Editorial:

El frente de Somalia

Somalia, y por extensión África, se ha convertido en el tercer frente de la guerra global contra el terrorismo de EE UU, tras Irak y Afganistán, con el riesgo de que la situación de este Estado fallido degenere aún más. Pues pese a todas las críticas, la Unión de Tribunales Islámicos, que responden a una cierta tradición somalí y se habían hecho con el control del país en junio pasado, habían introducido un cierto orden al abrir los puertos y el aeropuerto de Mogadiscio y poner en funcionamiento varios ministerios. Apoyada por EE UU, la rápida invasión etíope, que se gestaba desde hace meses, ...

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Somalia, y por extensión África, se ha convertido en el tercer frente de la guerra global contra el terrorismo de EE UU, tras Irak y Afganistán, con el riesgo de que la situación de este Estado fallido degenere aún más. Pues pese a todas las críticas, la Unión de Tribunales Islámicos, que responden a una cierta tradición somalí y se habían hecho con el control del país en junio pasado, habían introducido un cierto orden al abrir los puertos y el aeropuerto de Mogadiscio y poner en funcionamiento varios ministerios. Apoyada por EE UU, la rápida invasión etíope, que se gestaba desde hace meses, ha instaurado en el poder al Gobierno provisional de Yusuf que se creó en Kenia en 2004. Las milicias islámicas parecían haber huido en un primer momento, pero hay un grave riesgo de que siga la insurgencia.

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Ésta es una guerra que ha suscitado críticas entre los europeos. Dado el apoyo iraní a los Tribunales Islámicos, es parte del pulso global entre Washington y Teherán, aunque se presente esencialmente como parte de la persecución de Al Qaeda. El bombardeo americano del pasado domingo contra un convoy que intentaba huir decía tener por objetivo matar a varios miembros prominentes de la organización terrorista, pero ayer no había confirmación todavía de que se hubiese logrado.

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Con los etíopes y el Gobierno provisional han regresado también al poder los señores de la guerra. Estos días negocian una posible aunque improbable entrega de sus armas para integrarse en las fuerzas regulares. Esta guerra es un nuevo fracaso de la vía diplomática frente a la militar, a la que, sin embargo, habrá que acabar volviendo. Es urgente que los etíopes salgan rápidamente de Somalia, para que el conflicto no degenere en una nueva guerra contra un ocupante extranjero, apoyado por EE UU. Por ello es necesario que, como prácticamente ha decidido la ONU, una fuerza multinacional africana acuda para asegurar un mínimo de estabilidad.

Poco después del 11-S, EE UU envió tropas especiales al Cuerno de África en persecución de Al Qaeda, y cuenta ya con unos 1.500 soldados situados en Yibuti. África, cuyo petróleo ha ganado en importancia, se ha convertido en el tercer gran frente de la estrategia americana, reflejado en el hecho de que el Pentágono haya propuesto crear Africom, un mando militar específico para combatir en ese continente no sólo el terrorismo, sino el islamismo radical, más que directamente, por fuerzas interpuestas, como son las etíopes en Somalia. Nada está garantizado, salvo que en esta tragedia vuelven a morir centenares de inocentes que se suman al sufrimiento de los millares desplazados, con el riesgo de una nueva catástrofe humanitaria.

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