Rafael Gumucio cruza el Atlántico de los contrastes en 'Páginas coloniales'

Es de esos personajes que viajan para poder contarlo, para filosofar y para conocerse mejor a sí mismo observando a los demás. Rafael Gumucio (Santiago de Chile, 1970) ha cruzado varias veces el charco en avión y con la cabeza cargada de imágenes e impresiones ahora para escribir Páginas coloniales (Mondadori), un libro, según él, "de periodismo de ficción, ese género que en realidad es mala ficción y mal periodismo mezclados".

Por estas hojas cargadas de humor, ironía de la buena y tino de observador aplicado van pasando en dos partes -El nuevo viejo mundo y ...

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Es de esos personajes que viajan para poder contarlo, para filosofar y para conocerse mejor a sí mismo observando a los demás. Rafael Gumucio (Santiago de Chile, 1970) ha cruzado varias veces el charco en avión y con la cabeza cargada de imágenes e impresiones ahora para escribir Páginas coloniales (Mondadori), un libro, según él, "de periodismo de ficción, ese género que en realidad es mala ficción y mal periodismo mezclados".

Por estas hojas cargadas de humor, ironía de la buena y tino de observador aplicado van pasando en dos partes -El nuevo viejo mundo y El viejo nuevo mundo- las paradojas y el viento de dos orillas que no dejan de asombrarse entre sí. "Es curioso como ha envejecido el nuevo mundo. América Latina vive en el estancamiento y la nostalgia y sin embargo, éste viejo mundo es la modernidad", dice.

De América rescata Buenos Aires, Nueva York, Haití, un país del que le llaman la atención, dice, "las hogueras". En España se detiene en Barcelona, Sevilla, Bilbao y, por supuesto, Madrid. "La calle Zorrilla, la primera calle que pisé en Madrid, para alojarme en la pensión Olga".

De Europa le fascina esa devoción que existe por los edificios antiguos: "En Suramérica somos arcaicos, antiguos, pobres, pero lo escondemos. En Chile, cualquier edificio antiguo está destinado a lo peor", afirma. Tampoco le convencen los clichés, ni de España eterna, ni de viejas almas determinantes en la cara de los paisajes. "Cuando viajé a Extremadura, esperaba encontrar la España de Los santos inocentes, la novela de Delibes, pero me di cuenta de que ya no existe más", cree Gumucio. "España ya no es tanto la España de Almodóvar sino la de Amenábar, más esterilizada, mejor acabada, pero sin sangre".

Defiende que el sentido del humor es útil en la maleta de un viajero. "Tal cómo están las líneas aéreas, viajar sin él es imposible. De todas formas, el sentido del humor es recomendable para el viajero y para el escritor, para los dos".

Le impresionan tanto los contrastes como las similitudes. "Haití y Nueva York no son tan distintos. Lo que más me marcó en Haití no fue la pobreza, sino el lujo. Hay un punto en la medida de la riqueza que la hace impermeable a todo, a cualquier golpe. No importa lo que ocurra, los ricos siguen siendo ricos mientras que los pobres todavía pueden llegar a serlo mucho más", advierte.

Del Chile que ha heredado la nueva presidenta Bachelet espera algunas cosas. Pese a haber sido crítico con Ricardo Lagos, cree que el balance de su Gobierno ha sido bueno. "Era un presidente varonil, paternal, los chilenos necesitaban un descanso de una figura tan grave y por eso han elegido a Bachelet, pero lo que yo creo es que ella es una mujer tan dura como él", afirma Gumucio.

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