Grandes cambios en el Auditorio Nacional

Después del Reina Sofía le toca al Auditorio Nacional. Para el que ha sido centro neurálgico del mundo de la música sinfónica en Madrid durante tres décadas se anuncian cambios importantes. No sólo tendrá nuevos responsables nombrados según el código de buenas prácticas, es decir, a quien supere el visto bueno de un comité de expertos en concurso público, sino que ampliará sus actividades a más campos que el de la música clásica.

Para empezar, se creará un puesto de director artístico. No como hasta ahora, que ha sido llevado por cargos gerentes como Isabel Vázquez, que lo gobernó con m...

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Después del Reina Sofía le toca al Auditorio Nacional. Para el que ha sido centro neurálgico del mundo de la música sinfónica en Madrid durante tres décadas se anuncian cambios importantes. No sólo tendrá nuevos responsables nombrados según el código de buenas prácticas, es decir, a quien supere el visto bueno de un comité de expertos en concurso público, sino que ampliará sus actividades a más campos que el de la música clásica.

Para empezar, se creará un puesto de director artístico. No como hasta ahora, que ha sido llevado por cargos gerentes como Isabel Vázquez, que lo gobernó con mano de hierro hasta 2006, y por Cristina Thomas, que apenas duró un año en el cargo. Quien sea elegido abrirá el recinto a más programas musicales. "Tendrán cabida todo tipo de músicas, desde el jazz al flamenco, éste especialmente", anuncia Juan Carlos Marset, director del INAEM.

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El Auditorio se convertirá en una plataforma de encuentro cultural y mestizajes artísticos sugerentes. "La diversidad musical europea no sólo es Beethoven, también el fado y la chanson francesa forman parte de ella", asegura Marset.

Además, en sus planes está que sea un lugar más acogedor. Hasta ahora, cinco minutos después de los conciertos, el público no podía disfrutar del hecho de comentar lo que habían visto y escuchado dentro del recinto. A los cinco minutos, el personal de las salas les echaba a la calle porque había que cerrar. "Hasta ahora ha sido un lugar antipático que no invitaba a demorarse ni a socializar. Eso tiene que cambiar. Será un espacio más abierto y amigable", afirma Marset.

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