Millás reivindica el valor informativo de las fotografías

Unos niños obesos hartándose de patatas fritas en un restaurante de comida basura. Una anciana que llora desconsolada tras ser desahuciada de su casa. Los críos y la mujer fueron fotografiados, sus retratos aparecieron en la prensa y llamaron la atención del escritor Juan José Millás (Valencia, 1946), quien los glosó junto a otras imágenes en una serie de artículos publicada en EL PAÍS el pasado verano. En Todo son preguntas (Península), el autor reivindica el valor icónico e informativo del arte fotográfico. "En el periodismo, las fotografías no tienen el tratamiento que se merecen por...

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Unos niños obesos hartándose de patatas fritas en un restaurante de comida basura. Una anciana que llora desconsolada tras ser desahuciada de su casa. Los críos y la mujer fueron fotografiados, sus retratos aparecieron en la prensa y llamaron la atención del escritor Juan José Millás (Valencia, 1946), quien los glosó junto a otras imágenes en una serie de artículos publicada en EL PAÍS el pasado verano. En Todo son preguntas (Península), el autor reivindica el valor icónico e informativo del arte fotográfico. "En el periodismo, las fotografías no tienen el tratamiento que se merecen por parte del lector y del editor. No son una simple mancha, porque equivalen a la comunicación no verbal en la vida cotidiana", dijo ayer Millás en la presentación del libro, que incluye una treintena de textos encabezados por las estampas que le sirvieron de aguijón para su escritura. "A veces, las fotografías de los diarios desmienten o matizan lo que dice el texto. No se les presta la importancia que tienen como vehículo de comunicación", añadió.

Gracias a estos artículos, el autor constató carencias y paradojas. "Los seres humanos sólo fotografiamos los acontecimientos felices. A nadie se le ocurre hacer fotos en los tanatorios. Sin embargo, en el álbum de la sociedad sucede todo lo contrario. Se fotografían los momentos desgraciados. Se prefieren incluso". "El texto es un intento de comprender qué pasa dentro de la fotografía. No estamos educados para leer las imágenes, a pesar de su predominio en el mundo actual. En eso, somos unos analfabetos funcionales".

"La fotografía es una representación de la realidad, igual que la literatura. Es una representación, no la realidad misma. Tiene que conformarse con esto, que no es poco. Toda selección debe estar siempre al servicio del significado", apuntó Millás. La facilidad de manipular las imágenes mediante artimañas informáticas tampoco es, a su juicio, un argumento para demonizarlas. "También se manipula la realidad cuando se escriben cosas que no son verdad", zanjó.

Entre las enseñanzas que un novelista puede extraer de los fotógrafos, el escritor citó su olfato para el enfoque atinado. "La fotografía nos sirve para reflexionar sobre el punto de vista, sobre el lugar en el que debemos ponernos para enfocar la realidad. Es una reflexión fundamental para el escritor. El emplazamiento de la cámara no es ingenuo, sino moral". Al final, toda observación pausada depara alguna sorpresa. "A veces basta con describir con mucha fidelidad lo que ves para que se convierta en una descripción moral".

Millás reconoció que sus acotaciones se beneficiaron de la densidad informativa del 2004. Un aluvión de noticias que facilitó su marcha literaria. La derrota del PP en las elecciones; el presidente Bush sosteniendo una bandeja con un pavo falso; las manifestaciones contra la guerra de Irak; los atentados del 11 de marzo en Madrid, la formación del primer Gobierno paritario en la historia de la democracia española... Tuvo material de sobra del que echar mano. Juntarlo todo en un libro da como resultado una crónica certera. Por eso dijo sentirse tan a gusto encajando su firma entre las páginas de un periódico. "La novela te ensimisma y el periodismo te vincula a la realidad".

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