NOMSA DZAI | Cuatro años tomando antivirales | La salud en África

"La gente persigue a los que tienen VIH"

Nomsa Dzai, de 32 años, se había preparado para otra vida. Nacida en Sterkspruit, en una de las regiones más pobres de Suráfrica, estudió para secretaria de dirección, empacó sus cosas y se fue a una gran ciudad a buscar trabajo. En 2001 se instaló con su tía y sus hermanas en Khayelitsha, un suburbio de Ciudad del Cabo. Se enamoró, se quedó embarazada. Y se infectó por el VIH.

Pero Dzai tuvo suerte: Khayelitsha fue uno de los primeros lugares en los que Médicos sin Fronteras empezó a repartir antivirales, en un momento en que el Gobierno de Suráfrica se oponía a ello. "Cuando me dijero...

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Nomsa Dzai, de 32 años, se había preparado para otra vida. Nacida en Sterkspruit, en una de las regiones más pobres de Suráfrica, estudió para secretaria de dirección, empacó sus cosas y se fue a una gran ciudad a buscar trabajo. En 2001 se instaló con su tía y sus hermanas en Khayelitsha, un suburbio de Ciudad del Cabo. Se enamoró, se quedó embarazada. Y se infectó por el VIH.

Pero Dzai tuvo suerte: Khayelitsha fue uno de los primeros lugares en los que Médicos sin Fronteras empezó a repartir antivirales, en un momento en que el Gobierno de Suráfrica se oponía a ello. "Cuando me dijeron que era positiva, fue un mazazo. ¿Cómo podía ser, si yo estaba llena de energía? Pensar en el bebé era lo peor. Creía que iba a nacer con el virus. No creía que la niña fuera a nacer bien". Amanda, que tiene cuatro años, nació sana.

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En el proceso, Dzai ha conocido el rechazo y el estigma. Empezó a perder peso, a sentirse mal, y fue diagnosticada de tuberculosis. "Mi tía me echó de casa. Hice el tratamiento de seis meses de tuberculosis y empecé a tomar antivirales". Su recuperación resultó una sorpresa para sus vecinos, que habían predicho ya su muerte.

"Aunque la situación ha mejorado, todavía hace falta mucha educación. A mí me ayudaron en el grupo de apoyo de la clínica, pero la gente sigue persiguiendo a los que viven con VIH y éstos tienen miedo de decir abiertamente que son seropositivos", explica Dzai, quien ahora actúa como consejera para sus vecinos.

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