Lo que cuesta la vuelta

Uniformes, cuadernos, libros o actividades extraescolares. La lista de los gastos necesarios para equipar el retorno a las aulas es larga y abultada. Pero se puede ahorrar conociendo bien al enemigo y con la ayuda del sentido común y de algunos trucos y estrategias

Qué recuerdos trae aquella frase paterna: "Acuéstate, que mañana empiezas el cole". ¡Cómo costaba! Madrugar, los nuevos maestros… Uno piensa que todo aquello no volverá, pero no es así. Incluso de adultos, cuesta mucho que nuestros hijos vuelvan al cole. Cuesta mucho. Mucho dinero.

- Los números. Según la Unión de Consumidores, la vuelta al cole cuesta alrededor de 220 euros (¡por niño!) si acude a un colegio público, sobre 530 en los concertados y puede llegar a 1.500 en los privados.

El problema de este gasto es que es un extra añadido a la economía familiar, que normalmente no...

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Qué recuerdos trae aquella frase paterna: "Acuéstate, que mañana empiezas el cole". ¡Cómo costaba! Madrugar, los nuevos maestros… Uno piensa que todo aquello no volverá, pero no es así. Incluso de adultos, cuesta mucho que nuestros hijos vuelvan al cole. Cuesta mucho. Mucho dinero.

- Los números. Según la Unión de Consumidores, la vuelta al cole cuesta alrededor de 220 euros (¡por niño!) si acude a un colegio público, sobre 530 en los concertados y puede llegar a 1.500 en los privados.

El problema de este gasto es que es un extra añadido a la economía familiar, que normalmente no se prevé por ser, precisamente, puntual. Toma por sorpresa y coincide, además, con el regreso de las vacaciones, donde muchas familias se han fundido la paga doble. Y se sumará al de la matriculación y los de la primera mensualidad escolar. Es importante conocer cómo se distribuye este gasto, ya que eso ayudará bastante a economizar.

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- La ropa y otros trapitos. La principal partida, de largo, se la lleva la ropa. Nada más y nada menos que el 60% del gasto. El problema para ahorrar en ropa escolar es el afán de los colegios por militarizar a los alumnos. Elementos tan banales como batas, chándales, camisetas o ropa deportiva deben ser adquiridos en el pantone exacto (código de tono de color utilizado por los diseñadores) y con el correspondiente logotipo del centro escolar.

Tal estrategia permite restringir de forma prodigiosa el número de fabricantes y comercios oficiales donde adquirir el chándal en cuestión. Y el trapito que podría costar dos duros, en manos de un oligopolio (a veces, monopolio) encubierto se transforma en una prenda de ropa con un gran margen. No sólo eso: pagamos para hacer propaganda del centro, pues hay diseños que convierten a nuestros hijos en anuncios con patas.

¿Cómo ahorrar en esta partida? Es difícil, pero no imposible. Según el centro comercial al que acuda, los precios pueden oscilar hasta un 25%. Otra estrategia es la de compra por aproximación, aun a riesgo de ver a nuestro querubín ligeramente desmarcado del resto. Polos, camisetas o pantalones de colores similares a los que podemos aplicar la serigrafía del logotipo del colegio después. Una cutrez, de acuerdo. Pero a mitad de precio que el modelito oficial.

Una recomendación esencial es no volverse locos con las tallas. Hay madres que, en previsión del inevitable estirón que su hijo o hija va a dar ese invierno, adquieren dos uniformes. Es mejor esperar. A esas alturas del año, a algún otro compañero (del mismo curso o superior) le habrá quedado pequeña la suya y, si no se trata de uno de los más salvajes de la clase, la ropa puede ser aprovechable.

- Los libros. Otra que tal. Un paquete completo de libros cuesta la friolera de unos 200 euros por hijo, según el curso. Forrar los libros, las libretas, bolígrafos, lápices, compases y otras menudencias suman otros 100 euros por hijo.

Por ley, las editoriales no pueden modificar el contenido de los textos durante unos cuatro años. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Y en este caso la trampa se llama ejercicios. La sutil y brillante idea de que los ejercicios se resuelvan en las mismas hojas del libro hace estéril el reciclaje al año siguiente porque, ¿qué va a aprender el niño si se encuentra con todos los ejercicios resueltos?

Aquí la recomendación es múltiple. Las diferencias de precios entre librerías suelen ser importantes. Hay incluso algunas que venden libros de segunda mano, en este caso reutilizables. Recuerde que no pueden obligarle a un solo establecimiento para las compras del material. Está prohibido por ley y podría denunciar al colegio. En este capítulo, los distribuidores se juegan mucho: las ventas de libros de texto realizadas en septiembre en una gran superficie suponen el 80% de las ventas del año. En el caso de librerías normales, según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, casi la mitad de las ventas ¡del año! se hacen con libros de texto. Por eso se aprobó en 2000 mediante un real decreto que los descuentos en material escolar podían ser ilimitados. Y por eso hay una incipiente competición de precios en libros de texto que traen descuentos de entre el 15% y el 25%.

- Los extras. Hay una tendencia cada vez más extendida a apuntar al niño a mil actividades. Son muchos los casos en que se abonan en septiembre matrículas de extra-escolares que más adelante se demuestran excesivas. Además, si consulta en el ayuntamiento, se llevará una sorpresa de la cantidad de extraescolares a las que puede accederse sin prácticamente coste alguno.

Lo inteligente es escalonar, en la medida de lo posible, el gasto. El niño no lo necesita todo el primer día. Ni la primera semana. Hay cierto material que puede esperar, y esa espera determina la diferencia en tirar o no tirar un mes más de la tarjeta de crédito.

- Las ayudas. España no es precisamente pionera en ayudas para el equipamiento escolar del niño, pero sí las hay y conviene buscarlas. La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos trabaja desde hace tiempo para conseguir que los libros y las matrículas sean gratuitos y ya hay algunas comunidades autónomas en las que se prestan ayudas totales o parciales, por ejemplo, en la adquisición de libros.

Y los bebés también

A la vuelta al cole se ha sumado la 'vuelta a la guardería', dado el elevado índice de mujeres activas. Las guarderías no suponen tanto gasto inicial como la escolarización obligatoria, pero tampoco se quedan cortas. Como muestra, un botón: los menores de dos años llevan también cartera. Una cartera que va vacía todo el año o que a lo sumo sirve para poner una libretita con las cacas y los pipís del día. ¿Y por qué no dan la libretita en mano?

Fernando Trías de Bes es profesor, conferenciante y escritor.

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