Intensidad y armonía

Bodegas Ochoa, cuyo almacén se encuentra en la localidad navarra de Olite, es un ejemplo de adaptación a los tiempos de un viticultor empecinado: Javier Ochoa. Ahora, el testigo de sus afanes lo ha tomado Adriana Ochoa, su hija, que ha traído, como era de esperar, nuevos aires a las elaboraciones de una casa muy tradicional.

Un buen ejemplo es este Moscatel, que ya sorprendió en Enofórum, el encuentro anual de enólogos celebrado el pasado mes de marzo, y que ha vuelto a emocionar en el último Vinoble, el Salón Internacional de los Vinos Generosos, Licorosos y Dulces Especiales. Allí, ro...

Bodegas Ochoa, cuyo almacén se encuentra en la localidad navarra de Olite, es un ejemplo de adaptación a los tiempos de un viticultor empecinado: Javier Ochoa. Ahora, el testigo de sus afanes lo ha tomado Adriana Ochoa, su hija, que ha traído, como era de esperar, nuevos aires a las elaboraciones de una casa muy tradicional.

Un buen ejemplo es este Moscatel, que ya sorprendió en Enofórum, el encuentro anual de enólogos celebrado el pasado mes de marzo, y que ha vuelto a emocionar en el último Vinoble, el Salón Internacional de los Vinos Generosos, Licorosos y Dulces Especiales. Allí, rodeado de los mejores vinos del mundo, su Moscatel ha dado la talla.

En primer lugar porque, al contrario de otras añadas, en esta ocasión la dulcedumbre característica de esta uva magistral se ve enriquecida por una notable acidez cítrica, frutal, que no sólo da brillantez al vino, sino que crea un balance de sabores de notable intensidad y armonía. Es el terreno en el que se expresan la notas frutales -melocotón, uva pasa, mandarina-, recubiertas de sensaciones amieladas, con apuntes florales. Voluptuoso y largo, pero ágil. Una verdadera delicia.