Análisis:

Regulaciones propias

Hasta el ingreso de España en la UE, las negociaciones de los precios agrarios suponían algo así como el gran convenio del campo donde se fijaban precios mínimos en función de una serie de parámetros y se contemplaban las previsiones de costes de los medios de producción. Esa política, sumada a la existencia de compras sin límite en intervención, aseguraba al sector agrario unos ingresos mínimos al margen de grandes crisis.

Tras el ingreso en la UE y a medida que se ha modificado la Política Agrícola Común, se han ido suprimiendo precios mínimos o los mecanismos de compras en intervenci...

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Hasta el ingreso de España en la UE, las negociaciones de los precios agrarios suponían algo así como el gran convenio del campo donde se fijaban precios mínimos en función de una serie de parámetros y se contemplaban las previsiones de costes de los medios de producción. Esa política, sumada a la existencia de compras sin límite en intervención, aseguraba al sector agrario unos ingresos mínimos al margen de grandes crisis.

Tras el ingreso en la UE y a medida que se ha modificado la Política Agrícola Común, se han ido suprimiendo precios mínimos o los mecanismos de compras en intervención que suponían una cierta seguridad para el productor. Ese desarme del sector se ha compensado con ayudas directas que no se aplican a las producciones ganaderas de porcino, pollos, huevos o conejos.

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Ante el desmantelamiento de la PAC, el sector ganadero no dispone hoy de los mecanismos de regulación para hacer frente a crisis como la provocada por los piensos, ni instrumentos para repercutir los incrementos de costes en el precio final. En esa coyuntura, hoy los pollos y los huevos y mañana el vacuno, ovino y el porcino, han tenido que actuar por su cuenta ajustando la cabaña sin necesidad de pactos para evitar la ruina.

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