más atrás, comen y miran copas y botella tres hombres bien trajeados. ¿Estarán midiendo sus conocimientos sobre vinos?