Reportaje:

Ponga un Warhol en su vida

La estrella del arte pop es el artista más representado en Art Basel Miami Beach

Andy Warhol es el Picasso americano. Salvando las distancias. Si bien el malagueño sigue siendo el artista más valorado del siglo XX, la estrella del arte pop es el punto de partida de muchos de los nuevos coleccionistas estadounidenses. Es una marca. Una marca inconfundible y muy fiable en el mercado. Como resultado de esto, Warhol es el artista más representado en Art Basel Miami Beach (ABMB) con importantes obras en una veintena de galerías como, por ejemplo, la serie de 10 grabados de Marilyn Monroe -muy difícil de encontrar completa- ofrecida por 1,1 millones de euros. O un retrato de Mao...

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Andy Warhol es el Picasso americano. Salvando las distancias. Si bien el malagueño sigue siendo el artista más valorado del siglo XX, la estrella del arte pop es el punto de partida de muchos de los nuevos coleccionistas estadounidenses. Es una marca. Una marca inconfundible y muy fiable en el mercado. Como resultado de esto, Warhol es el artista más representado en Art Basel Miami Beach (ABMB) con importantes obras en una veintena de galerías como, por ejemplo, la serie de 10 grabados de Marilyn Monroe -muy difícil de encontrar completa- ofrecida por 1,1 millones de euros. O un retrato de Mao, vendido por 1,65 millones de euros. Algunos le levantarían un altar. Dennis Hopper ha pintado un monumental retrato del héroe de la Factory en blanco y tonos grises, expuesto a pocos metros de algunas de sus obras. El actor, dedicado últimamente más a su faceta de fotógrafo y artista plástico, fue uno de los visitantes ilustres, junto con Keanu Reeves y Calvin Klein, a una feria que, a punto de clausurar su quinta edición mañana, domingo, se considera todo un éxito de ventas y público.

Prima lo doméstico sobre lo espectacular. Lo íntimo por encima de lo impactante
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En un primer recorrido destacan, como es natural, las piezas más grandes y coloristas, las más chocantes y estridentes. En el star system internacional sube la estimación de Takeshi Murakami con su pop ingenuo y algo retorcido. La presencia reiterada de piezas del provocador Paul McCarthy subraya la supervivencia del espíritu transgresor en el arte. En el ámbito estadounidense empieza a sonar el nombre de Kehinde Wiley, que pinta retratos de jóvenes afroamericanos en poses de antiguos clásicos de la pintura sobre fondos de estampados. Hip hop en el gabinete de las maravillas. Cuadros enormes y esculturas en torno a la figura humana, abundan en los pasillos de esta feria. La fotografía está definitivamente instalada dentro de lo pictórico, como demuestran unas excelentes fotos pixeladas de Thomas Ruff. Hay de todo y destacar la presencia de una técnica sobre otra resulta obsoleto o inútil.

Dicho esto, existe otra manera de ver la feria. En un segundo recorrido se podría incluso afirmar que en ABMB prima lo doméstico sobre lo espectacular. Lo íntimo por encima de lo impactante. El arte destinado a espacios privados más que a los públicos. No es casual que el Premio Turner de este año haya recaído en las delicadas pinturas de la alemana Tomma Abts, siempre realizadas a pequeña escala, casi como un secreto contado al oído.

No todo es ruido y furia en la feria de Florida. O quizá por serlo, apetece cerrar los oídos y aguzar la mirada. Para encontrar algunos de los más exquisitos tesoros de ABMB hace falta mirar en los rincones de las galerías y asombrarse, por ejemplo, con Pequeño retrato desnudo, de Lucian Freud, una pintura que remite al fundamental Origen del mundo, de Courbet. O con Cabeza de hombre, de Richard Diebenkorn, de su emocionante etapa figurativa. Y las minúsculas piezas de Kurt Schwitters.

Un sentimiento inesperado también es el que produce la pieza Nach Jugendstill kam Rococco, del suizo Urs Fisher. En medio de la agitación y el trasiego de miles de visitantes, él se reserva un amplio espacio vacío para suspender desde lo alto, con un hilo invisible, una maltrecha cajetilla de Camel en un vuelo casi imperceptible, como el de una mariposa solitaria. Y encoge el corazón entre ese barullo el polaco Robert Kusmirowski vestido de campesino, sucio, de pie durante horas ante una borrosa foto mural del entierro familiar de su abuela muerta trágicamente en Siberia. Éxodo y soledad.

Los artistas orientales abonan esta línea de sensibilidad, aportando un aire fresco de inquietantes aromas. Piezas como Aggregation 06, del coreano Kwang Young Chun, un ensamblaje delicadísimo de paquetitos con enigmáticas inscripciones, renuevan la fe en la poesía visual. La delicadeza de la pintura sobre metal de Naoto Kawahara emula a los maestros flamencos y la mágica transposición de la fotografía al finísimo tejido de alfombras de la iraní Shirani Shahbazi amplía las perspectivas del medio.

Afortunadamente, también hay ironía. Una de las más recientes piezas del británico Damien Hirst -uno de los tres artistas más importantes de la actualidad, junto a Matthew Barney y Mauricio Cattelan, según encuestas de la revista Flash Art- se titula Endless love (interrupted) y consiste en una serie de repisas con cientos de colillas de cigarrillos aplastadas como puntos finales de algo. Casi una respuesta a la pieza de Fisher, vendida, por cierto, en 120.000 euros. El tabaco ya es historia, hasta para el arte.

El perfume del dinero

Palabras como lujo, glamour y ostentación se escriben con mayúsculas estos días en Miami. La ABMB parece haber convocado a las mayores fortunas de América, del Norte y del Sur, además de aficionados al arte europeos y asiáticos. "En América Latina no hay demasiados coleccionistas, pero absolutamente todos ellos están aquí", observaba Juana de Aizpuru, una de las cuatro galeristas españolas presentes en esta feria. Por las noches los ricos se apiñan como plebeyos hambrientos, esgrimiendo sus invitaciones y pases VIP, a las puertas de fiestas como las del Distrito del Diseño. Un desfile interminable de modelos de colección, joyas de firma, taconazos y liftings exagerados. Algo impensable, por ejemplo, en Arco. Comparada a ésta, la feria madrileña parece un eco provinciano. Es más grande, tiene mucho público, pero no atrae al gran billete en la medida en que lo hace ésta. Los artistas españoles tampoco pintan mucho en el panorama internacional. El único que figura en las listas de los 100 más importantes es Santiago Sierra, con una pieza vendida en Miami en la galería Helga de Alvear. También han llamado la atención aquí un par de esculturas de Jaume Plensa y un gran tàpies de los noventa. Poco más. Cabe preguntarse el porqué de esta situación. Y ver si es posible o deseable enmendarla. Hay una efervescencia en el mundo del arte contemporáneo y, según los expertos, muchos años por delante para descorchar botellas de ese champán. Sería una lástima brindar con la copa vacía.

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