Crónica:

Triunfa la diplomacia del petróleo

Chávez rompe su aislamiento, incluso con líderes conservadores como el colombiano Uribe, gracias al crudo venezolano

En apenas cuatro días, entre el lunes y el viernes de esta semana, el presidente Chávez fue anfitrión de dos mandatarios ubicados en diferentes puntos del espectro político actual de Suramérica: el peronista argentino Néstor Kirchner y el conservador colombiano Álvaro Uribe. Fue una muestra palmaria de que el petróleo habla un lenguaje universal en la diplomacia actual y, como lo dijo el vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, un revés para los analistas que siguen afirmando, en contra de muchas evidencias, que Chávez está cada vez más aislado en el escenario internacional.

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En apenas cuatro días, entre el lunes y el viernes de esta semana, el presidente Chávez fue anfitrión de dos mandatarios ubicados en diferentes puntos del espectro político actual de Suramérica: el peronista argentino Néstor Kirchner y el conservador colombiano Álvaro Uribe. Fue una muestra palmaria de que el petróleo habla un lenguaje universal en la diplomacia actual y, como lo dijo el vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, un revés para los analistas que siguen afirmando, en contra de muchas evidencias, que Chávez está cada vez más aislado en el escenario internacional.

En ambas cumbres bilaterales el gran tema fue la energía. En las dos se habló de obras titánicas, financiadas por Venezuela, que han de llevar el petróleo y el gas venezolanos no sólo a Argentina y Colombia, sino también a muchos otros países. En los dos encuentros, el libre comercio estuvo sobre la mesa con todos los matices que le son propios a cada líder: el enfoque ideológico que propugna Chávez, el punto de vista algo más pragmático que caracteriza a Kirchner y el mucho más economicista que defiende Uribe.

El encuentro con el presidente colombiano estuvo desde el principio marcado por la impronta energética. Hasta el escenario escogido fue un emblema del potencial petrolero venezolano: el complejo Paraguaná, ubicado en la costa noroeste del país, el centro de refino más grande de la región.

Chávez y Uribe acordaron acelerar viejos planes de integración energética apenas plasmados en los documentos de anteriores encuentros. El más concreto es el gasoducto Transguajiro, que conectará las refinerías venezolanas con los yacimientos gasíferos de Puerto Ballenas, en el Caribe colombiano. La obra será realizada en su totalidad por Venezuela, con un desembolso inicial de 230 millones de dólares (195 millones de euros). Comenzará a construirse el segundo semestre de 2006 y debería estar en servicio en dos años. "Estás invitado a poner la primera piedra el año próximo y a abrir las llaves en 2008, amigo Álvaro", dijo un Chávez eufórico, durante la rueda de prensa conjunta.

Para Chávez, garantizar el suministro de gas a las refinerías de Paraguaná y de las costas del lago de Maracaibo es un objetivo estratégico que se fijó en su mente militar desde 2002, cuando la dirección de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se sumó a una huelga que tenía como propósito derrocarlo. En esa ocasión, para impedir que se exportara petróleo se le cortó el suministro de gas a las refinerías, que lo utilizan como combustible para sus operaciones. La paralización de las exportaciones costó al país 10.000 millones de dólares y, ulteriormente, causó el despido de 17.000 empleados petroleros y la toma del control pleno de esta industria básica por parte de gerentes aliados del Gobierno.

Se espera que las refinerías venezolanas agoten en unos pocos años las modestas reservas de gas de La Guajira colombiana, pero según los planes de Chávez, para cuando eso ocurra, Venezuela habrá desarrollado ya numerosos yacimientos y las conexiones internas necesarias no sólo para surtir sus propias necesidades de gas sino también para exportar hacia el país vecino, cambiándole la dirección al flujo del gasoducto. Se estima que esto ocurrirá hacia 2013.

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Los dos mandatarios también acordaron pisar el acelerador a otra obra de dimensiones faraónicas: un oleoducto que atravesaría buena parte del territorio de ambos países y llevaría el crudo y los productos refinados venezolanos a los mercados asiáticos, utilizando como salida uno de los puertos colombianos en el océano Pacífico.

Pese a que el vicepresidente José Vicente Rangel los considera derrotados por los hechos, muchos analistas del sector petrolero no se doblegan. Insisten en que en todas las negociaciones bilaterales Venezuela sale perdiendo.

La experta Mery Mogollón se pregunta "por qué Venezuela tiene que invertir 300 millones de dólares para construirle a Colombia un gasoducto para que nos venda su gas natural, seguramente a precios de mercado, y, después, para que Venezuela le suministre gas natural, seguramente a precios subsidiados, con descuento y financiamiento a muy largo plazo".

"¿Para quién es el negocio aquí? Para Venezuela no es", afirma la analista. "Entonces, ¿por qué no se llama a una licitación internacional para que sean las empresas, especialmente aquellas que dominan la región, como es el caso de Repsol, Petrobras o Chevron-Texaco, las que construyan la infraestructura, si se supone que son ellas las que van a extraer el gas natural de la plataforma continental?", se pregunta la analista venezolana.

Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez (izquierda), y de Colombia, Álvaro Uribe, en Punto Fijo (Venezuela).EFE

Amigos distantes

Las anteriores entrevistas entre Uribe y Chávez estuvieron marcadas por incidentes fronterizos, discrepancias en torno al tema de la guerrilla y roces diplomáticos. El jueves, dos líderes que están separados por un abismo ideológico, se mostraron como entrañables amigos, dispuestos a hacer hincapié en lo que los une y poner a un lado lo que los separa.

La víspera del encuentro, Colombia había hecho un gesto de buena voluntad al negarle a ocho generales venezolanos implicados en el golpe de abril de 2002 el estatuto de refugiados políticos.

En reciprocidad, Chávez se mostró espléndido y hasta se permitió un comentario que pudiera interpretarse como favorable a la aspiración de Uribe a ser reelegido como presidente de Colombia. "Siempre he pensado que cuatro años [de mandato] es muy poquito tiempo", dijo el presidente de Venezuela".

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