Los Quijotes de Antonio Saura llegan a Madrid

Después "del miedo y la parálisis" que, según su hija Marina, Antonio Saura (1930-1998) sintió al aceptar ilustrar El Quijote, llegó el trazo enérgico en blancos, negros y grises, la técnica mixta y las aguadas. Y así surgieron en el papel Quijotes vueltos del revés, molinos abstractos o Dulcineas con algo de majas tumbadas. Aquel "combate de esgrima grafológico" -definición que Saura daba de este trabajo- dejó tras de sí 71 ilustraciones que acompañaron la edición de Martín Riquer de la obra de Cervantes en 1987.

Una selección de 41 piezas de aquella serie, propiedad de la Succe...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Después "del miedo y la parálisis" que, según su hija Marina, Antonio Saura (1930-1998) sintió al aceptar ilustrar El Quijote, llegó el trazo enérgico en blancos, negros y grises, la técnica mixta y las aguadas. Y así surgieron en el papel Quijotes vueltos del revés, molinos abstractos o Dulcineas con algo de majas tumbadas. Aquel "combate de esgrima grafológico" -definición que Saura daba de este trabajo- dejó tras de sí 71 ilustraciones que acompañaron la edición de Martín Riquer de la obra de Cervantes en 1987.

Una selección de 41 piezas de aquella serie, propiedad de la Succession Antonio Saura, se exhibe desde ayer y hasta el 4 de septiembre en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en una exposición coproducida por este centro y el Instituto Cervantes. La muestra, que ya ha visitado Nueva York y Roma, viajará tras su paso por Madrid a Viena y probablemente a Bruselas, según explicó el director del Círculo, Juan Barja. "Vale la pena que en el año Cervantes se hagan exposiciones como ésta; con una potencia plástica autónoma", señaló.

Vestida de rojo y negro, Marina Saura leyó algunos apuntes que su padre escribió sobre su trabajo en torno al Quijote. Una obra cuya lectura el pintor comparaba con la contemplación de Las Meninas de Velázquez, aunque frente a la "cámara hermética" que para él representaba el cuadro, de la novela destacaba "el horizonte violado donde lo irracional es fuente de belleza".

Marina Saura recordó cómo las ilustraciones de otros artistas y los viajes por La Mancha no lograron inspirar al pintor. "Él reconoció únicamente dos fuentes de energía válidas: la imagen de Doré y su concepto romántico del espacio, y dos grabados de Dalí, sorprendentes, pues fueron realizados tardíamente, en lo que mi padre consideraba la decadencia del pintor".

La pasión de Saura por la ilustración surgió, según su hija, a partir de una enfermedad en la infancia que le mantuvo siete años confinado en casa. "Los libros fueron entonces su salvación y su escuela. Empezó muy pronto a hacer listas de libros que quería ilustrar".

Saura encontró "en la mancha y el signo su solución plástica" para ilustrar la obra de Cervantes y decidió anotar los extractos de la novela que mejor se correspondían "con las zonas, claras u oscuras, de su fantasmagoría personal, es decir, con aquellos puntos en los que el pensamiento de Cervantes y el suyo se correspondían". Estos pasajes aparecen reproducidos a modo de títulos en las cartelas de la muestra.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En