Reportaje:

La cueva bajo control

Las pinturas de Santimamiñe se abren a visitas limitadas para evaluar el impacto humano

La cámara de pinturas de las cuevas de Santimamiñe, en Kortezubi (Vizcaya), se cerró a las visitas turísticas en 1997 para evitar su deterioro. La entrada de personas en los escasos siete metros cuadrados de superficie de la cavidad puede causar daños irreparables a las figuras pintadas hace unos 13.000 años, avisaron los expertos. Ayer, bajo un estricto control, dos grupos de seis periodistas fueron autorizados a entrar en la cámara para evaluar el impacto de su presencia sobre las condiciones ambientales.

En el centro del habitáculo de las pinturas rupestres, un trípode sostiene el ap...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La cámara de pinturas de las cuevas de Santimamiñe, en Kortezubi (Vizcaya), se cerró a las visitas turísticas en 1997 para evitar su deterioro. La entrada de personas en los escasos siete metros cuadrados de superficie de la cavidad puede causar daños irreparables a las figuras pintadas hace unos 13.000 años, avisaron los expertos. Ayer, bajo un estricto control, dos grupos de seis periodistas fueron autorizados a entrar en la cámara para evaluar el impacto de su presencia sobre las condiciones ambientales.

En el centro del habitáculo de las pinturas rupestres, un trípode sostiene el aparato que contiene los sensores de humedad, temperatura, anhídrido carbónico y gas radón, cuya presencia indica el grado de ventilación. Antes de entrar, los visitantes fueron advertidos de tomar precauciones para no tocar la pared ni acercarse en exceso a los sensores. Bajo la luz de un foco artificial, se distinguen las figuras de bisontes -unas trazadas con minuciosidad y otras más esquemáticas-, un caballo y los ciervos que cazaban los habitantes de la cueva en el Paleolítico superior, pintadas con un pigmento negro, carbono orgánico. Con menos precisión se distingue la figura de un oso grabada sobre la piedra. Es el tesoro de Santimamiñe, una cueva descubierta en 1916 y que poco después comenzó a excavar e investigar José Miguel de Barandiarán.

La entrada restringida de ayer fue parte de las visitas, seis personas como máximo, que desde el pasado mes de octubre entran a la cámara de pinturas una vez al mes para comprobar el cambio que provocan en el microclima interno de la cueva. Una estancia de tan sólo diez minutos provoca una subida en la temperatura y el anhídrico carbónico muy dañinos para la conservación de las pinturas. Es parte de un estudio integral de la cueva, que estará acabado en 2007 con nuevos datos arqueológicos, físicos y medioambientales. Los resultados permitirán datar con exactitud las pinturas gracias a la prueba del carbono 14 y determinar el futuro de la cueva. Hasta entonces las entradas a la cámara de pinturas se harán sólo para estudiar el impacto que provocan las visitas. Mientras tanto, la Diputación de Vizcaya modernizará la iluminación y las pasaralelas, para mejorar el recorrido por los 400 metros de cavernas abiertos al público.

El primer tramo de las cuevas de Santimamiñe, el acceso que da paso a la cámara de las pinturas rupestres.LUIS ALBERTO GARCÍA
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En