Un toque de genialidad

Señorío de Arínzano, la soberbia finca de los Chivite en Estella, con bodega de Rafael Moneo, donde se cultivan las cepas en rigor bioecológico, ha demostrado ser el lugar adecuado para producir un vino de terruño a la altura de los grandes. El excelente tempranillo, acompañado de cabernet sauvignon y merlot, constituye la base de este tinto maravilloso, el mejor de la casa, que ha ido escalando puestos en sucesivas añadas. Claro que 2001 fue un año excepcional donde cualquier enólogo medianamente diestro pudo lucirse.

Sin embargo, tiene este Colección 125 un toque de genialidad que le ...

Señorío de Arínzano, la soberbia finca de los Chivite en Estella, con bodega de Rafael Moneo, donde se cultivan las cepas en rigor bioecológico, ha demostrado ser el lugar adecuado para producir un vino de terruño a la altura de los grandes. El excelente tempranillo, acompañado de cabernet sauvignon y merlot, constituye la base de este tinto maravilloso, el mejor de la casa, que ha ido escalando puestos en sucesivas añadas. Claro que 2001 fue un año excepcional donde cualquier enólogo medianamente diestro pudo lucirse.

Sin embargo, tiene este Colección 125 un toque de genialidad que le distingue nítidamente de sus pares. Por ejemplo, el aroma de intensa frutosidad silvestre, fresca y madura, está recubierto, a modo de engarce, de una capa fragante donde la madera ensambla las especias con las notas de cuero y humo. Pero es en la boca donde muestra su poderoso mensaje: extraordinaria armonía fruta-madera, el perfecto equilibrio logrado sin menoscabo de la potencia, la carnosidad, el esplendor de unos taninos frutosos y perfumados. Y al final, ese regusto fresco a regaliz balsámico.