Un encuentro sofocante... delirante

El otoño en Dinamarca es sofocante". Los compañeros de trabajo se echan a temblar cuando escuchan esta frase en boca de su colega Gorm en El jefe de todo esto, la comedia que Lars von Trier presentó ayer en San Sebastián. Saben que es el prólogo a la sinrazón que se desata en su interior.

Eso fue lo que se respiró ayer en la sala de prensa del certamen durante el encuentro vía satélite con el director, que no vino a San Sebastián por su conocida fobia a los viajes. La sensación de sofoco y estupor fue general. En la sala, tres de sus actores: Casper Christensen, Iben Hjejle y Mia...

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El otoño en Dinamarca es sofocante". Los compañeros de trabajo se echan a temblar cuando escuchan esta frase en boca de su colega Gorm en El jefe de todo esto, la comedia que Lars von Trier presentó ayer en San Sebastián. Saben que es el prólogo a la sinrazón que se desata en su interior.

Eso fue lo que se respiró ayer en la sala de prensa del certamen durante el encuentro vía satélite con el director, que no vino a San Sebastián por su conocida fobia a los viajes. La sensación de sofoco y estupor fue general. En la sala, tres de sus actores: Casper Christensen, Iben Hjejle y Mia Lyhne. En una pequeña pantalla, la imagen de Lars von Trier, el realizador de Rompiendo las olas o Bailar en la oscuridad, en un despacho en Copenhague y con cara de despiste.

A los iniciales problemas técnicos -"no oigo nada", "el sonido está a tope", "me llega muy mal", "señor Von Trier, señor Von Trier, que le oímos", "¿me pregunta más despacio?", "¿tengo que contestar ahora?"-, que provocaron la risa y el desconcierto, siguió un encuentro disparatado. Fue todo un delirio. El sonido llegaba mal, no se sabe si por problemas técnicos, por la traducción del danés o por desgana del propio Von Trier. Lo cierto es que a los periodistas sólo les llegaron frases inconexas y sin sentido muchas de ellas. En la sala se vivió la sensación de que el cineasta no respondía a las preguntas que se le formulaban. La prensa, nerviosa, y los tres actores presentes con cara de sota, pero nada sorprendidos, acostumbrados quizá al caos del realizador.

Comedia clásica

De la media hora escasa que duró el encuentro, apenas unas frases con cierta coherencia. "Quiero dejar las cosas difíciles atrás y dedicarme sólo a lo que me gusta, que es dirigir y producir". "Hace mucho que ruedo mis películas cámara en mano, porque soy un obseso del control". "No veo al público cuando me planteo hacer una película". "Se confunde el Dogma con las películas de bajo presupuesto". "He querido hacer una comedia clásica y espero haberlo conseguido". "Terminar la trilogía que empecé con Dogville y Manderlay está entre mis planes, pero no creo que sea inmediato". Afortunadamente, el dossier de prensa aclara todo lo que Lars von Trier y las penosas circunstancias de ayer dejaron en el aire.

Una vez desconectada la pantalla que unía San Sebastián con Copenhague, los actores se deshicieron en halagos a Von Trier. "Es muy duro, tienes que tener valor para seguirle, nunca te deja solo", aclaró Christensen. "La tendencia en Dinamarca es a tratar a todos los actores por igual", dijo Iben Hjejle, respondiendo a la pregunta sobre los problemas de Nicole Kidman en el rodaje de Dogville. Su compañero de reparto fue mucho más allá. "Puede ser que Nicole Kidman se sorprendiera de que Von Trier le diera una patada en el culo, yo lo considero un espaldarazo cariñoso. Si ella conociera su sentido del sarcasmo, eso no la sorprendería, pero si estás acostumbrado a vivir entre algodones como Nicole Kidman...".

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