La gran saga vasca de Ramiro Pinilla

Ha pasado casi 30 años de su vida tejiendo y desgranando lugares y personajes hasta construir Verdes valles, colinas rojas (Tusquets y Círculo de Lectores), la trilogía que forman las novelas La tierra convulsa, Los cuerpos desnudos y Las cenizas del hierro. Precisamente por esta última obra, Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) logró ayer el Premio Nacional de Narrativa por "haber sido capaz de hacer una epopeya sobre un mundo tan difícil y rico como es el vasco", según el jurado. Su obra es un monumento a la memoria. "Los personajes que pululan por la novela for...

Ha pasado casi 30 años de su vida tejiendo y desgranando lugares y personajes hasta construir Verdes valles, colinas rojas (Tusquets y Círculo de Lectores), la trilogía que forman las novelas La tierra convulsa, Los cuerpos desnudos y Las cenizas del hierro. Precisamente por esta última obra, Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) logró ayer el Premio Nacional de Narrativa por "haber sido capaz de hacer una epopeya sobre un mundo tan difícil y rico como es el vasco", según el jurado. Su obra es un monumento a la memoria. "Los personajes que pululan por la novela forman parte de mi vida. Quiero mucho a los vivos y a los muertos, porque incluso desaparecidos me sirven para otras novelas como La higuera (Tusquets), que se publicará en breve. Les debo mucho porque me han permitido construir un mundo literario", aseguró ayer nada más conocer el premio. A lo largo de casi 3.000 páginas, el escritor fabula y hace un minucioso retrato de la sociedad vasca desde finales del XIX situado en el microcosmo realista y mágico del pueblo de Getxo. Pinilla contrapone en sus textos la Vizcaya rural y nacionalista frente a la Vizcaya industrial, de luchas obreras y socialista.

La extensa obra escrita por Pinilla ha generado también un importante número de personajes con sus correspondientes historias. Este viejo marinero fue capaz de imaginar una saga de más de 50 personajes que pueblan una historia que se prolonga durante un siglo donde habla minuciosamente de la amenaza de la industrialización para la vida tradicional, y de un mundo en descomposición que va transformándose poco a poco.

Verdes valles, colinas rojas le ha permitido pergeñar nuevas historias porque quería saber más de algunos de los personajes que pasaban por su imaginación. "Quería saber ¿dónde estaban aquellos cabrones falangistas que mataban en las cunetas?", y sobre ellos ha estado fabulando en los últimos años. "Conseguir este premio supone un estímulo para que continúe con mi tarea de narrador. Haberme pasado cerca de tres décadas imaginando esta historia ha tenido sus compensaciones: por un lado, los galardones que he ido recibiendo y, por otro, el saber que hay lectores a los que les ha gustado lo que he escrito". Habla sobre la extensión de su trabajo literario: "Sabía que iba a ser una obra larga, pero no tanto. Siempre había oído que un autor es el que manda sobre la novela, pero en este caso no ha sido así. La novela es la que ha estado mandando y la verdad es que me ha resultado muy placentero".

Las cenizas del hierro se inicia con el bombardeo de Gernika y alcanza hasta los primeros atentados de ETA, a finales de los sesenta, y ahonda en las divisiones y conflictos internos en la sociedad vasca.

Pinilla ganó en 1960 el Nadal y en 1961, el Nacional de la Crítica (ambos por Las ciegas hormigas), y en 1971 fue finalista del Planeta con Seno. Durante casi tres décadas estuvo apartado del gran circuito editorial. Las cenizas del hierro recibió el Premio de la Crítica 2005 y La tierra convulsa, el Euskadi del mismo año.

En el jurado del Nacional de Narrativa, dotado con 15.000 euros, estaban Juan Luis Cebrián, Mónica Fernández, Xosé Luis Axeitos, Jon Kortazar, Alexandre Broch, Andrés Sorel, Santos Alonso, Antonio Hernández, Mercedes de la Torre Monmany, Antonio Porpetta y Ana María Navales.